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La corona de luz 2. Eduardo Ferreyra
Читать онлайн.Название La corona de luz 2
Год выпуска 0
isbn 9789878712338
Автор произведения Eduardo Ferreyra
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
—¡Bueno, bueno! Dejemos hablar al joven–dijo; y añadió, dirigiéndose a Amsil–. ¿Qué pasa, muchacho? ¿Ya tienes novia?
—Soy gun. Esteee... ¿Qué es todo esto?–contestó Amsil, sin terminar de entender.
Su respuesta desató otra ola de exclamaciones:
—¡Ja!... Primero debió pedir que no fuera marica.
—¡Eh, lindo, yo también soy gun!
—¿Gun?... ¡Pero qué desperdicio!
—¡Silencio todos por un momento, por favor!–propuso el vendedor; acto seguido, hizo un gesto a Amsil invitando a acercársele más, cosa que el chico hizo enseguida–. Bueno, voy a explicar varias cosas. A ver, muchacho: ¿cómo te llamas?
—Amsil.
—¡Bueno, Amsil! Parece que le has roto el corazón a la pobre Aina.
Amsil sonrió, incómodo y avergonzado.
—Pues lo lamento–contestó–. No es mi intención romperle el corazón a nadie. Es una chica muy bonita y tiene cara de buena. Seguramente la aceptaría si me gustaran las mujeres. Espero que encuentre pronto un novio que la quiera.
—¡Ahí tienen!–exclamó el vendedor en tono triunfante–. Amable y bueno, como ella quería. Lo de guapo, ya es más subjetivo, pero la boquilla interpreta bastante bien el deseo de la persona, si ésta sabe lo que quiere. Amsil llena los criterios de belleza masculina de Aina–la mentada se ruborizó–, y por eso la pompa lo eligió a él. Si le gustaran gordos y jorobados, un gordo giboso hubiera sido el elegido. Pero respondiendo a tu pregunta, Amsil, esto es la novedad de moda: una boquilla para hacer pompas de felicidad. La pompa que hagas con esta boquilla guardará tu imagen y un breve mensaje, que no tienes por qué decir en voz alta: con que pienses cómo sería tu novio ideal es suficiente. La pompa viajará en busca de candidatos adecuados, estudiándolos. Cuando encuentre uno que se aproxime bastante a tu ideal, le mostrará tu imagen y tu mensaje. Pero la fabricación de estas pompas de jabón no es una ciencia exacta, como acabamos de ver. Aina no consideró pertinente aclarar que buscaba a un chico al que le gustaran las mujeres y no los hombres, y la pompa no registró que tus preferencias sexuales serían un obstáculo para que ambos fueran novios. Sin embargo, la pompa seguirá viajando, no necesariamente arrastrada por los vientos; si identificara un posible novio para Aina en una dirección opuesta a ésa hacia donde ellos soplan, hacia allí viajaría, oponiéndose hasta al más poderoso vendaval. Y así hasta encontrar a alguien que le convenga y que se interese por ella, momento en que estallará, o hasta que, después de muchas negativas, se desvanezca muchos meses más tarde... Es una simple pompa de jabón, ¡demasiado habrá hecho para entonces! ¿Quieres probar, Amsil?
—Podría ser–contestó Amsil.
—Mala suerte, puto, tu novio ideal soy yo; pero a mí me gustan las chicas–dijo algún gracioso entre el público.
El vendedor llamó a silencio para que Amsil pudiera concentrarse mejor. Luego de unos segundos que se tomó para pensar, lo vieron hundir la boquilla en un recipiente de agua jabonosa. Luego sopló la boquilla e infló una gran pompa, con los espectadores reprimiendo el aliento; pero llegada a cierto tamaño, la burbuja estalló como cualquier otra pompa normal.
—¡Qué raro!...–dijo el vendedor, incómodo–. Nunca antes había pasado esto. Prueba de nuevo.
Y Amsil probó una vez más, y luego otra, y otra más después de esa; pero siempre la pompa estallaba tras alcanzar cierto tamaño, y el vendedor, malhumorado por aquel desprestigio del producto, no le permitió nuevos intentos. E invitó a otras personas a probarlo; pero ya a muchos les había entrado la duda de si comprar la boquilla no sería malgastar dinero, y otros directamente se habían retirado.
Amsil estaba por unirse a sus Tatas y a Ifis, quienes lo llamaban por señas, cuando de repente lo detuvo un muchacho musculoso de rasgos asiáticos, quizás esrivijayanos:
—Perdona. ¿No eres, por casualidad, el hijo de Azrabul y Gurlok, los luchadores gun?–preguntó, con un acento que confirmaba sus rasgos.
—El mismo. ¿Por qué?
—Estás muy diferente, casi no te reconocí. Soy Slamet, el novio de Darma. Mándales mis saludos. Los admiro mucho. Me estoy iniciando en la lucha beocia. Espero algún día ser un gran campeón, igual que ellos.
Amsil, que se preguntaba si estaría realmente tan distinto como afirmaba Slamet, estaba a punto de decirles que Azrabul y Gurlok estaban a pocos metros de él y que podía saludarlos él mismo; pero luego prefirió callarse.
—Se los daré, Slamet, muchas gracias. Un honor conocerte–dijo a modo de despedida. Por referencias sabía que era casi seguro que Slamet, una vez ante sus ídolos, no quisiera despegarse de ellos de la emoción, lo que redundaría en nuevos retrasos. Además, Amsil quería hablar de su experiencia con las pompas de felicidad con sus Tatas, y Slamet no le permitiría hacerlo con tranquilidad si se hallaba presente.
—Tenemos que seguir, dulce–dijo Ifis, sonriendo a Amsil como achicado.
—Ifis y yo tuvimos una pequeña conversación, chango–explicó Gurlok, sonriendo malignamente–. El nos dijo qué pensaba de que nos hubiéramos detenido a hablar con Crictio y yo le expliqué a él qué pienso de su mamá, y por qué. Algunas cosas creo que están más claras ahora, ¿no, Ifis?...
—Sí, sí... Demasiado, tal vez...
Y vaya si le habían quedado claras a Ifis, que durante lo que quedaba del trayecto hasta el puesto de Bambang siguió encontrándose, por turnos, con media población de Tipûmbue, pero ahora excusándose por tener prisa y continuando sin detenerse más que un par de segundos de cortesía.
El puesto de Bambang proveía de mercancía muy variada: kopi luwak12; especias tales como lengkuas, cabai, kemiri y jahe; telas teñidas mediante batik13; artesanías en madera y piedra; cerámicas; amuletos esrivijayanos; y cómo no, a veces incluso alguna exquisitez culinaria típica del país. Pese a tantos productos en oferta y al interés de la gente, la agudización de la crisis económica bajo Irkham el Magnífico hacía que cada vez más gente se detuviera en el puesto y se fuera sin comprar nada. Eso sí, algunos clientes eran muy ricos y seguían siendo buenos clientes; y estos hacían posible que el puesto siguiera funcionando.
Al llegar al puesto en cuestión siguiendo a Ifis, Amsil estaba terminando de contar a sus Tatas su frustrada experiencia con las pompas de felicidad, de cuya existencia ellos nada sabían hasta ese momento.
—A lo mejor la boquilla es de mala calidad, chango–sugirió Azrabul.
Gurlok no dijo nada, pero a él se le había ocurrido otra posibilidad.
—¿Será que la felicidad es delicada como burbuja y la mía estalló porque no seré feliz?–preguntó Amsil, más con curiosidad que con miedo, ya que ahora se sentía capaz de hacer frente a la adversidad.
—Las promesas y garantías de esos charlatanes callejeros también son pompas que estallan antes que cualquier otra, changuito–le aseguró Gurlok por decir algo.
Creía eso, pero de todos modos, ¿qué iba a decirle a Amsil?: Me parece que la burbuja estalla porque usted mismo es su novio ideal y no necesita otro, chango. Usted no se acuerda, pero estuvo de novio con el fantasma de un piloto de vimânas. Ese chico, Motmûr, se lo llevó en una vimâna para casarse con usted. Eso usted no lo recuerda, como es lógico, porque estaba con fiebre. Cuando se le pasó, Motmûr y usted eran una misma persona, porque en realidad siempre lo habían sido. Y se nota que son felices juntos, porque no necesitan a nadie más. Todo eso salvo que yo y su otro Tata estemos de remate, por supuesto. A menos que uno las diga en broma, es mejor callar cosas así, si no