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Supuestos para un diálogo. Cristián Sotomayor Larraín
Читать онлайн.Название Supuestos para un diálogo
Год выпуска 0
isbn 9789561427037
Автор произведения Cristián Sotomayor Larraín
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Objetivo es, en el uso coloquial, sinónimo de real o “concreto” (=material), e implica un juicio de valor positivo, es como decir “bueno” o “serio”. Este uso es impropio porque toda realidad tiene que tener una objetividad que, de faltarle, sería nada. Esa objetividad no tiene por qué ser objeto en el sentido material, puede serlo en sentido intelectual, e.d., que la inteligencia identifica ese ser.
Subjetivo, en el uso coloquial, suele ser sinónimo de irreal, igual a una construcción arbitraria de un sujeto y conlleva un juicio de valor negativo. Pero sucede que todo lo conocido para que sea conocido tiene que pasar por la subjetividad del cognoscente; de lo contrario, nunca sería conocido. Una realidad que está en el mundo y no ha pasado por la conciencia cognoscente de alguien, no existe para esa persona.
Por lo tanto, toda realidad tiene que tener una dimensión objetiva que, para ser conocida, debe llegar a la subjetividad del cognoscente. La objetiva es el ser en sí mismo, y la subjetiva es ese ser en cuanto llegado a la compresión de un sujeto. En suma, el que conoce, conoce la objetividad a través de la subjetividad y nunca independientemente de esta última.
Entonces, sobre la afirmación “no hay pruebas sobre Dios”, hay que preguntarse ¿en qué pruebas se está pensando? (a) Una positiva de objeto no puede haber, pero eso no prueba la incognoscibilidad de Dios. (b) especulativas: 1. que no sea demostrable por reducción a principio tampoco prueba que sea incognoscible, por lo ya dicho. 2. Intramental o conceptual (ej. Anselmo), por necesidad del concepto mismo. Asunto hasta hoy discutido que veremos en el segundo capítulo. 3. Desde y como fundamento de la realidad contingente o fundada (ej. Sto. Tomás), por necesidad del mundo mismo que es contingente, que veremos en el segundo capítulo. 4. Kant, como fundamento del imperativo categórico. 5. En la experiencia trascendental (ej. K. Rahner), que veremos en el segundo capítulo.
Al 3º [La variedad de doctrinas sobre Dios]: Este motivo del agnosticismo implica una visión objetuante y no una visión antropológico-subjetiva respecto a la relación con Dios y a la doctrina. Es necesario explicar aquí el valor simbólico que tienen las explicaciones en materia religiosa. No es posible hablar de Dios como de un objeto mundano que se describe, sino solo es posible hablar de él simbólicamente91 desde la vivencia tenida del mundo en relación con Dios92. Por esto, no se habla de Dios directamente sino indirectamente. Las doctrinas teológicas son intentos de intelección de experiencias que refieren a Dios y esa intelección está mediada por expresiones culturales. Así, la variedad de doctrinas no implica necesariamente error.
Por otra parte, esta crítica no considera la evolución doctrinal y las razones que ella tiene. El progreso doctrinal no consiste en negar la explicación anterior, sino en mejorarla, e.d., en hacerla más cercana a lo que se quiere expresar. Es verdad que el progreso doctrinal implica una cierta negación, pero de la limitación de una explicación, e.d., es una corrección y no una simple negación total de lo que se dijo antes.
El acto religioso se refiere a Dios y no a las doctrinas que de él formulamos. ¿Cuál es entonces la finalidad de las doctrinas? Son mediaciones que nosotros necesitamos para acercarnos al objeto del acto religioso porque necesitamos entender —aunque sea parcialmente— ese objeto. El acto transita por la doctrina hacia el objeto. Dicho de otro modo, el hombre religioso no le da culto a la doctrina, sino a Dios del cual habla —imperfectamente— la doctrina. Esto está expresado breve y claramente por Santo Tomás: “El acto del creyente no termina en el enunciado sino en su objeto: solo formulamos enunciados para que, por medio de ellos, tengamos conocimiento del objeto [del acto del creyente]…”93.
Por fin, conviene tener presente que hay una diferencia —de la cual no tenemos siempre conciencia expresa— entre la explicación de algo y el objeto explicado en ella. Las explicaciones progresan por el progreso de la ciencia, pero lo que ellas explican permanece siempre. La pregunta es permanente, las respuestas mejoran. Una explicación depende siempre en su calidad de lo que intenta explicar, e.d., que la respuesta depende de la pregunta. Mejor es la respuesta mientras mejor responda a la pregunta. Nunca la respuesta sustituye a la pregunta, esta permanece siempre.
Al 4º [Conversiones y apostasías]. Este motivo del agnosticismo común supone una visión objetuante de Dios. Un objeto mundano es conocido, fijado y —tal vez— agotado. Dios no es un objeto del mundo conocido definitivamente, sino alguien que se conoce en una relación vital con Él, en cuya relación el cognoscente está incluido94. Las mutaciones del cognoscente afectan a lo que ha conocido sobre Dios, p.ej., el caso del escándalo del mal; las oscuridades que invitan a las apostasías, lo son no solo porque Dios mismo es de difícil conocimiento, sino también porque el pensamiento humano es mutable. Estas oscuridades no impiden —aunque pueden dificultar— el conocimiento de Dios, aunque ello sea poco. En este contexto hay que explicar las conversiones y las apostasías. El conocimiento sobre Dios, aunque sea parcial (como de hecho es) es de tal importancia para la vida humana que es, de todas maneras, muy importante a pesar de su limitación.
Observaciones sobre el planteamiento agnóstico de la cuestión de Dios
1. Diferencia entre el agnosticismo riguroso y el común
Lo esencial del agnosticismo, que se expresa en forma pura en el agnosticismo que hemos llamado riguroso, nos sirve de punto de comparación con otras formas de él. Debiera consistir en una suspensión del juicio sobre el conocimiento de Dios y en el reconocimiento de la duda en la que se está. Debiera tener entonces esta forma: “Yo no tengo conocimiento de Dios, no puedo afirmar ni negar su realidad o aspecto de ella”. Pero el agnosticismo común tiene la forma de un juicio: “no se sabe sobre Dios” o “no se puede saber sobre Dios” (Donde el “se” es un impersonal universal). La expresión agnóstica no tiene, por lo tanto, la forma que debiera tener. Hay un paso del “yo no sé”, que es un reconocimiento de la situación personal de hecho, al “no se puede saber” o “no se sabe”, que implica un saber: que no hay conocimiento.
Hay cuatro tránsitos o cambios en el agnosticismo común que piden justificación.
a. De reconocer la duda del agnosticismo riguroso al juicio del común.
El significado filosófico del término duda es distinto al común (ver VTD). En el vocabulario coloquial decir “dudo” significa tener un juicio contrario al del interlocutor porque se tiene datos que no coinciden con los suyos. La duda común implica, por esto, una certeza de algo distinto. La situación o estado agnóstico es, filosóficamente, la de duda95. Ella es un estado en el que el sujeto no puede ni afirmar ni negar: es la situación contraria a la certeza. La duda es la in-certeza, es una situación intelectual de deliberación cogitativa (o búsqueda) sin asentimiento96. En la duda, el entendimiento ve razones a favor y en contra que impiden la certeza, y el pensante está en un estado de parálisis intelectual, sin poder decidir, e.d., sin poder juzgar. Tanto la afirmación como la negación suponen certeza; cuando ella falta, se está en estado de duda y no se está en condición de afirmar ni de negar. El estado agnóstico que hemos llamado riguroso debería conducir solo a una suspensión del juicio.
El fundamento de una afirmación (como la hay en el juicio “no se sabe sobre Dios”) no puede ser una duda porque de una duda no se sigue una certeza. Lo único que se sabe en el estado de duda es el hecho de que se duda. Lo que la duda funda es solo la búsqueda. Pero sucede que, de hecho, el agnosticismo común, al decir lo que dice, transita de una dificultad en el conocimiento como es la duda a una certeza: la de que Dios no es conocible.
La razón de este paso pudiera ser la dificultad práctica del agnosticismo riguroso. La suspensión del juicio es sostenible —incluso, por largo tiempo— en el ámbito teórico, pero no en el práctico (por ejemplo, en ciertas decisiones). La vida exige decisiones y ellas se toman frente a una certeza, que sirve de referencia. En estas condiciones es explicable que el agnosticismo se extienda más allá de la suspensión del juicio a la afirmación para poder actuar.
b. El paso de la extensión del sujeto individual al universal.