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desarrollo cognitivo no sería solamente el resultado del proceso de maduración del organismo, ni de su proceso de interacción con el ambiente, sino el resultado de la exposición directa al mundo y a lo que Feuerstein denomina Experiencia de Aprendizaje Mediado. Concibe al individuo como un sistema abierto, receptivo al cambio, cuya estructura cognitiva puede ser modificada a pesar de las barreras que lo impidan, por insalvables que parezcan.

      La Experiencia de Aprendizaje Mediado consiste en la transformación que realiza un mediador (padre, profesor u otro adulto) y que consiste en seleccionar, organizar, agrupar, estructurar el material que se le presenta al niño de acuerdo a un objetivo específico, introduciendo en el organismo estrategias y procesos para generar comportamientos inteligentes. Estas llamadas experiencias de aprendizaje mediado, serán tanto más efectivas cuanto más precozmente se apliquen y más ajustadas al déficit y a los recursos del niño sean, sin importar la severidad de su condición.

      Aunque Feuerstein pone énfasis en el desarrollo cognitivo y no en el desarrollo emocional, plantea que considerando los cambios y transformaciones sociales, el niño no va a ser feliz si no se adapta a esos cambios. No se puede trabajar lo cognitivo si no existe estimulación y fuerza emocional con intencionalidad y significado. Las dificultades a este nivel son más periféricas que centrales y se reflejan en limitaciones en las actitudes y motivaciones del sujeto expresándose en una falta de hábitos de trabajo y de estudio, más que en incapacidades o deficiencias intelectuales estructurales.

      J. Piaget (1896-1980) es sin lugar a dudas un clásico entre los estudiosos del desarrollo del pensamiento en el niño. Sus originales y agudas observaciones hacen imprescindible su conocimiento a la hora de comprender la forma en que el niño aprende y, principalmente, constituye una herramienta única para evaluar al niño y de acuerdo a los resultados, diseñar programas de desarrollo.

      Piaget orientó sus investigaciones psicológicas en el sentido de determinar las leyes subyacentes al desarrollo del conocimiento en el niño. Con este fin analizó, principalmente, el desarrollo de los conceptos de objeto, espacio, tiempo, causalidad, número y clases lógicas.

      Postuló que sobre la base de su actividad, el niño realiza una elaboración que lo conduce, en aproximaciones sucesivas, al conocimiento del mundo que lo rodea. Piaget distingue dos tipos de actividades, una de tipo lógico-matemático y otra de tipo físico. La primera consiste en seriar, relacionar, contar diferentes objetos que solo constituyen el material para la realización de tales actividades, que conducen al niño a un conocimiento “operativo”. La actividad de tipo físico consiste en explorar los objetos para obtener información respecto a sus principales atributos: color, forma, tamaño o peso y que conducen al niño a un conocimiento “figurativo” de su realidad circundante.

      Para él, la inteligencia constituye una forma de adaptación del organismo al ambiente. La más elevada y flexible. El proceso de adaptación se realiza a través de la asimilación y la acomodación, que son dos procesos, a la vez opuestos y complementarios:

      •La asimilación es el proceso por el cual cada nuevo dato de la experiencia se incorpora a esquemas mentales que ya existen en el niño (esquemas de acción a un nivel perceptivo-motor o esquemas de explicaciones y previsiones a un nivel representativo).

      •La acomodación es el proceso de transformaciones de los propios esquemas en función de los cambios del medio. Los nuevos datos de la experiencia, que se incorporan en los esquemas, los modifican adaptándolos a los nuevos aspectos de la realidad. En otras palabras, la acomodación frente a una nueva experiencia hace que surja un nuevo esquema.

      Introduce la noción de equilibrio para explicar el mecanismo de regulación entre el sujeto y el medio. La adaptación inteligente se logra una vez que se produce un equilibrio entre los procesos de asimilación y de acomodación. Un niño es capaz de comprender una explicación cuando a partir de su esquema se da cuenta de que los elementos explicados por el profesor poseen aspectos diferentes de lo que él esperaba escuchar. Así, modifica sus conocimientos previos para adaptarlos a los nuevos elementos.

      La génesis del desarrollo cognitivo no se puede explicar exclusivamente por la maduración y el aprendizaje y postula la necesidad de introducir un nuevo factor: el equilibrio. Agrega que todo organismo constituye un sistema abierto, activo, autorregulable. Así, el desarrollo mental se caracteriza por cambios progresivos dentro de un proceso activo de adaptación. Los estadios del desarrollo intelectual presentan un progreso continuo que va desde un menor equilibrio a otro progresivamente mayor, manifestando así la tendencia del organismo hacia una integración dinámica. Este equilibrio no constituye un estado estático, sino un sistema activo de compensaciones; no es una conclusión final, sino un punto de partida para alcanzar formas superiores de desarrollo mental (Inhelder, 1970).

      El método empleado por Piaget para estudiar la formación de los conceptos y las operaciones intelectuales es exploratorio y flexible; se adapta al nivel de comprensión del niño, tanto por el tipo de preguntas planteadas como por el orden de su presentación. Al experimentador no solo le interesa la respuesta del niño, sino también su justificación (¿por qué?). Mediante la modificación de las preguntas y de las condiciones experimentales, trata de evaluar hasta qué punto las respuestas son genuinas y consistentes.

      Los rasgos esenciales del modelo elaborado por Piaget podrían resumirse en los siguientes términos: las operaciones correspondientes tanto al pensamiento concreto (realizado a partir de una acción concreta sobre los objetos) como al pensamiento formal (realizado a partir de abstracciones) constituyen sistemas cerrados cuya característica más importante es la reversibilidad. Esta reversibilidad, en el período concreto, se realiza a través de la inversión o de la reciprocidad, independientemente una de la otra; de ahí que su carácter sea más bien semirreversible. En cambio, en el período formal ambas formas de reversibilidad pasan a componer un único sistema de pensamiento.

      La reversibilidad implica ser capaz de regresar al punto de origen, ya sea por la negación o inversión que lleva a anular un término (3 + 5 = 8; 8 - 3 = 5) o por la reciprocidad que lleva a la equivalencia y que es característica de las operaciones de relación (Juan es hermano de Pedro y, por ende, Pedro es hermano de Juan). Durante el período preoperatorio, el pensamiento es irreversible. La adquisición del rasgo de reversibilidad corresponde a una ampliación del campo de conciencia, en el sentido temporal. Esto implica la posibilidad de tener mentalmente presente, por lo menos, dos etapas sucesivas de un acontecimiento. Por ejemplo: un niño con pensamiento reversible es capaz de considerar la llegada de un coche al punto D y al mismo tiempo, tener presente su partida desde el punto A. Así podrá evaluar y comparar la distancia recorrida por otro coche.

      Una acción mental reversible constituye una operación. Luego, las expresiones pensamiento reversible y pensamiento operatorio, son equivalentes. Piaget describe el desarrollo cognitivo en términos de estadios evolutivos que se caracterizan por poseer un período de formación y otro de consolidación; en este último, las operaciones mentales adquiridas se incluyen en una estructura estable. Las estructuras constituyen, al mismo tiempo, el punto de llegada de un estadio y el punto de partida del siguiente. El orden de sucesión de los diferentes estadios es siempre el mismo, variando los límites de edad por diversos factores como motivación, influencias culturales o maduración.

      a)Estadio sensorio motor. Se extiende desde el nacimiento hasta, aproximadamente, el año y medio o dos años. Este período parte desde el nivel reflejo, en que hay una completa indiferenciación yo-mundo, llegando, al final del período, a una organización coherente de las acciones sensorio-motores en su ambiente práctico y próximo. Las acciones que caracterizan este período logran integrarse con cierta reversibilidad

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