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El orgullo de una Campbell. Edith Anne Stewart
Читать онлайн.Название El orgullo de una Campbell
Год выпуска 0
isbn 9788417474935
Автор произведения Edith Anne Stewart
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Amy frunció el ceño sorprendida por aquel comentario.
—¿Cómo? ¿No vais a quedaros aquí esta noche?
Aquella cuestión lo pilló desprevenido porque no esperaba semejante invitación.
—¿Por qué? No creo que surjan complicaciones. Es más, subiré a verlas en un momento para comprobar que todo está bien y me marcharé. Vos misma acabáis de asegurarme que así es —le hizo un gesto con la cabeza sin poder dejar de contemplarla. Le llamaba la atención el contraste de su cabello oscuro con su tono blanquecino de piel, y esa mirada tan resplandeciente.
—Pero… Podrían surgir complicaciones durante la madrugada. ¿Y qué haríamos? —le preguntó presa de los nervios por si se planteaba esa situación.
—Mandarme aviso a Inverness. Colin ya sabe dónde estoy. Fue él mismo el que me trajo a Cawdor, como vos misma pudisteis ver.
—Es cierto. Pero… —se quedó callada pensando en la manera de hacerle cambiar de opinión. No estaba tan segura de que fuera buena idea que él se marchara.
Lo vio acercarse más a ella. Se fijó en sus rasgos, en su cabello revuelto y su mirada a través de las lentes y su tímida sonrisa.
—Comprendo que estéis preocupada por vuestra hermana y vuestra sobrina. Pero os aseguro que estarán bien. Solo necesitan descansar y alimentarse. No temáis. Aunque os parezca joven, tengo bastante experiencia. Sé lo que digo.
—Pero os escuché decir que era vuestro primer parto —le recordó expectante.
Él no pudo evitar seguir sonriendo.
—Tenéis buena memoria, señorita Campbell.
—Pero no significa que os lo esté echando en cara, señor…
—Munro. Pero prefiero que me llaméis Arthur.
—Ya os pedí disculpas por mi atrevimiento cuando expresé mis pensamientos en voz alta. Pero sigo creyendo que sois algo joven para ser un doctor.
—Si me comparáis con el anterior que había en Inverness, es lógico ya que este ha dejado de practicar la medicina debido a su edad —Se estaba divirtiendo con aquella impetuosa señorita Campbell. Sí. No esperaba encontrarse a alguien así—. ¿Sois de esa clase de personas que juzgan a las demás por su aspecto?
Ella arqueó una ceja con suspicacia al escucharlo referirse a ella de aquella forma.
—No siempre, pero reconozco que vos habéis despertado mi curiosidad.
—Espero que para bien.
—Sin duda.
El sonido de pasos acercándose al salón hizo que Arthur se volviera para encontrarse de frente con Colin McGregor.
—¿Cómo habéis encontrado a vuestra esposa?
—Está despierta. Ha dado de comer a la pequeña.
—Subiré a comprobar que todo está en orden antes de retirarme.
—Colin, le comentaba al doctor que debería pasar la noche en Cawdor. Por si surgen complicaciones durante la madrugada —Se apresuró a comentar Amy a su cuñado y fijándose en cuál era la reacción del doctor.
—Sin duda. Es más, yo esperaba que lo hicieseis, como comenta Amy. Malcom puede llegar a Inverness y hablar con vuestro ayudante para explicarle la situación y que venga también. Hay sitio de sobra en este castillo. Y me sabría mal que no aceptaseis.
Arthur se quedó con la boca abierta sin saber qué decir. Lo cierto era que sería muy desconsiderado por su parte no aceptar la invitación de Colin. Y aunque no creía que sucediera nada esa noche, tal vez… Desvió la mirada hacia Amy, quien mostraba una sonrisa de orgullo y victoria. Pero lo que más le sorprendió fue su manera de mirarlo, y que lo hizo titubear.
—Bueno… No… no creo que surjan complicaciones.
—Insisto en que os quedéis y que mandemos recado a vuestro ayudante. Os saqué a la fuerza casi de la casa que vais a ocupar en la ciudad. Permitidme que os compense por ello.
Arthur asintió al verse perdido. No quería discutir con Colin. Le había confesado quién era y por qué estaba allí. Salvo por el encargo del propio príncipe.
—De acuerdo. Pasaré la noche en Cawdor. Y sí, sería bueno tener a Ferguson a mi lado. No me gustaría despertarla en mitad de la noche para que me ayudara —dijo mirando a Amy con cierta ironía y una sonrisa divertida.
—Tengo el sueño ligero. No habría problema alguno.
Sin duda que aquella muchacha no se dejaba intimidar ni acobardar y parecía tener la última palabra.
—Voy a ver a la madre y a la niña.
—Le diré a Audrey que prepare un par de habitaciones. Y a Malcom que vaya a buscar a vuestro ayudante.
Arthur no dijo una palabra más. Asintió mirando a ambos, pero en especial a Amy. Esta le devolvió la mirada con los brazos cruzados y las cejas formando un arco de expectación sobre su frente. Colin asintió y fijó su atención en ella sin que se diera cuenta. ¿Por qué se había quedado mirando al doctor con aquella cara? Se preguntó recelando del comportamiento de esta.
—¿Por qué me miras?
—Estaba pensando… Encárgate de avisar para que preparen más comida para esta noche. Ya que has sido tú la que ha sugerido que el doctor pase la noche en Cawdor.
Amy entrecerró los ojos mirando a Colin con recelo. No creía que hubiera dicho nada malo.
—Es lo más lógico en este caso. Pero tú también lo habías considerado.
—Sin duda. Lo que pasa es que me ha chocado un poco después de cómo lo recibiste.
—Ya le he pedido disculpas por mi comentario.
—No esperaba menos de ti. Que le hayas pedido que se quede esta noche aquí, cosa normal en el estado de Brenna, pero… me sorprende que le hayas insistido para que aceptara.
—Tú mismo acabas de responderlo —le interrumpió dejándolo con la palabra en la boca—. Algo de lo más normal teniendo en cuenta que mi hermana acaba de parir. Estaré en la cocina, por si me necesitas.
Colin se quedó aturdido por la respuesta de Amy. Era la clase de persona que no se callaba ni debajo del agua. Sonrió con toda intención viéndola alejarse hacia la cocina. Primero le echaba en cara a Arthur su juventud, y luego le pedía que pasara la noche en Cawdor para controlar la salud de su hermana. ¿Se sentía culpable de ello?
Amy se alejó de Colin con el ceño fruncido tras la conversación que acababa de mantener. ¿Qué había querido decirle con esa conclusión? Lo más lógico era que el médico pasara esta primera noche en Cawdor para comprobar que tanto Brenna como la niña estaban bien. ¿Qué le había insistido? Le había dicho Colin. No tenía esa impresión. Solo había comentado la situación tal y como ella la veía. Nada más, se dijo con una tímida sonrisa.
3
Arthur volvió a la habitación de Brenna para comprobar que todo estuviera en orden. No había dejado de sonreír desde que se despidió de la locuaz Amy. ¡Diablo de muchacha! Pensó sacudiendo la cabeza y llamar a la puerta con suavidad para no molestar. Audrey, abrió con una sonrisa.
—Pase doctor.
—Gracias. ¿Cómo se encuentra? —preguntó dirigiéndose a Brenna, que lo miraba confusa cuando él se acercó para poner la palma de su mano sobre la frente de ella—. Veo que no tiene excesivo calor.
Ella entrecerró los ojos como si intentara ubicar el rostro de aquel hombre. Hasta que recordó que era el doctor que había atendido el nacimiento de su pequeña.
—Cansada y dolorida.
—Es