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circuito en procesos de enunciación regidos por el canon patriarcal. Esa vocación de reto y desafío registra la interpretación del texto literario como si fuera un rizoma situado en los bordes de la cultura. Desde la perspectiva anterior, dialogaré con su obra de una manera abierta y discontinua, en un intento por recoger la riqueza de su pensamiento y el dinamismo de su palabra. Como punto de partida, propongo que Cristo Rafael Figueroa Sánchez construyó, paso a paso, su perfil intelectual como un sujeto apasionado que ama entrañablemente a los autores, a los textos que son objeto de su estudio y también a sus lectores, quienes son sacudidos por la fuerza de su profundo compromiso. Así, un árido proceso de reflexión se imbrica con su vida y, a través de este ejercicio, toca no solo la mente de sus estudiantes, sus lectores y sus colegas, sino también su mundo emocional y sus valores éticos.

      Cristo Rafael Figueroa es una persona de amistades duraderas; por eso, en primer lugar, he escogido para este testimonio aquellos trabajos sobre mujeres escritoras, con quienes lo han unido vínculos intelectuales y de amistad. Como un verdadero maestro, él ha construido una red de amigos y de colegas, todos en un constante diálogo enriquecedor y simétrico; los múltiples escenarios de esta palabra en flujo pueden ser un congreso, una conferencia, la presentación de un libro o una charla de pasillo o de ascensor. Enseguida me detendré en algunos momentos de ese devenir incesante; para ello. me valdré del símbolo de la red y de su estructura, como forma discursiva abierta y democrática.

       Las redes de la poesía

      Montserrat Ordóñez, fallecida en enero del 2001, fue y seguirá siendo una figura emblemática de la crítica literaria nacional. Montserrat Ordóñez y Cristo Figueroa se conocían muy bien, mutuamente respetaban sus diferentes enfoques y compartían constantemente libros e información. Probablemente así ocurrió con el surgimiento de los estudios de género. Ambos estudiosos consideraban que era necesario establecer la contribución de las mujeres a la historia de la literatura y a la de la sociedad. Sin embargo, ella es poco conocida como poeta; su obra se caracteriza por un sistema simbólico sofisticado y muy complejo. En el artículo “De piel en piel de Montserrat Ordoñez: la metamorfosis de la serpiente y la sabiduría de la araña” (2002), Figueroa se adentra en un imaginario que posee la fuerza tectónica de lo femenino, pero acompañado de la erudición de una mujer conocedora de varias lenguas y culturas. El discurso interpretativo del profesor linda con el del amigo: esta alianza le permite al crítico enunciar con gran delicadeza, respeto y deslumbramiento un paisaje interior elusivo y, con frecuencia, amenazador, como lo muestra el siguiente comentario: “En efecto, la subjetividad se desborda o no se deja representar y al construir un sujeto impuntual, desdoblado usualmente entre la primera y la tercera persona, contraría la comunicación” (68). Cristo Rafael ha logrado captar el movimiento de un yo lírico femenino que se construye a través del desplazamiento y el cambio constante; a ese fenómeno alude en el título de su ensayo. Cuando recurre a la mitología hindú para indagar sobre el símbolo de la araña, tan característico de la poesía de Ordóñez, bucea en el mar interior de una mujer a quien admira y aprecia. Entonces, propone lo siguiente sobre la temida tejedora:

      La urdimbre de su tejido como emanación del ser une elementos concéntricamente figurados, que se alejan y luego se enlazan al centro, en tanto imagen de principio. En este sentido, la creación cosmogónica y la del universo literario se simbolizan en el acto de tejer dirigido siempre por alguien que teje, araña-autora, lo cual implica la conciencia de un yo que se sabe situado en medio de contingencias y al elevarse con la ayuda de su hilo alcanza la libertad. (69)

      El arácnido, percibido con frecuencia como un símbolo negativo y relacionado con las capacidades perversas de lo femenino, es observado desde un prisma más amable. La lectura hecha por Figueroa Sánchez le da un vuelco al símbolo y lo convierte en metáfora de la laboriosidad sin descanso de una mujer que escribe, de su amiga Montserrat Ordóñez, quien, como el mismo Cristo Rafael, escribía aun durante los sueños. Este ensayo es una contrafirma a la misma poesía de Ordóñez: se imbrica en su textura profunda, se mete dentro de su piel y, por ello, con toda delicadeza, conduce al lector al centro de la red. Este proceso de interpretación descubre un intercambio dialógico entre construcción y destrucción, cuyo resultado es generar un proceso infinito de desdoblamientos. Según el autor, esta es la clave de la poética que identifica a los poemas de la antología De piel en piel (2002).

      Cristo Rafael Figueroa aprecia profundamente a sus colegas, y ese afecto desempeña un papel especial cuando comenta sus trabajos creativos. Con Luz Mary Giraldo lo han unido largas jornadas de trabajo docente y administrativo, pero toda esa labor árida, tan digna de un experto, se matiza cuando comenta la obra poética de la tolimense. Figueroa hace el prólogo en el poemario de Luz Mary Giraldo, Con la vida (1996). Así, señala que “Su título connota un viraje en la actitud poética más centrada ahora en la cercanía de lo cotidiano y una experiencia intelectual asumida con madurez” (Figueroa, “Con la vida o la experiencia” 9). Una crítica mujer comprende de inmediato la importancia del mundo privado, pues la actividad femenina se ha desplegado en este ámbito durante siglos. Cristo Rafael lo enuncia sin dificultad y lo valora. Lo anterior lo lleva directamente a escudriñar el fenómeno de la memoria, un espacio donde el yo lírico despliega un proceso evocativo delicado y nostálgico, que permite el viaje a la infancia. Figueroa, al comentar el poema “La sombra en mi palabra”, nota cómo la soledad absoluta y la ausencia sin esperanza son trascendidas por un movimiento emotivo que logra romper la barrera temporal y escuchar la voz del padre y la caricia de su mano (13-14). Quien conoce a Cristo, quien ha escuchado sus relatos sobre su gente, su familia cercana y extendida, reconoce cómo el crítico establece un vínculo autobiográfico y vital con la poesía de Giraldo. No hay un texto afuera que es interpretado, hay un poema que se inserta dentro de una experiencia irrepetible y concreta y ello permite que su palabra como crítico germine en el texto poético de Giraldo. Para finalizar, Figueroa Sánchez señala: “En definitiva, la variedad de facturas poéticas y la riqueza de formas líricas del libro se alimentan con la vida […]” (16). Se puede entonces glosar esta observación y proponer que la escritura crítica de Figueroa Sánchez también se alimenta de la vida misma.

      En la revista de poesía Ulrika, en el número dedicado a celebrar los veinticinco años de su aparición, Figueroa Sánchez escribe un artículo titulado “La poética de Luz Mary Giraldo: saberes y poderes de la palabra”; este texto construye un panorama amplio sobre el proceso creativo de la poeta tolimense. Figueroa utiliza la imagen de Penélope, quien teje y desteje su urdiembre de palabras, de voces y de ecos. Según Figueroa, los poemas de la antología Con la vida muestran un ejercicio maduro y ubicado firmemente en la realidad; así, Luz Mary Giraldo ha logrado capturar el entorno que la rodea “a través de un mayor conocimiento de los saberes secretos y de las posibilidades y del lenguaje lírico” (45). Este tipo de lenguaje crítico tiene resonancias especiales, pues alude a tradiciones milenarias, cuando las mujeres europeas clandestinamente pasaban a otras generaciones sus conocimientos sobre aquellos fenómenos relacionados con la vida cotidiana, especialmente los secretos de su propio cuerpo. Cristo Rafael ha entrado sin prejuicios en este escenario delicado y misterioso y lo ha convertido en la clave poética que organiza la poesía escrita por Giraldo. Lo anterior sugiere una postura crítica abierta a la sensibilidad de lo femenino, la cual es enunciada y balbuceada tanto por Giraldo como por Figueroa. El artículo crítico se resiste a ser colonizado por un discurso analítico racional; este mismo gesto intelectual le permitió a Cristo Rafael sumergirse en la poética de Montserrat Ordóñez. La metáfora de la red tejida por una laboriosa araña, usada por Figueroa como elaboración simbólica, es una imagen que también afirma la escritura crítica como un texto radial muy sensible, en el que es posible conectar ámbitos aparentemente distantes e incluso antagónicos.

      En 2016, Cristo Rafael presenta el libro De artes y oficios de Luz Mary Giraldo.1 Según el crítico, uno de sus ejes temáticos es la construcción y luego la destrucción del amor. Tal temática exige un análisis de filigrana que no arruine un trabajo poético pleno de matices, ya que la relación amorosa despliega un abanico complejo de emociones y sensaciones. El lenguaje crítico de Figueroa fluye entre diversos poemas, creando una red multisensorial que revela la belleza del sentimiento amoroso, incluso

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