ТОП просматриваемых книг сайта:
La corona de luz 1. Eduardo Ferreyra
Читать онлайн.Название La corona de luz 1
Год выпуска 0
isbn 9789878707037
Автор произведения Eduardo Ferreyra
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
—¿Ustedes poseyeron el cuerpo de Yuk?–preguntó Amsil, con asombrado horror.
—En parte, en parte. Lo hicimos por turnos, no ambos a la vez, y más que poseerlo, lo compartíamos. Temíamos entrar y luego no poder salir. Creíamos conveniente que él siguiera un poco al mando, puesto que era el único capaz de enviarnos de vuelta al mundo de los Gorzuks.
—Pero no pudo hacerlo.
—Podría haberlo hecho, pero cometimos el error de pedirle que no lo hiciera. Yo fui el primero en poseer a Yuk, y vi en su mente recuerdos que, estaba seguro, no eran suyos, sino míos. Ya te hablé de ellos: multitud de jinetes armados llegando al galope, y yo en la piel de un niño que abrazaba a otro que, no tenía dudas, era Azrabul; y éste confirmó luego que así era, al llegar su turno de poseer a Yuk y recordar lo mismo, pero desde su punto de vista. Eso me intrigó y, por primera vez, me plantee el enigma de nuestros orígenes. Creía que Azrabul y yo habíamos nacido y vivido aquí antes, y quería quedarme un tiempo aquí para confirmarlo; pero estaba indeciso, por temor a que luego no pudiéramos volver. Por desgracia Azrabul halló otro recuerdo en la mente de Yuk, algo acerca de lo que éste había leído u oído en algún lugar y que tenía que ver con una corona de luz.
—¡Una corona de luz!
—Así es. Era un dato que el propio Yuk había olvidado; y se asombró de que Azrabul lo encontrara por él. Estaba borroso, porque Yuk desde el principio nunca le había concedido la menor importancia. Se trataba, teóricamente, de una recompensa reservada sólo a esforzados campeones tras ardua búsqueda, pero que en la práctica nadie podía obtener, porque jamás habría alguien lo bastante digno para hallarlo; o sea que tan ardua búsqueda estaba destinada al fracaso desde el mismo inicio. Parece ser que, cuando recién se conoció su existencia, muchos intentaron ir tras la Corona de Luz, creyendo que después de todo, alguien tendría que hallarla algún día. Pero en vano: estaba fuera del alcance de los mortales. Por lo tanto, con el paso del tiempo su existencia misma fue cayendo en el olvido.
Amsil no terminaba de entender.
—Pero, ¿qué tenía de especial esta… Corona de Luz? ¿Concedía algún poder sobrenatural o algo así?–preguntó.
—No sabemos, pero lo que interesó a Azrabul, y a mí me ocurrió lo mismo cuando me contó, fue el reto que representaría su búsqueda. Era un desafío a nuestra altura. Aceptábamos que probablemente nunca la encontraríamos, pero aun así sería interesante descubrir cuán lejos podríamos llegar tratando de encontrarla; ya veríamos, caso de obtenerla, de qué nos servía, o qué haríamos con ella. Así que pedimos a Yuk que nos ayudara a volver a este mundo con un cuerpo material. Él intentó disuadirnos. Dijo que para empezar, la Corona de Luz podía no ser más que una leyenda o un mito, aunque siendo una leyenda tendría al menos una base real, en tanto que siendo un mito buscarla sería sólo una pérdida de tiempo. No tenía la menor idea de dónde debíamos empezar nuestra búsqueda; la Corona de Luz nunca le había interesado, así que no intentó profundizar sus conocimientos sobre ella. Añadió que este mundo agonizaba, que en él la vida era cada vez más dura y que, en suma, era mal momento para regresar a él, si alguna vez habíamos estado; pero cuanto más difícil parecía la empresa, tanto más nos interesábamos Azrabul y yo, de modo que Yuk accedió al fin a ayudarnos, aunque nos advirtió que era posible que algo saliera mal… lo que, por supuesto, no hizo más que reafirmarnos en nuestro propósito de intentarlo.
‘Yuk explicó qué intentaría hacer. Pidió que imaginásemos una persona y su sombra. La sombra sigue a la persona, no tiene independencia, pero una y otra están en mundos separados aunque sean la misma cosa. La sombra está en un mundo de dos dimensiones y la persona que la proyecta, en uno de tres. También nos invitó a imaginar una persona dormida y soñando. La persona real, dijo, está dormida y por lo tanto inconsciente; pero al soñar, su consciencia se traslada a otro mundo que no es verdaderamente suyo. Yuk dijo que eran ejemplos muy básicos, pero que bastaban para ilustrar sus intenciones. Por un lado, creía que nuestra presencia allí era, en cierto modo, ficticia. Nosotros seguíamos en realidad en el mundo de los Gorzuks, pero nuestra consciencia, como en un sueño, se hallaba en este. Por otro lado, si en realidad seguíamos en otro mundo, debía ser posible crear en este una proyección de nuestros verdaderos seres, una especie de sombras. Logrado esto, el siguiente paso sería trasladar a esas… sombras... nuestra consciencia de soñadores. Jamás se había intentado algo así y las posibilidades de fracaso eran inmensas, pero Yuk creía tener conocimientos suficientes para intentarlo al menos. Como imaginarás, mientras más pensaba en ello, más quería él intentarlo, aunque como en este caso los principales riesgos los correríamos nosotros, nos advirtió a qué problemas nos enfrentaríamos incluso si tenía éxito, porque los peligros que nos aguardaban si algo salía mal, directamente era mejor ni imaginarlos. Explicó que, por lo que sabía de nosotros, en nuestro mundo la esencia de nuestro espíritu que era energía arrolladora, pero que aquí sería sólo energía a secas, por ser mera proyección de aquella. y que incluso esa simple proyección podría extinguirse bajo ciertas condiciones, como le sucede al fuego ante el agua; y que si eso ocurría, el resultado podría ser lamentable, porque seguiríamos existiendo, pero sin ser realmente nosotros mismos... Ojalá hubiéramos hecho caso de su advertencia.
—Entonces, ¿Yuk lo logró? ¿Cómo hizo?–interrumpió Amsil.
—Lo logró como puedes ver, porque si no, no estaríamos aquí en carne y hueso. En cuanto a cómo hizo, por desgracia no lo sé: encantamientos, ritos e invocaciones, pero ignoro cuáles. En el caso de los ritos la cosa se complica más, porque requieren de signos visibles, y si tienes existencia corpórea ves las cosas de forma muy diferente que si eres desencarnado. De todas maneras, eso no es importante; lo esencial es que no olvides lo que te dije acerca del mundo de los Gorzuks y de la Corona de Luz.
—¿Es esencial que no lo olvide? ¿Y por qué?
—Porque ya lo estamos olvidando Azrabul y yo. No sabemos por qué, pero nos alarma. Tal vez algo le salió mal a Yuk, después de todo. No sólo eso, sino que nuestras mentes se están llenando de recuerdos falsos. A veces uno de nosotros cree recordar que estuvo en tal o cual lugar, y es el otro quien tiene que desengañarlo. Otras veces lo hacemos ambos, hasta que caemos en la cuenta de nuestro error. Eso nos asusta. Nos sentimos capaces de hacer frente a muchas cosas, pero no a esa especie de locura. Ahora ya sabes que en este mundo no tenemos pasado, salvando ese único recuerdo que te dije; así que tendrás que ser tú quien nos recuerde de qué mundo vinimos y a qué.
—No, no puedo hacerlo–dijo Amsil.
—Sí puedes.
—Encuentren a alguien mejor. Yo soy un fracasado.
—Amsil, ¿vas a hablarnos a nosotros de fracaso? ¿A nosotros, que vinimos aquí en una búsqueda absurda, inútil y loca, y que ni por dónde empezar sabemos?
—¡No es lo mismo! Ustedes se animan porque son altos y llenos de enormes músculos. Yo soy cobarde, débil e insignificante.
—Amsil, carajo, me importa un choto si hay alguien mejor que tú, mil mejor que tú o miles de miles mejor que tú, ¡porque queremos que seas tú! Si quisiéramos a alguien grande y lleno de músculos, habríamos acudido al tipo al que Azrabul hizo mierda en la posada. De niños, Azrabul y yo lloramos abrazados, por tener miedo y no poder hacer otra cosa. Lloraste abrazado a Azrabul, porque no podías hacer otra cosa; así que eres el que necesitamos, y si no nos sirves tú, mucho menos los demás. ¿De qué nos serviría un coleccionista de éxitos que nos abandonase al notar que jamás triunfaremos?