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que llevaran educación y civilización a su gente. Es decir que el plan sería que ellos formen una pequeña colonia a la que también se sumará un sacerdote. En pocos días los fueguinos estarán en el barco y usted tendrá oportunidad de conocerlos. Originalmente eran cuatro pero uno murió. Los dos menores tienen unos doce años y se llaman Jemmy Button y la chica Fuegia Basket, son tremendamente simpáticos e inteligentes. El mayor, York Minster, es un tanto más huraño, creemos que tiene unos veintiocho años.

      Durante la visita Stokes le presentaba gente a Darwin quién no podía retener los nombres y las caras por más esfuerzo que realizaba. Tan sólo pudo recordar a Wickham, que era el segundo de Fitz Roy y al joven King, con quien compartiría la sala de mapeo junto a Stokes y que además era el hijo del conocido capitán Parker King, superior de Fitz Roy en el anterior viaje del Beagle y que comandaba el H.M.S. Adventure, barco mucho mayor al Beagle.

      —¿Dónde se come? —preguntó Darwin

      —Hay un comedor general para la tripulación, una pequeña sala para oficiales, allí como yo, pero usted será el privilegiado que desayunará en el camarote del capitán. Es un honor que raramente se confiere, Sr. Darwin.

      —Puedes llamarme Charles.

      —Sólo si usted me llama John.

      —¡Pues bien que así sea, John!

      Finalmente la oscuridad y la lluvia persistente hicieron que la visita de Darwin terminara y ambos quedaron en encontrarse al día siguiente para comenzar a guardar a bordo las pertenencias de Darwin, a quien le asustaba la posibilidad de no poder llevar todo lo que tenía previsto.

      Durante algunas semanas más continuó el aprovisionamiento y equipamiento del barco. Fitz Roy aprovechaba los momentos libres para llevar a Darwin a conocer la ciudad, la que tenía una riquísima historia marina. Entre otras cosas desde allí había partido la flota inglesa al mando de Francis Drake que enfrentó y venció a la temible Armada Española en Calais, Francia, en 1588.

      —La leyenda dice que antes de partir hacia la batalla, Drake pasó un tiempo jugando a las cartas en las tabernas del puerto, como dando a entender que no estaba muy preocupado por los españoles, pero no es así. —Fitz Roy era un gran conocedor de la historia militar y le gustaba demostrar sus amplios conocimientos— La verdad es que para salir del puerto de Plymouth hace falta que los vientos soplen de un cuadrante específico coincidiendo con marea alta y saliente. Esta combinación se da en promedio tan sólo uno de cada cuatro días. Es decir que Drake se quedó jugando a las cartas esperando las condiciones favorables. Lo mismo que deberemos hacer nosotros en los primeros días de diciembre cuando ya estemos preparados para partir.

      Continuaron caminando por los muelles. El puerto estaba dominado por una poderosa ciudadela. Con sus cañones el castillo controlaba el acceso al puerto, pero también había jugado un rol importante en batallas terrestres.

      —El castillo fue construido por el rey Enrique VIII y reconstruido por el rey católico Charles II Stuart (Estuardo). Sin embargo le sirvió en contra de sus intereses ya que en la guerra civil la ciudad se declaró a favor del protestante William (Guillermo) de Orange. Charles la sitió pero la ciudad, defendida por la fortaleza, soportó el ataque y finalmente fue uno de las batallas que más contribuyó a la caída del rey católico y el principio de la dinastía de Orange y el sostenimiento de la religión protestante.

      Fitz Roy continuaba con sus explicaciones. —Allá, —dijo apuntando a un espigón que se proyectaba hacia el mar perdiéndose en la pesada bruma— está el muelle desde el que partió el famoso Mayflower que llevaba a los primeros colonos ingleses que poblaron América del Norte, los pilgrims (peregrinos). Seguramente guardaron buenos recuerdos de Plymouth ya que cuando llegaron a América llamaron a su colonia Plymouth.

      —Como verá Sr. Darwin este puerto ha sido testigo de grandes eventos históricos, algún día alguien recordará que usted y yo partimos de aquí para dar la vuelta al mundo —esto último dicho en un tono jovial.

      En el barco continuaba la actividad febril. Se aprovechaba cualquier pequeño espacio para guardar equipamiento y aprovisionamiento, ya que no volverían a Inglaterra por más de cuatro años. En la misma sala de mapeo se instaló una de las novedades tecnológicas que llevaba el Beagle: los veintidós cronómetros portátiles más exactos de Gran Bretaña. Muy entusiasmado, Stokes le explicó a Darwin para qué les servirían.

      —Para hacer mapas o incluso para saber en qué lugar uno se encuentra se utilizan coordenadas. La latitud indica la posición respecto del ecuador mientras que la longitud la indica el ángulo respecto del meridiano de Greenwich, cercano a Londres. Para medir la latitud se utiliza un sextante, le confieso que nunca vi uno tan bueno y exacto como el del capitán. El sextante mide el ángulo del sol o alguna estrella, en su punto más alto respecto del horizonte, en el caso del sol esto pasa al mediodía. Como un barco siempre está en movimiento es muy difícil realizar una buena medición a bordo por lo que generalmente se debe bajar a tierra por la mañana y allí esperar el mediodía. Para medir la longitud se debe registrar la hora exacta en que el sol alcanza su punto más alto, los cronómetros llevan con gran precisión la hora de Greenwich. Al saber a qué hora de Greenwich se da el mediodía en la estación de medición se sabe a qué distancia del meridiano uno se encuentra. Cuanto más preciso es el cronómetro menor es el error. Llevamos veintidós para que se vayan promediando los errores y así mejorar la precisión. Estimamos que el error será menor a los veinte segundos de grado, lo que llevado a distancia implica que cualquier posición en el mundo tendrá un error menor a dos mil pies. Nunca en la historia se efectuaron mediciones más exactas y yo seré el encargado en efectuarlas. —La cara de Stokes irradiaba un orgullo que Darwin había visto pocas veces.

      Pasaron casi dos meses hasta que el barco estuvo preparado para el viaje. A partir de entonces la tripulación estaba obligada a quedarse a bordo para poder partir rápidamente cuando las condiciones del tiempo fueran las apropiadas. Los días pasaban uno tras otro. Diciembre avanzaba pero la naturaleza parecía no querer dar permiso a que el viaje empezara. Darwin pensaba que el día de la partida no llegaría nunca. Finalmente cuando llegó Navidad el capitán decidió dar permiso a la tripulación para ir a misa. Al finalizar ésta gran parte de los tripulantes pasaron a despedirse de las tabernas, varios llegaron en avanzado estado de ebriedad. En la mañana del 26 de diciembre las condiciones del tiempo eran perfectas para la partida pero no las condiciones de la tripulación. Fitz Roy se vio obligado a postergar por un día más el inicio de la expedición. Por suerte el 27 las condiciones se mantuvieron buenas y pudieron zarpar.

      Sin embargo Fitz Roy no iba a dejar pasar sin castigo la indisciplina anterior. Preparó la arenga que daría esa tarde en alta mar pero también preparó el castigo a los más ebrios. Darwin conocería esa tarde una nueva faceta de la personalidad del capitán, personalidad que nunca llegaría a conocer realmente y que finalmente desembocaría en una tragedia.

      Capítulo 3. La semilla de una idea en el medio del océano

      What I remember most of those first days on board of the Beagle, was Darwin’s seasickness. The starting of the trip was very little promising even though…

      Lo que más recuerdo de aquellos primeros días a bordo del Beagle eran los mareos de Darwin. El inicio del viaje fue poco prometedor a pesar de que el capitán realizó una estupenda arenga desde el puente de mando que todos recordaríamos por años.

      Una vez que el Beagle hubo pasado la escollera exterior del puerto y que la navegación estuvo estabilizada Fitz Roy ordenó que la tripulación se congregara frente al puente de mando. Desde allí, gritando por encima del ruido del mar y del viento, dirigió unas palabras destinadas a levantar la moral y crear lo que él llamaba el esprit de corps o sentimiento de grupo. Era algo muy común en la marina inglesa. Empezó leyendo el texto escrito en la madera del puente de mando: “England expects every man to do his duty”,

      —“Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber”, —dijo Fitz Roy —esas fueron las famosas palabras del Almirante Nelson antes de la batalla de Trafalgar en la que triunfó por sobre el enemigo

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