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Janeiro fueron las que relevamos. Para mi amigo Darwin significó descubrir la selva tropical, con su exuberancia tanto en animales como plantas. Creo que en un ningún otro punto del viaje pudo recolectar tantos especímenes distintos. Sin embargo puedo afirmar con total convicción que lo que más le chocó al joven Charles, del imperio de Brasil, fue ver de cerca la esclavitud y lo que más lo marcó fue descubrir otra faceta del capitán Fitz Roy.

      El Beagle había arribado a la primera zona que debía relevar. El acceso al puerto de Bahía no estaba bien señalado en ninguna carta marina. El capitán efectuó gran parte de los relevamientos pero decidió interrumpirlos para viajar a Río de Janeiro y allí reportarse a la sede del Almirantazgo (de Inglaterra) que tenía jurisdicción sobre la flota inglesa en Sud América. En Río encontraron varios buques de la Real Marina. Pasadas las formalidades Fitz Roy recibió instrucciones de terminar los relevamientos en Bahía, y luego proseguir camino hacia el Río de la Plata. Darwin junto con Augustus Earle permanecerían en Río de Janeiro hasta la vuelta del Beagle. Charles aprovechó para conocer la densa selva que circundaba la ciudad. Desde su vivienda en Botafogo veía a corta distancia la montaña que dominaba la zona: el Corcovado. Con sus dos mil pies de altura tenía uno de sus costados formado por una pared perfectamente vertical de unos mil pies. A sus pies una espesa selva y una laguna de agua salada.

      Darwin y Earle se hicieron amigos de un comerciante irlandés, Patrick Lennon, que los guió no sólo por los principales lugares de interés sino también por los recovecos de una sociedad imperial y a la vez esclavista. La experiencia reforzó la opinión de Darwin respecto de la barbarie que representaba la esclavitud, tan común en ese país y que aún perduraría más de cincuenta años.

      Casi dos meses después volvió el Beagle y Darwin se enteró de la muerte de tres tripulantes, el bravo Morgan y los muchachos, casi niños, Boy James y Musters. Todos ellos sucumbieron a una fiebre que se les declaró luego de una expedición por el río Macacu, y murieron durante el camino a Bahía. Estas muertes afectaron profundamente la moral de la tripulación.

      The death of poor little Musters was such a heavy blow to me that many years after that, during our next voyage aboard the Beagle under de command of Mr Wickham, we stopped at Bahia to visit the tomb of young Musters…

      La muerte del joven Musters fue para mí un golpe tan duro que muchos años después, en la siguiente expedición del Beagle bajo el comando del Sr. Wickham, paramos en Bahía para visitar su tumba.

      Para un capitán, la muerte de miembros de su tripulación es mucho más difícil de absorber que para los demás ya que siempre siente la responsabilidad de que esas muertes se produjeron como consecuencia de sus decisiones. El peso de estos eventos afectó enormemente el estado de ánimo de Fitz Roy y seguramente de alguna manera explica el terrible humor que tuvo durante los siguientes días. Quienes no lo conocían bien, pudieron ver otra faceta de Fitz Roy. A Darwin casi le cuesta el viaje.

      El 5 de julio el Beagle partió de Río de Janeiro rumbo a Montevideo.

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      San Salvador de Bahía, por Augustus Earle.

      De a poco se recuperó la normalidad. Después de varios meses Darwin volvió a compartir las comidas con el capitán Fitz Roy en su camarote. El almuerzo del 6 de julio de 1832 sería uno de los que Charles nunca olvidaría.

      Todo comenzó con una charla como tantas otras. Fitz Roy hizo una breve reseña de lo que vio durante la segunda visita a Bahía y a Abrolhos. El capitán le contó que había descubierto de dónde provenía el nombre “Abrolhos”; los navegantes portugueses sabían que allí se escondían peligrosos arrecifes de coral y el mensaje que se daban cuando iban a esa zona era: “Abra los ojos cuando pase por la región” que en portugués se dice “Abra os olhos quando passares pela região”; de la contracción de la primera parte viene el nombre “Abrolhos” —“Y eso es exactamente lo que hay que hacer cuando se navega por allí, —dijo Fitz Roy— hay que abrir bien los ojos”.

      Luego de hablar del trágico manglar de la desembocadura del río Macacu, que se había cobrado las vidas de tres tripulantes, Darwin le empezó a relatar sus observaciones por los alrededores de Río de Janeiro cuando el Beagle se hallaba a muchas millas más al norte.

      —Una de las cosas que más me chocó, capitán, es haber encontrado tres hombres armados hasta los dientes y de aspecto muy fiero cuando subíamos el Corcovado. El señor Patrick Lennon, que nos acompañó y fue nuestro guía, nos comentó que se trataba de cazadores de esclavos escapados. Estos hombres cobran por esclavo capturado, ya sea vivo o muerto. Con llevar un par de orejas ya cobran su parte. Estaban allí porque la selva en los alrededores del Corcovado es uno de los lugares elegidos por muchos de los esclavos que escapan de las plantaciones de los alrededores de Río de Janeiro.

      Lennon le había contado a Darwin que no hacía mucho un esclavo suyo, que había escapado, volvió espantado a su plantación porque lo perseguían dos de estos cazadores y sabía que si lo capturaban lo matarían.

      En la misma caminata Lennon llevó a Darwin y a Earle hasta una piedra que se proyectaba como un balcón sobre un precipicio de trescientos pies de altura. Un tiempo atrás, muy cerca de allí, se había establecido un pequeño grupo de esclavos escapados. Eventualmente fueron detectados y cercados por varios cazadores de esclavos. Todos se entregaron menos una de las mujeres que corrió hasta esa piedra y saltó al vacío. Había preferido la muerte antes que volver a la esclavitud.

      —Hay historias desgarradoras. —dijo Fitz Roy —Recuerdo que el capitán Paget del H.M.S. Samarang, contó que en una plantación le preguntó a uno de los esclavos qué desearía más en la vida y éste le respondió que lo que más quería era volver a ver a sus hijos, que habían sido vendidos a otra plantación. La esclavitud requiere de patrones muy conscientes y responsables para que pueda ser llevada adelante de una manera humanitaria.

      —¡Ni siquiera con patrones conscientes y responsables capitán! —dijo Darwin— Yo diría que Patrick Lennon es de los patrones más amables con sus esclavos, sin embargo ese poder absoluto sobre la vida de otras personas hace que el patrón pierda la perspectiva de lo que significa “consciente y responsable”. Una tarde estábamos Earle y yo en su plantación y presenciamos un hecho lamentable. Lennon comenzó a discutir con su capataz por un tema sin la menor importancia, pero la discusión fue creciendo hasta que ambos hombres se gritaban uno al otro. Entonces Lennon dijo que vendería las dos hijas del capataz, ambas esclavas de su plantación, para que él no las volviera a ver. Entre Earle y yo logramos calmar a los hombres pero a la mañana siguiente Lennon insistía que vendería a las dos niñas para hacer escarmentar al capataz. Finalmente lo convencimos de que no lo hiciera pero estoy seguro que sólo esperó nuestra partida para venderlas.

      —Estimado Darwin, obviamente no estoy a favor de la esclavitud, sin embargo hay que tener en cuenta que ésta existe desde hace milenios. Ya se la mencionaba en la Biblia, existía en la antigua Roma y en Inglaterra el régimen de servidumbre de la Edad Media no era muy distinto de la esclavitud. A pesar de que me siento orgulloso de que la esclavitud no exista en el Reino Unido, no se puede negar que ésta funciona adecuadamente en varios países como por ejemplo en los Estados Unidos de América o en el imperio de Brasil que acabamos de ver. En ambos casos se trata de sociedades cada vez más justas con una economía pujante.

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      Escenas de esclavitud, por F. Denis y C. Famin.

      —¡Cómo puede decirme una cosa así, capitán! ¡No puede hablar de una sociedad justa mientras haya personas a las que se las puede matar, vender, violar o separar de sus hijos!

      A esta altura Darwin hablaba con un tono decididamente exaltado, en cambio Fitz Roy seguía hablando con una frialdad que denotaba que hacía un esfuerzo para contenerse.

      —Señor Darwin, mientras usted estaba en Río de Janeiro yo también tuve oportunidad de visitar en Bahía una plantación con esclavos. Vi donde vivían

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