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está en puerto, vuelve directamente a Inglaterra. Uno de mis empleados esperará que terminemos de escribirla para llevarla al barco.

      Coghlan llevó a Moreno hasta su escritorio, trajo papel, tinta y pluma. Moreno se sentó pero tenía su mente en blanco, no se le ocurría qué decir ni cómo empezar. —“¿Qué le escribo?” —le preguntó a Coghlan. —Cuéntele sobre su viaje a las nacientes del Limay, sus aventuras con los indios, sus descubrimientos y hallazgos. Stokes es un hombre de aventuras y le entusiasmará leerlo de su puño y letra. El verá que usted es uno de los suyos, o sea un explorador. Luego descríbale el viaje que planea por el Santa Cruz, que no es ni más ni menos que continuar el viaje que él, Fitz Roy y Darwin hicieron hace cuarenta años. ¿Usted leyó las crónicas que ellos escribieron?

      —Sólo la de Darwin.

      —Perfecto, recuérdeme darle luego las crónicas de Fitz Roy, son más detalladas, aunque más aburridas que las de Darwin. —Y luego agregó —Finalmente usted debe pedirle su ayuda. Que le suministre toda la información posible de la zona: mapas, croquis, coordenadas, lugares para acampar, etc.

      Moreno lo miró con cara dubitativa: “¿A usted le parece que nos dará esa información? ¿Por qué habría de hacerlo?”

      —La única razón por la que él lo haría es que su carta lo entusiasme. Que él vea reflejado en usted al Stokes de su juventud. Que sienta que si usted llega a la cordillera remontando el río es un poco como que él también llegara. Que su expedición sea una continuación de la que ellos hicieron hace cuarenta años. Todo depende de su pluma estimado Moreno… entusiásmelo… Yo lo ayudo con la ortografía inglesa que es un poco tramposa.

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      John Lort Stokes al ser ascendido a Almirante., por Stephen Pearce

      Se hizo de noche y ambos pasaron varias horas escribiendo en la penumbra. Eligiendo cuidadosamente cada palabra. Finalmente, en la madrugada, sin estar muy conformes, terminaron la carta que fue llevada al Arrow y partió rumbo a Londres, específicamente al Almirantazgo inglés para allí ser entregada en mano a una de las leyendas vivientes de la marina inglesa, el más importante explorador de Australia, Nueva Zelanda, Tierra del Fuego, la Patagonia, las Islas Galápagos y muchos otros lugares recónditos alrededor del mundo y, por sobre todas las cosas: ayudante y amigo de Robert Fitz Roy y Charles Darwin, el vicealmirante John Lort Stokes.

      Capítulo 2. Un pacto de caballeros

      Moreno se encontraba en su escritorio planificando el viaje que esperaba poder realizar hacia finales de ese año de 1876 cuando lo interrumpió la voz de Pedro, uno de sus empleados domésticos.

      —¡Señor Moreno! Llegó un paquete para usted. Viene de Inglaterra.

      Este se dio vuelta y vio que Pedro traía un sobre, dos cajas y un rollo que seguramente contenía algunos planos.

      —Deje todo sobre esta mesa y vaya a avisarle al señor Coghlan, ¡rápido!

      Mientras Pedro salía Moreno empezó abriendo el rollo. En este venían tres láminas más grandes que su escritorio. La primera era un mapa del estuario del río Santa Cruz en el que no sólo se mostraban el río y las colinas circundantes sino también las profundidades de cada punto del estuario. ¡Con la información de esta lámina se podía saber qué zonas del estuario eran aptas para un barco de gran calado! “Mount Entrance” (Cerro Entrada) y “Shingle Point” (Punta Pedregullo) eran los dos promontorios que enmarcaban la boca del estuario. Desde otro promontorio interno del estuario, indicado en el mapa como Weddell Bluff, de 300 pies de altura, estaban dibujados dos rayos como los que se utilizan para señalar el ángulo visual de un faro. El ángulo se proyectaba hacia el mar con una apertura de no más de 10 grados. “Seguramente en ese lugar la tripulación del Beagle construyó un monolito que podía ser visto desde el mar cuando se está entre esos dos rayos.” Los faros o monolitos se construyen en lugares que entrañan peligros… en este caso el mapa mostraba que la boca del estuario escondía una trampa mortal para aquellos que no estuvieran avisados… Justo frente a la entrada había un banco rocoso, hundido, en forma alargada paralela a la costa, en el camino más lógico que usaría un barco ignorante del peligro oculto. “Claro —pensó Moreno— el verdadero canal de entrada es bien por el sur, si un barco entra de frente choca contra los arrecifes y se hunde. El monolito está para señalar: por aquí no entre”. El mapa también indicaba con flechas gruesas las direcciones de las mareas con su velocidad en nudos2 (¡hasta 6 nudos!), más abajo una leyenda advertía: Mareas de hasta 33 pies. “Entonces estas líneas punteadas representan la costa y las islas interiores cuando baja la marea” se dijo Moreno “Weddell Bluff sólo debe ser visible una vez dentro del estuario, cuando se pasa frente a Keel Point.”

      Todavía fascinado por la primera lámina Moreno miró la segunda. Esta consistía en tres vistas desde el mar de la boca del estuario. Representaban exactamente como se veía la costa desde el puente de mando. La vista superior era desde el NE, el ángulo de esta vista se aclaraba superiormente (250 grados). Se veían los promontorios de la entrada pero una leyenda inferior aclaraba “Entrance not possible from the North”. La segunda vista era la que correspondía al ángulo de 300 grados, una vista casi desde el este. Una leyenda inferior advertía que rocas sumergidas impedían el acceso desde este punto. En el dibujo se apreciaba que entre los dos promontorios de entrada se podía ver un acantilado dentro del estuario, y que en la parte más alta de este había un monumento. Una flecha y una leyenda aclaraban “Weddell Bluff visible from here” (Weddell Bluff visible desde aquí). Finalmente en la vista inferior se indicaba la única vía de acceso al estuario, la sur; aunque una leyenda advertía “Entrance only possible at high tide” (entrada sólo posible con marea alta). No sólo las piedras y el bajo calado eran una amenaza para un barco que buscara el abrigo del puerto del estuario del río Santa Cruz sino que también la velocidad de las corrientes de marea representaban un verdadero desafío para un barco cuya única manera de locomoción estaba basada en el viento. El capitán de un barco debía ser paciente y esperar no sólo las mareas que lo podían ayudar sino también que éstas coincidieran con vientos del cuadrante correcto. “Obviamente no se trata de un puerto apto para naves en emergencia”. Sin embargo, como recompensa, el puerto del Santa Cruz ofrecía en su interior aguas tranquilas, ideales para el descanso de un barco y su tripulación, y por lo que Moreno sabía, eso era lo que había buscado el Beagle en 1834.

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      Mapa del estuario del río Santa Cruz, levantado por los oficiales del Beagle.

      Por último, la tercera lámina mostraba todo el recorrido del río Santa Cruz desde el estuario hasta los Andes, aunque éstos inmersos en la zona de “terra incognita”. Varias de las montañas de la cordillera estaban bautizadas (¡una con el nombre Mount Stokes!) porque seguramente la expedición las veía en el horizonte, pero nunca habían llegado a ellas.

      Moreno abrió una de las cajas. En ésta había una gran cantidad de croquis prolijamente doblados. El título del primero de ellos rezaba “Views from Observation Points on Keel Point and Weddell Bluff” (Vista desde puntos de observación sobre Punta Quilla y Weddell Bluff). Mostraban en forma somera la vista del horizonte desde Punta Quilla y desde Weddell Bluff; Shingle Point, Mount Entrance, Sea Lion Island, Beagle Bluff y varios otros puntos notables estaban recortados contra el cielo tal cual se veían desde Punta Quilla y Weddell Bluff, y por sobre ellos la indicación en grados que significaba el ángulo de la visual respecto del norte magnético. Más abajo, la memoria de cálculo de las coordenadas de cada uno, es decir cómo llegar a las coordenadas de cada punto notable a partir de las coordenadas de Punta Quilla y Weddell Bluff más los ángulos respecto del norte magnético. Moreno conocía bastante de geodesia y sabía que de esta manera se podían calcular las coordenadas de lugares lejanos que fueran visibles aún si no fueran alcanzables, y así poder ubicarlos correctamente en un mapa. Moreno sonrió por el placer que le daba tener esta

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