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Competencias básicas de control ejecutivo Control atencional Memoria de trabajo Control inhibitorio Actividad motora compleja Procesos cognitivos Flexibilidad cognitiva Capacidad para resolver problemas Razonamiento abstracto Fluidez verbal/visual Ejecución de tareas Planificación, organización, evaluación en respuestas no automáticas Automonitoreo y autocontrol Capacidad para iniciar y terminar tareas Capacidad para inhibir respuestas Aspectos emocionales y de relación Reconocimiento y anticipación de estados de ánimo e ideas en los otros: empatía, teoría de la mente

      En diversos estudios se ha postulado la existencia de tres sistemas de redes neurales, que se corresponderían con las funciones atencionales de alerta, orientación y atención ejecutiva. El sistema de orientación está implicado en la selección de información a través de diversos inputs sensoriales e implica la capacidad de cambio –rápido o lento– del foco atencional, de acuerdo al contexto (Konrad et al., 2005).

      La atención en sus diversas modalidades, constituye un dominio difícil de definir. No obstante, en psicología hay bastante consenso en que la cantidad de información que se puede procesar en un momento dado es limitada y, por tanto, no es posible realizar simultáneamente muchas tareas. El cerebro requiere aplicar filtros a la gran cantidad de estímulos a la que está expuesto permanentemente, de manera de permitir la entrada solamente a aquella información (interna o externa) requerida para resolver la tarea que lo ocupa. Este proceso selectivo se conoce como atención.

      Sin embargo, la atención no es un proceso único, sino que se manifiesta en diferentes formas, como por ejemplo, atención focalizada, sostenida, selectiva. La atención focalizada es la forma más básica y corresponde a la capacidad para atender en un momento dado a una sola clase de estímulos, ya sean visuales, auditivos o táctiles, ignorando los demás. La atención sostenida es la capacidad de mantener el foco en la tarea durante el tiempo requerido para llevarla a cabo, mientras la atención selectiva es la que se pone en acción cuando se necesita priorizar solo los estímulos relevantes para una tarea. La atención dividida supone la habilidad para responder simultáneamente a varios estímulos o demandas situacionales, lo que resulta tanto más posible cuanto más rutinaria y mecánica sea la tarea (Ardila, 2012).

      Ana María Soprano (2009) define las funciones ejecutivas y atencionales como funciones de alto nivel que infiltran y comandan todas las otras funciones cognitivas. Y agrega que las funciones atencionales seleccionan las informaciones que serán tratadas (en ese nivel intervienen la motivación del sujeto, su historia, sus gustos, sus proyectos) mientras las ejecutivas “ejecutan”, o más bien gestionan y dirigen la ejecución de los diferentes programas. Desde esta perspectiva, los módulos cognitivos están subordinados a las funciones atencionales y ejecutivas.

      Coincidentemente, Ardila (2012) plantea que la planificación y organización de la tarea, la inhibición de conductas inapropiadas para su realización, el mantenimiento del pensamiento flexible y casi todos los procesos intelectuales, están relacionados con la atención, por lo tanto, se les llama también procesos de alto orden de la atención, o control atencional.

      Los problemas atencionales en cualquiera de sus formas, como por ejemplo, el clásico Síndrome por Déficit Atencional, pueden llegar a afectar la expresión del potencial intelectual del niño y su capacidad aprender, en la medida que se interfiere el proceso en la primera etapa, vale decir, en la entrada de la información al sistema.

      La memoria es un proceso cognitivo fundamental, en la medida que posibilita la conservación de la información trasmitida al cerebro por señales sensoriales una vez que se ha suspendido dicha señal. La memoria permite guardar y conservar esa información de modo que posteriormente pueda ser recuperada. Por otra parte, y dado que la memoria conserva las experiencias pasadas, permite a la persona adaptarse al presente y orientar el futuro. Al igual que la atención, la memoria se relaciona con muchos otros procesos corticales superiores (Sohlberg y Mateer, 1981, en: Ardila 2012).

      Aprender (y enseñar) solo es posible gracias a la memoria: proceso mediante el cual se codifica, almacena y recupera la información y que permite usar los conocimientos adquiridos, procesados, almacenados y recuperados, para adaptarse a las nuevas situaciones. Si el proceso falla en alguna de sus etapas, el aprendizaje no ocurre. Este nuevo estatus de la memoria deja muy atrás los tiempos en que tener buena memoria era ser “memorión” y por ahí, no muy inteligente. Hoy se reconoce incluso, que sin la capacidad de recordar experiencias pasadas, seríamos viajeros errantes en un mundo perpetuamente nuevo.

      La memoria no es un proceso unitario, sino que involucra varios sistemas específicos y relativamente independientes entre sí. Por ejemplo, la memoria semántica (de los significados) y la memoria autobiográfica, que permite revivir el momento y que comprende circuitos cerebrales involucrados en la emoción. Recordar es, en gran parte, un acto creativo y de imaginación, de reconstrucción del pasado Esto último explica que hechos con contenido e implicancias emocionales se recuerden mejor que las rutinas con bajo compromiso emocional, consideración que debería estar presente en las metodologías y en los currículos escolares.

      La memoria es un proceso que se realiza en etapas: retención o registro, almacenamiento o conservación y evocación o recuperación de la huella mnémica. Puede conservar información ya sea durante pocos segundos o por períodos que pueden abarcar toda la vida de una persona.

      Hay muchas maneras de diferenciar entre distintos tipos de memoria, y una de ellas es diferenciar en función del tiempo: memoria sensorial, memoria de corto plazo (MCP) y memoria de largo plazo (MLP).

      La memoria sensorial abarca a su vez varios subtipos, que se relacionan con su fuente perceptiva. Consiste en representaciones de estímulos sensoriales, por lo que solo tiene sentido si se le transfiere a la MCP, donde se le asigna sentido y se procesa para ser transferida a la MLP, si es el caso que no se elimina antes de estos procesamientos. Respecto de este tipo de memoria concita reservas en cuanto a considerarla efectivamente un tipo de memoria, ya que consiste solo en el reconocimiento inmediato (momentáneo) del estímulo que perciben los sentidos y que permite su reconocimiento.

      La memoria de corto plazo (MCP), también llamada memoria de trabajo, es un registro menos preciso y menos exacto que el sensorial. Puede retener siete elementos o paquetes de información (bits), con variaciones de más-menos dos elementos. Un paquete o bit, es un grupo significativo de información que puede ser almacenado como una unidad en la MCP. Este tipo de memoria participa primero en la mantención on line y después, en la manipulación de la información. Permite mantener la información mientras se la está utilizando; por ejemplo, permite recordar instrucciones, objetivos de la acción que se está realizando, utilizar alternativas, recombinar ideas, etc. Se le ha llamado también memoria operativa y posibilita

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