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“Parece que se mató una mujer”, le contó a un compañero y aguardó por novedades.

      A los pocos minutos, desde el camión de exteriores, reportaron que ya estaban en Belgrano. Mientras, los técnicos orientaban la antena del móvil para poder transmitir en directo cuanto antes y el cronista recogía los primeros datos. Un vecino arriesgó que la mujer se había tirado desde un quinto o un sexto piso y otro que llegó exaltado, atraído por la cámara, aseguró: “La señora que se mató es la mamá de Caniggia; pobre señora, estaba muy deprimida”.

      Un portero de la cuadra no tardó en confirmar la identidad de la víctima: era Nélida Tomasa La Iglesia de Caniggia, la madre de Claudio Paul, el “Pájaro”, el futbolista que en aquel momento estaba radicado en Roma y hacía unas semanas había sido desafectado de la selección argentina.

      La noticia llegó a la redacción y rápido se anunció al aire. Fue un “último momento”, otra “primicia exclusiva” de Crónica TV. Y la clave para estar antes había sido aquel aparato de radio, hoy obsoleto y en desuso, que largó los primeros datos del drama que enlutó a la familia Caniggia.

      Fellig había instalado en su Chevy marrón de dos puertas una radio de onda corta para escuchar a la policía de Manhattan y así logró ser el primero en aparecer en la escena del crimen. Con su cámara capturaba incendios endemoniados antes de que llegaran los bomberos, registraba ejecuciones mafiosas y fotografiaba choques automovilísticos antes de que las ambulancias retiraran los cuerpos bañados en sangre.

      “Weegee” lo hizo en aquellos años de depresión y pobreza en Nueva York. García lo emuló en Buenos Aires, primero desde las páginas del diario Crónica y desde mediados de los noventa en Crónica TV.

      Otro eslabón fundamental en la cadena de producción de las primicias es la placa roja. Y aunque ya no sea un secreto, el método resulta infalible: el cartel que cubre toda la pantalla permite ventilar lo urgente. Basta con decir qué pasó y sin ninguna otra pista para no orientar a los competidores. Una vez publicado, ya habrá tiempo de llegar al lugar de los hechos y ampliar la información con más detalles. Así habrán sumado una victoria más a su frondosa lista de anticipos.

      Mario Gavilán se despertó con el sonido del teléfono. Eran casi las tres de la mañana de una madrugada muy fría del invierno de 1993. El periodista, con gran experiencia en los informativos de televisión, estaba acostumbrado a recibir llamados a horas extrañas, pero igualmente se alarmó. Atendió dormido y escuchó una voz que conocía: “Necesito verte”, le dijeron. Era Héctor Ricardo García; quería confiarle un proyecto que le quitaba el sueño. Y se encontraron al otro día.

      Habían trabajado juntos por última vez en Teledos Informa, hacía cinco años, pero se conocían desde al menos dos décadas atrás cuando García mandaba en Teleonce. Gavilán estaba entonces en el área de noticias como redactor del legendario Reporter Esso. Integró después el equipo de Nuevediario, pasó por Canal 13 y durante los primeros once meses de la presidencia de Carlos Menem se desempeñó como interventor de Argentina Televisora Color (ATC). En el medio muchos lo llamaban “el padre de los noticieros”.

      “El Gallego me habla de un proyecto ambicioso, quería hacer la CNN criolla”, recordaría Gavilán a mediados de 2006 mientras tomaba un cortado en La Biela, el tradicional café de la Recoleta que se transformó en su búnker cuando se alejó de las redacciones. “Le pregunté dinero para cuánto tiempo había y me aseguró que podíamos estar tranquilos seis meses. ‘En seis meses este canal está impuesto’, le prometí”.

      La inversión inicial para el lanzamiento de Crónica TV fue de apenas dos millones de dólares. No necesitarían mucho más. García contaba ya con la infraestructura técnica y logística de Estrellas Producciones, la empresa que había creado en los años ochenta para generar contenidos de cine y televisión. Valuada en diez millones de dólares, la productora tenía cuatro estudios, veinte cámaras, ocho islas de edición y siete microondas. Sumaron cuatro nuevos móviles. “Todo última generación, pibe”, se enorgullecía García ante un cronista de Página/12, días antes de que la nueva señal estuviera al aire.

      En noviembre hicieron el casting para seleccionar al personal que cubriría las áreas técnicas y periodísticas. Estudiantes de ciencias de la comunicación y periodismo, locutores, camarógrafos y profesionales de otros medios desfilaron por Riobamba 280. Mario Gavilán se ocupó personalmente de las entrevistas y las pruebas de cámara a cada uno de los aspirantes.

      Uno de ellos era un tal Claudio César Orellano, a quien todavía hoy, a más de una década de haber dejado el canal, reconocen en la calle como “el gordo de Crónica”. El locutor, voz del estadio en La Bombonera durante años, venía lamentándose por no haber llegado a tiempo al casting que había hecho Canal 13 para Todo Noticias y casi llega tarde otra vez.

      La selección de locutores estaba cerrada cuando apareció Orellano, pero consiguió que lo anotaran en una lista mecanografiada que había visto sobre un escritorio donde figuraban quienes pretendían trabajar como presentadores. Se convirtió así en el último de los convocados.

      “¿Quién es este boludo?”, preguntó García mientras Orellano hacía la prueba. Lo había observado desde el control y aquella consulta, lejos de quitarle chances, lo beneficiaría. El locutor estaba confiado. Recordaba los noticieros que el creador de Crónica había hecho en Canal 11 y suponía lo que buscaban ahora. Se fue conforme.

      Gavilán también quedó satisfecho. Orellano tenía la voz muy potente, una “memoria envidiable” y el vocabulario coloquial que querían. Su desempeño fue el esperado. Y esa misma tarde el locutor supo que estaba entre los elegidos.

      A diferencia de la búsqueda que habían hecho otros canales de noticias, para Crónica TV no querían caras conocidas. La decisión de contratar a profesionales jóvenes y no a consagrados tenía una razón económica y otra que Gavilán explicaba así: “La fama es puro cuento. Hay un momento en que la televisión comienza a cambiar a las personas. Yo siempre dije que el maquillaje se mete en el cerebro y lo empieza a pudrir”.

      “Un tipo que de entrada te dice ‘sí, señor, como no’ a los seis meses cambia, cuando lo empiezan a llamar las mujeres y ve que tiene éxito; es muy difícil”, sostenía el exdirector de Crónica TV. “Entonces yo pensé, con los chicos, dos años tengo seguro, hasta que se aviven. En cambio, el que ya viene con una cosecha de éxitos tiene otras exigencias”.

      Aunque hubo otro aspecto, realmente curioso, que fue decisivo para Gavilán al momento de elegir al personal de Crónica: los signos del zodíaco. “Soy muy creyente de las cosas que dan los signos, no es lo mismo alguien de Virgo que alguien de Géminis. Esas cosas me señalan a mí una tendencia, un temperamento, una predisposición. Y lo tuve en cuenta al armar los equipos”.

      Su interés por los astros obedecía a su amistad con Horangel, un pionero de la divulgación del horóscopo. Y en el canal recuerdan que la primera consulta que les hizo Gavilán en el casting fue “¿De qué signo sos?”. Más de un aspirante quedó desorientado con la pregunta.

      Hubo que esperar unas semanas para el lanzamiento. Y otra vez a causa de los astros: según las cartas de tarot, los

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