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que recepcionaba los cables de la agencia oficial de noticias Télam. Y tampoco hace mucho que los nuevos plasmas reemplazaron a un antiguo televisor de veinte pulgadas porque repentinamente dejó de funcionar tras haber estado encendido día y noche, desde que empezó el canal, hace más de veinte años ¡sin que nadie lo apagara!

      Pero no todas fueron contras. Los televidentes empezaron a identificar al canal con las primicias, se acostumbraron a que si algo trascendente ocurría lo verían por esa pantalla. Por eso reconocían el esfuerzo de sus periodistas y técnicos, si hasta los jubilados que reclamaban aumentos los miércoles interrumpiendo el tránsito en el Congreso hacían una grieta en los cortes y le permitían el paso solo a los móviles de Crónica para que pudieran correr hacia otros sitios.

      Un periodista que prefirió mantener su nombre en reserva recuerda que una tarde lo mandaron a cubrir un asalto y cuando estaba por llegar a destino, su productor le informa que la persona asaltada había sido asesinada. Ya en el lugar, un policía que trataba de reconstruir el trágico robo le dijo al cronista que el cuerpo de la víctima había sido llevado a la morgue judicial para practicarle la autopsia, cinco minutos antes.

      Esta vez no faltaban los recursos técnicos pero ya no tenían un elemento clave para la cobertura de la noticia. El movilero apeló entonces a su ingenio y le pidió a un motoquero del canal que se acostara en el suelo, taparon parte de su cuerpo con hojas de diarios para que nadie identificara su rostro y así se grabó la nota. Y así salió al aire.

      Entre 1993 y 1994, con diferencia de unos pocos meses, surgieron Cablevisión Noticias (del grupo América), Todo Noticias (del grupo Clarín), Red de Noticias (de Telefe) y Crónica TV. Ofrecían como novedad información al instante. Ya no habría que esperar a la tardecita o a la noche para acceder a los noticieros. Era una época en la que los portales en Internet no actualizaban sus contenidos con tanta frecuencia como hoy y tampoco existían aún Facebook ni Twitter. Con ese formato de actualidad al momento, la señal de Héctor Ricardo García sacó ventaja.

      Mostrar los hechos en vivo fue una de las innovaciones con las que salió a competir Crónica. Ese registro atrae por su imprevisibilidad e impide que un productor decida qué se publica y qué no, no admite filtros ni censuras, ni edición maliciosa. Todo se ve tal como sucede.

      “Seremos iguales a ATC (el canal público que por aire y a través de sus repetidoras tenía la mayor cobertura territorial), estamos a toda hora y en todo el país, solo nos diferenciamos en dos cosas: somos privados y transmitimos en vivo”, exponía García al promocionar su nueva empresa.

      El 18 de julio de 1994, cuando Crónica TV tenía apenas seis meses al aire, un coche bomba voló la sede de la AMIA, la mutual judía de Buenos Aires. Ochenta y cinco personas murieron en ese acto terrorista que hizo temblar al barrio de Once y estremeció al país entero. Era el segundo ataque en dos años: en 1992 habían atentado contra la Embajada de Israel.

      Un equipo de Crónica estuvo en el lugar a pocos minutos de la explosión. El periodista Mariano Biasatti y los camarógrafos Carlos Arestequi y Rubén Molina llegaron detrás de dos carros de bomberos a los que venían siguiendo desde el centro. “Estábamos por Viamonte y Libertad cuando empezamos a escuchar sirenas, pasaron varios patrulleros a toda velocidad y un helicóptero de la policía. Algo había pasado pero todavía no sabíamos qué ni dónde exactamente”, cuenta Molina.

      “Cuando notamos esos movimientos de la policía llamamos a la redacción y el dato que tenían era que había explotado una garrafa. Fue lo primero que nos dijeron. Y levantamos la guardia que hacíamos y fuimos hacia Once. Como tenía que dar muchas vueltas para tomar la avenida Córdoba salí en contramano por Viamonte. Mariano Biasatti sacaba media pierna por la ventanilla y agitaba un pañuelo blanco en señal de emergencia. Son recursos que empleábamos para ganar tiempo”, revela el camarógrafo que llegó a ser jefe del área y director general del canal.

      “Diez y diez de la mañana, conmoción en el Once. La gente se está conglomerando, aparentemente hubo una explosión en esta zona, ya vemos a lo lejos que están trabajando los bomberos”, relata Biasatti, conmovido, en la grabación que hizo mientras se acercaba a las ruinas del edificio de Pasteur 633. “Esto es un verdadero desastre, esto es comparable a lo ocurrido en la embajada de Israel; ¡terrible!”.

      Crónica TV fue el primer canal de noticias que llegó a la AMIA y el último en irse: casi cien horas corridas de transmisión, la mayor parte en vivo. Y todo lo que emitían grabado se publicaba tal como venía: en crudo, sin editar. Cronistas, productores y todos los técnicos quedaron afectados a esa cobertura que no tenía precedentes en el cable y que fue caótica y emocionante a la vez.

      A treinta horas del estallido, entre los escombros, rescataron con vida al portero de la mutual judía, Jacobo Chemauel. “Fue conmovedor verlo salir y sonreír. Era tanta la emoción que María Inés Cristante, la periodista que reportaba desde el móvil, no pudo seguir hablando. El director de cámara entonces volvió a mí y también me quebré, se me caían las lágrimas”, recuerda Claudio Orellano.

      El método del “canal vivo” en el que todo el tiempo pasan cosas le permitió a Crónica TV liderar la audiencia más rápido de lo que habían previsto García y Gavilán. En julio del 94 superaban por cuatro puntos a CVN y a TN y un año después la diferencia con el resto de las señales de noticias ya era abismal: 38.1 % frente a 15.7 % de TN y 6.7 % de CVN.

      Además de sus móviles satelitales el canal contaba con varios puestos fijos ubicados en puntos estratégicos de la ciudad. Estaban en la Bolsa de Comercio, en el Congreso, en Tribunales y el Ministerio de Economía. Además habían montado un miniestudio en una oficina de la Casa de Gobierno, a solo veinte metros del despacho presidencial. Desde cualquiera de esos sitios, a través de microondas, podían transmitir en el momento que quisieran.

      Una tarde de octubre de 2008, a las 18.05, Julia Césari informa desde la redacción del diario Crónica. Tres minutos después Marcela Moretto lo hace desde la Bolsa y cuenta que baja el índice Merval. Juan Pablo Guerry aparece a las 18.14 desde un móvil en el comité de la UCR donde están anunciando un acuerdo político con Elisa Carrió.

      A las 18.20, desde la Asociación del Fútbol Argentino, Héctor Heredia revela quiénes serán los árbitros que van a dirigir los partidos del fin de semana. 18.36 vuelve al aire Césari desde el diario para confirmar que el cardenal Jorge Bergoglio ha sido reelecto al frente del Episcopado.

      18.43 Raúl Zapata reporta desde el Congreso las repercusiones de un fallo de la Corte Suprema en favor de la libertad sindical. Y a los diez minutos la prioridad absoluta es para un anuncio que la presidenta Cristina Kirchner hace ante empresarios del sector automotriz, en Economía. Una noticia tras otra. Siempre en vivo, a toda hora.

      El 16 de diciembre de 1999, alrededor de las cuatro de la mañana –solo por citar un caso-, la señal de García mostró cómo la Gendarmería reprimía a un grupo de desocupados que cortaba el puente que une la provincia de Corrientes con Chaco. “Poné Crónica”, le dijeron desde Buenos Aires a un productor de Todo Noticias que descansaba en un hotel cercano al paso fronterizo.

      Los enviados de TN habían levantado la guardia para descansar y dormían cuando fueron sorprendidos por el llamado de sus compañeros desde la redacción. Los de Crónica, en cambio, habían discutido qué hacer y decidieron que algunos, entre ellos el periodista

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