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sí, porque aunque me echaron dos o tres veces por chiquilinadas mías, siempre me volvían a llamar”. Francisco Loiácono, uno de los decanos de la prensa policial argentina, asegura que los reporteros gráficos “huelen la noticia, son los que tienen el mejor olfato. Y García pertenece a esa raza”.

      Cámara en mano, el creador de Crónica se ganó su lugar en las redacciones: “Mi paso por Democracia y algunos aciertos fotográficos me abrieron las puertas de otros diarios: fue así como en tres oportunidades trabajé en Clarín (en todas ellas me despidieron por rebelde), en Crítica, El Laborista y El Diario”.

      Sus compañeros lo llamaban “el pibe García”. Y así lo conoció Julio Ramos, quien después compartiría con García la aventura de crear su propio diario: “Éramos los dos muy jóvenes, coincidimos unos pocos meses en Clarín. Unos años después yo fundé Ámbito Financiero, él ya tenía Crónica, y mantuvimos una relación muy cercana. Un día me sinceré con él y le dije que no sabía por qué nos habíamos hecho amigos, porque yo no tengo esa vena, esa visión que él tiene de la calle”.6

      En 1950 Héctor Ricardo García salió del país por primera vez. Había sido contratado por la revista partidaria Mundo Boquense para cubrir un torneo cuadrangular que el club de sus amores jugaría en Chile. Para emprender el viaje, como todavía era menor de edad, tuvo que convencer a su madre y hacerle firmar una autorización para cruzar la frontera.

      Empezó su trabajo como enviado sin dificultades. Tomó contacto con los futbolistas xeneizes, escribió varias notas y salió a conocer todo lo que pudo hasta que, deambulando por las calles de Santiago, se dio cuenta de que se estaba quedando sin dinero. No pensó demasiado y decidió vender parte de la ropa que había llevado; así solventó los gastos de su estadía.

      Volvió fascinado. Del otro lado de la cordillera había visto los diarios como los que él soñaba hacer algún día. Los periódicos chilenos mostraban títulos enormes, ya usaban color, publicaban datos irónicos y le dedicaban gran espacio al deporte, a los sucesos policiales y a las crónicas del espectáculo. Era todo lo contrario a lo que ofrecía la prensa gráfica argentina. Aquel formato lo sedujo y pronto intentó ponerlo en práctica.

      Junto a Mario Valeri y al paraguayo Valdovinos y con el financiamiento del distribuidor de diarios Antonio Rubbo, crearon Sucedió. “Fue una aventurita que duró cuatro o cinco números. Era una copia floja de una revista que tenía mucho éxito –Ahora–; floja porque salía una semana el jueves y la otra cuando se podía. No anduvo”.7

      Un tiempo después volvió a probar suerte como editor con otra revista: Así es Boca. Armó un equipo con los periodistas Manuel Jiménez y Mario Ruzza, sus compañeros en Mundo Boquense. La inversión esta vez la hizo el director de orquesta típica Francisco Rotundo, a quien el Gallego había conocido en las milongas porteñas mientras sacaba fotos para la publicación tanguera La Cumparsita.

      Instalaron la redacción en un departamento diminuto y oscuro del centro, en el edificio ubicado en Sarmiento 310, de allí que a la sociedad que formaron entre los cuatro (él, Jiménez, Ruzza y Rotundo) la llamaron Editorial Sarmiento S.R.L. Y Así es Boca apareció el 7 de abril de 1954 con el título “Sensacional retorno boquense”. Boca Juniors le había ganado 3 a 2 a Newell’s Old Boys en Rosario.

      “La mayor tarea en Así es Boca, que competía con Selecciones Boqueases y BJ, recaía sobre mis espaldas, dado que además de la parte gráfica, concretaba la diagramación, casi todo el titulado, la corrección y hasta el traslado de los materiales hasta el taller, desde la calle Sarmiento y 25 de Mayo hasta Bolívar y Caseros. Y, lógicamente, en colectivo”, repasa García.8

      La suerte lo acompañó. Justo ese año, después de una década sin ganar un torneo, Boca salió campeón. Y la revista lo celebró con un “Libro de Oro”, un especial que se agotó en medio de los festejos. Harían más ediciones como esa durante los años que siguieron, siempre al terminar los campeonatos y con ventas muy exitosas. “En aquella época no había foto color, pero las coloreábamos nosotros y fue un negocio fabuloso”.

      Mientras Así es Boca crecía, García se enamoró de Araceli Rodríguez, la empleada de un consultorio odontológico que estaba ubicado en la misma cuadra de su casa, en Córdoba y Carlos Pellegrini. Se casaron, se instalaron en la casa de él junto a Lola y cuando las cosas mejoraron, la pareja se mudó a un departamento alquilado en Barrio Norte, en la esquina de Güemes y Agüero. Allí nació María Elena, la única hija de García, quien no heredó la pasión por el periodismo.

      El matrimonio con Araceli duró ocho años y no tuvo final feliz: “Se terminó cuando empecé con esta máquina trituradora que es el periodismo. La verdad es que una mujer tiene que ser muy especial para atreverse a una relación conmigo”, reconocía. Y fue la cantante de tangos Marina Dorell quien se atrevió y lo conquistó.

      Esta vez el amor subsistió solo dos años. Después llegaría su segundo matrimonio legal. Se casó con la vedette Ethel Rojo y convivieron poco más de una década. Se habían conocido mientras competían: él era dueño del Teatro Astros y ella la primera figura del Maipo. “Ethel me cambió mucho la vida, me tranquilizó”, admitía el Gallego un tiempo después de concluir su relación con Rojo.

      García cuenta que tuvo “muchas novias” y aclara cada vez que puede: “Si hay algo que nunca van a poder decir de mí es que soy homosexual o drogadicto. Al que no le gustan las mujeres es un tarado”. Pero desconfía del sexo opuesto. Tanto que en 2003 escribió un lapidario libro titulado Cómo mienten las mujeres en el que enumera casos concretos de actrices, vedettes, conductoras y hasta ex primeras damas que “tuvieron sus momentos de amor en otras camas”.

      En el prólogo advierte que “las mujeres tienen ya más poder que los hombres. A ellas solo les falta equiparar las ganancias de los hombres para lograr la total independencia”. Sigue más abajo: “Lo van a conseguir para que el mundo gire en femenino. Y ya es tarde para rever el camino que han recorrido, que no me parece mal, pero sí que lo transiten pisando cabezas”. Aunque aclara: “No obstante, ¡Vivan las mujeres!”.

      A lo largo de los dieciséis capítulos del escrito al que pide no considerar un texto “machista”, revela las infidelidades de Susana Giménez y María Martha Serra Lima, entre otras tantas nacionales, y de la “obesa” Mónica Lewinsky, la “espectacular rubia” Britney Spears y la “nada atractiva” Camila Parker Bowles entre las extranjeras, como para demostrar que el pecado de las mentiras y las traiciones amorosas es universal.

      La conmoción que causó el asesinato de Alcira Methyger, una joven empleada doméstica de veintisiete años que murió descuartizada, víctima de la ira de su novio, generó una venta masiva de diarios y revistas. El crimen ocurrió el 19 de febrero de 1955 en el barrio de Barracas. El caso se mantuvo en la portada de Ahora durante varias semanas y agotó cada una de las ediciones. Eso precipitó el proyecto que tenía García de incursionar en el periodismo de actualidad.

      Pensó en una revista popular, con muchas fotos, crónicas policiales, información política, espectáculos y deporte. Pretendía “mostrar la realidad sin tapujos”. Ya no contaría con el respaldo económico de Rotundo, quien decidió abandonar la sociedad, pero igual lo pudo concretar. Con dos máquinas de escribir prestadas y una cámara fotográfica, el Gallego empezó a diseñar Así, nombre por el que debió pagar cinco mil pesos porque ya estaba registrado como marca.

      Argentina vivía un momento de agitación política. Juan Domingo Perón había sido derrocado por la denominada Revolución Libertadora y por presión del nuevo Gobierno en la prensa abundaban las críticas al líder justicialista, incluso algunos medios ni siquiera se atrevían a mencionarlo.

      El 19 de octubre Así llegó a los kioscos de diarios y revistas con un título polémico: “Una mujer espera a Perón en Suiza”.

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