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supone riesgos. “¿Sabés lo que pasó?”, pregunta el cronista a un joven que observa un operativo policial en la avenida Corrientes al 2400. “Yo no sé nada, dicen que hay una toma de rehenes, no sé, más de eso no te puedo decir”, se sincera el muchacho. “Yo recién vengo, vi que venían todos los patrulleros y me acerqué, no sé qué pasó”, agrega –casi nada– otro testigo.

      El periodista de Crónica TV está trabajando en vivo y la suerte no lo acompaña, pero intenta una vez más: “Señor, ¿aquí hubo un robo?”. El hombre que tiene enfrente lo mira con cara de asombro y le responde: “No, yo vengo a buscar al pibe mío”. Recién después de unos minutos, logra saber que han robado en una galería comercial de la cuadra y los policías están buscando a un ladrón que se dio a la fuga.

      Hace unos años García intentó registrar como marca la frase “en vivo y en directo”. Entre los fundamentos que esgrimió ante la Justicia, señaló que tenía “derecho adquirido sobre esa expresión” porque ya lo había tramitado ante el Registro de Propiedad Intelectual en julio de 1969 y ante la Sociedad de Autores en 1971. También recordó que aquel año había hecho un programa en Teleonce con ese nombre.

      Pero la empresa de transmisiones deportivas TeleRed Imagen S.A. se opuso. Y mediante una acción judicial intentó evitar “el monopolio de una expresión que pertenece al público en general y a todas las personas que integran el rubro de las comunicaciones”, fundamentaron sus abogados.

      Finalmente un fallo de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial rechazó el planteo de García. Los jueces concluyeron que “en vivo y en directo” detalla el modo de “transmitir acontecimientos comunes a los medios informativos; es decir, es una descripción de la actividad que se vincula con el quehacer ordinario de la radio y la televisión”.

      A pesar de que la justicia no le haya dado la razón, García insiste: “Una de las cosas que inventé es la frase ‘en vivo y en directo’. Lo gracioso es que todo surgió a partir de un error mío. Con Pinky hacíamos un programa de ocho horas en el viejo Canal 7 y un día armamos en exteriores un espectáculo con autos chocadores frente a la cancha de River. En medio de la transmisión se me ocurrió decir ‘en vivo y en directo’. Y así quedó la famosa frase que ahora usan todos”.

      1 Almorzando con Mirtha Legrand, 23 de diciembre de 1997.

      2 El 17 de diciembre de 1997, Mirtha Legrand denunció el robo de dos collares, una pulsera y un par de aros, valuados en cien mil pesos. No pudo precisar si desaparecieron de su casa o de Canal 9, donde filmaban los almuerzos.

      3 Entrevista del autor a Fabián Olivera.

      4 Un comisario aclara que sintonizar y escuchar la frecuencia del comando radioeléctrico no constituye ningún delito, pero advierte que sí está penado interferir esas comunicaciones.

      5 Existen dos versiones acerca del seudónimo “Weegee”. Una dice que es la fonética en inglés de Ouija, el tablero espiritista que predice sucesos. Y este fotógrafo tenía la misteriosa capacidad de llegar a la escena del crimen unos segundos antes que la policía. La otra versión se refiere al sonido que se escuchaba en su laboratorio cuando secaba con un trapo la superficie lisa de las copias fotográficas. “¡Squeegee!”, se escuchaba.

      6 Entrevista del autor a Claudio Orellano.

      7 Entrevista del autor a Mario Gavilán, agosto de 2006.

      8 Julio Korn fue un empresario editorial. En 1970 publicaba la exitosa revista Radiolandia, además de Goles, Antena y Vosotras.

      9 Entrevista a Daniel Piavi en Maestros de TV, Canal 7, 2007.

      10 www.diariojudicial.com.ar

      CAPÍTULO 2

       García, el señor de las noticias

      “Viva yo”

      El hombre que le escapa a las entrevistas, el que prefiere preguntar para que otros respondan, aquella vez accedió a contestar un largo cuestionario para la edición argentina de Playboy. Sí, en abril de 1986, la revista de las conejitas, del mítico Hugh Hefner, publicó un reportaje a Héctor Ricardo García, en el mismo número en el que aparecía un artículo sobre el “súper orgasmo” y un dossier dedicado a la “milenaria fellatio”.

      Sin quitarse la ropa, el mentor de Crónica se desnudó y habló de todo. Evocó su infancia, confesó varios romances, definió como una “patriada” la creación de su diario, repartió críticas a políticos de todos los sectores y al final aceptó la propuesta que le hicieron los periodistas José Agromayor y Jorge Raventos: “Ya que Crónica se especializa en títulos, hágale un título a esta nota”. García lo pensó unos segundos y respondió sin ruborizarse: “Y qué sé yo, ponele Viva yo”.

      El Gallego es así. No ahorra elogios para sí cuando se mira frente al espejo, y menos al repasar los logros que obtuvo a lo largo de su vasta carrera. Se reconoce talentoso, condición que destacan quienes lo han visto trabajar en cualquiera de sus empresas. “Yo tengo talento y lo digo así, con orgullo, porque el talento no es algo que se aprende sino que se hereda de la madre”, sostiene.1

      Se define periodista antes que empresario: “Si no hago periodismo me muero”. Y confiesa las dos grandes frustraciones de su vida: “No haber sido cantor de Juan D’Arienzo –es la orquesta que más me enloquece en el mundo– y no haber tenido una novia que trabajara en la tienda Gath & Chaves”.2

      Por momentos cuesta entenderle lo que dice, habla para adentro, como tragándose las palabras. “Dicen que soy muy bruto, que escribo García con ‘s’ y que a veces dudo en la ‘h’ de Héctor. Estoy rodeado de enemigos”, asegura el hombre que calcula haber viajado alrededor del mundo unas ocho o nueve veces.

      “A mí hay cosas que me gustan y lo digo. Me gusta Cantinflas desde hace cuarenta años; en Canal 13 daban una película de él y me mataba de risa, como un loquito. Y bueno… yo a Bergman no lo entiendo, y ¡ojo!, no soy un bruto, fui al colegio, sé leer y escribir, pero qué se yo”.

      García vivió para el periodismo. Durante años pasó la mayor parte del día en el canal. Y ahora que se desprendió de Crónica TV, llega al edificio de Riobamba después del mediodía en un imponente Mercedes Benz que maneja él, nunca empleó choferes. A paso lento, algo encorvado, camina desde el garaje hasta su oficina. Enciende las pantallas que hay frente a su escritorio y evoca la época en la que dirigía la empresa.

      Si le aburría lo que estaba al aire, ordenaba que lo levantaran de inmediato. Sugería a los redactores el texto de las placas rojas y visualizaba imágenes de su “archivo de oro” para programar los “impactos musicales” de las noches y los fines de semana. Escribía las promociones en las que sostenía que Crónica era el canal “que eligen los argentinos” o denunciaba que los noticieros de la competencia le robaban imágenes.

      Se

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