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12. HD Tiempos modernos Días Santos

        Agradecimientos

        Créditos

        Otros títulos de esta editorial

      A Graciela y Rodolfo, por alentarme desde siempre.

      A Héctor Ricardo García, por esta historia. Y por su pasión por la noticia.

      A todas las mujeres y todos los hombres de Crónica TV.

      Prólogo

      Es interesante saber cómo una empresa fue creada y cómo funciona; y si de televisión se trata, mejor. Y es más atractivo si esa empresa es Crónica TV.

      Nosotros, mi amigo Carozo y yo (Narizota), hemos compartido más de una década en ese canal, era nuestro segundo hogar.

      Marcelo Figueroa tuvo una muy buena idea: plasmar anécdotas e información precisa sobre este canal de noticias que, sin dudas, marcó un estilo, un antes y un después en los medios, fue altamente criticado y hoy, ampliamente copiado.

      Aquellos años de oro de Crónica TV fueron únicos.

      Cuenta regresiva para “La primavera”, “Estalló el verano”, “Cómo se pianta la vida”, “Caos vehicular”, “Llueve en Capital” y muchísimos otros.

      Aquí se cuenta el nacimiento de las placas rojas. Lo primero es la información. Y, por lo tanto, se interrumpía hasta la tanda comercial, sin pasar por el estudio: “Imágenes sin editar”, “Primer medio emisor”.

      Nosotros estábamos los sábados y los domingos, con musicales, pequeños recitales de famosos y de cantantes emergentes. Con producción de Catalano, Isabel Hale y Alfredo Scalise, y la conducción de Karina Ranni y Juan Elías Ranieri, y luego, Carlos Álvarez.

      Uno de esos sábados, ante la mirada de todo el mundo, García entró al estudio y se acercó al mostrador. Vino a proponernos que fuéramos de martes a viernes, de 16.30 a 18. Para nosotros fue la gloria.

      En el canal número uno en rating, el líder en primicias y noticias; tener ahí un espacio propio, como cualquier otro locutor, fue maravilloso.

      Vivimos muchas de las anécdotas que se relatan en este libro, que describen bien la pasión de cada uno de los locutores, productores y técnicos para brindar la primicia, llegar antes que nadie, lo que llamamos “espíritu ganador”.

      Disfruten del recorrido de hechos y personajes que pasaron por la pantalla caliente de Crónica.

      Queremos agradecer a Marcelo Figueroa por darnos otro regalito en nuestra vida profesional: hacer gustosamente el prólogo de este libro al que recomendamos con mucho cariño.

      Carozo y Narizota

      Introducción

      El camión de exteriores estacionó sobre la rambla de Mar del Plata, a metros de la playa y del Casino Central, para transmitir un improvisado recital de Los Sultanes. “Fiesta fiesta, pluma pluma gay”, empezó a corear en vivo y en directo el excéntrico Topo, líder del grupo. Mientras, el zócalo en pantalla rezaba: Estalló el verano.

      En la redacción los productores esperaban un día sin sobresaltos, como suelen ser los de enero, hasta que una información de último momento sacudió la mañana. Unos pocos minutos después del mediodía, sin interrumpir el sonido de la canción, una placa roja con enormes letras blancas alertó: Asalto y toma de rehenes en un banco. No dieron ningún otro dato y la transmisión volvió al show musical a orillas del mar, con las olas dejándose ver a unos metros, por detrás de los turistas que bailaban y coreaban el hit.

      Fue en medio de aquel clima festivo que Crónica TV anunció en primicia uno de los casos policiales más resonantes de las últimas décadas: el millonario robo al Banco Río de Acassuso. Cinco asaltantes, veintitrés rehenes, ciento cuarenta y cinco cajas de seguridad violentadas y varias horas de tensión en vivo en la televisión marcaron el espectacular atraco que, para muchos, inspiró la exitosa serie española “La Casa de Papel”.

      Cuando la policía logró ingresar a la sucursal bancaria solo halló a los clientes que habían estado cautivos, restos de comida y un mensaje en tono de burla, en la bóveda, escrito por Fernando Araujo, el cabecilla de la banda. Decía: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”.

      La gran fuga… “Z”, tituló Crónica al confirmar que, antes de escapar, los delincuentes habían disfrutado de un “opíparo” almuerzo con pizzas y gaseosas. Después huyeron por un túnel subterráneo con un botín de veinticinco millones de dólares, burlando a los trescientos policías que cercaban la zona. Durante la desopilante cobertura, el canal también reveló: Rehén del Banco de San Isidro afirmó que los ladrones le cantaron el “feliz cumpleaños”.

      Con ese desparpajo, buen olfato periodístico y una amplia red de informantes, esta señal, que transmite en vivo las veinticuatro horas, impuso un estilo único; rompió el molde de los noticieros serios y acartonados, lideró la audiencia del cable durante años y hasta fue materia de estudio en las universidades. Orgulloso, Héctor Ricardo García sostiene: “La última pirueta que le faltaba a la televisión la inventé yo”.

      El Gallego –así lo llaman quienes lo conocen bien– también fue vanguardista al diseñar las legendarias placas rojas, esos carteles gigantes que admiten solo unas pocas palabras en dos o tres líneas de texto y, a puro impacto, se leen desde el rincón de cualquier bar. El formato, similar al que más acá en el tiempo popularizó la red social Twitter con sus ciento cuarenta caracteres, surgió en la gráfica, a fines del siglo diecinueve.

      Los periódicos sensacionalistas de Estados Unidos “gritaban” las noticias y buscaban llamar la atención de los lectores con informaciones escandalosas, fotografías impresionantes y titulaban con una tipografía destacada; en algunos casos hasta con signos de exclamación. En Argentina lo hizo el diario Crítica primero y Crónica después.

      García es una leyenda viva del periodismo argentino. Un pionero que carga en sus espaldas innumerables mitos. Hizo de todo: descubrió su pasión cuando era niño, fue un precoz canillita y desde la adolescencia frecuentó varias redacciones.

      Se había iniciado como reportero gráfico; trabajó como cronista, después fue editor y jefe hasta convertirse en uno de los propietarios de medios más influyentes. Y el primer dueño de un multimedio en el país. En la década del setenta controlaba las revistas Así es Boca y Así, el diario Crónica, Canal 11, Radio Colonia y el Teatro Astros.

      Aclara que no se reconoce empresario, aunque hoy cuente su fortuna en millones. Jura que no le interesa la política y esquiva los eventos frecuentados por funcionarios y hombres de negocios. Lo suyo fue y es el periodismo. Lo será siempre. Hoy, alejado de Crónica TV y con intenciones de fundar un nuevo canal, explica que solo le importa la televisión: “Me divierte mucho, me gusta, es mi vida”.

      A los ochenta y cinco años sigue tan inquieto y apasionado por las noticias como el primer día. Como cuando se endeudó para pagar una entrevista exclusiva al general Perón desde el exilio. O las dos veces que aterrizó, clandestino, en las islas Malvinas para informar in situ. Todo por una primicia.

      La revista Extra contó en 1967 que uno de los fotógrafos de Crónica habría llegado dos horas tarde a cubrir su horario. Al advertir su rostro apesadumbrado, García le preguntó qué le ocurría. “Acompañaba a mi madre al hospital,

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