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      Refuerzo lo anterior con los postulados de Bernardo Subercaseaux, especialista en la historia de las ideas en Chile, quien - ya lo decía- distingue los modelos de “reproducción” y “apropiación cultural”. Para él, el primero estaría basado en la relación que América Latina estableció con la Europa colonialista, cuyos representantes entendieron que el proceso de civilización de las Américas debía implicar una “europeización” del territorio. Idea que promueve una dependencia cultural, la distinción de las ya comentadas nociones de “centro”- “periferia”, y el uso de calificativos como “metrópolis” y “polos de desarrollo”cultural. Para esta mirada, los agentes locales tienen la misión de fomentar una extraordinaria voracidad por la cultura exógena, desestimando, simultáneamente, cualquier producción local “rudimentaria”.

      Por su parte, el modelo de “apropiación cultural”, se distingue del primero al enfatizar el rol activo de los agentes locales en la recepción de cualquier pensamiento foráneo. Quienes participan en el proceso de recepción y circulación de las ideas, no sólo son “afectados” pasivamente por ellas o deben dedicarse a “imitarlas” y “reproducirlas” al modo europeo. Todo lo contrario, ya que el trabajo de estos agentes está plagado de procesos de selección, reformulación, transformación y apropiación de estas ideas a la realidad y a problemas locales. Para Subercaseaux, por lo tanto, un investigador de la historia de las ideas debería tener en cuenta la influencia de las variables específicas del medio de recepción en el proceso de apropiación cultural. Lo refiere así cuando dice: “Si aceptamos el rol de la contextualidad en el proceso de apropiación tendremos también que convenir que no se puede hablar de positivismo en Latinoamérica, sino de positivismo latinoamericano, de marxismo latinoamericano y de vanguardismo latinoamericano, lo que es muy diferente” (Subercaseaux, 2004, p. 27). A esta serie, me atrevo agregar en consecuencia, la noción de “psicoanálisis latinoamericano” o “psicoanálisis chileno”, más que “psicoanálisis en Latinoamérica” o “psicoanálisis en Chile”59.

      Con lo anterior, apunto a que la dimensión transnacional del psicoanálisis implicaría la constitución de un campo internacional de circulación de ideas articulado con sus respectivas consagraciones locales. Un autor que se preocupó sobre este costado de la circulación de las ideas fue el sociólogo francés Pierre Bourdieu, acuñando la noción de campo intelectual. El sociólogo, entiende a la sociedad como un conjunto de campos dentro de los que existen agentes que poseen diferentes tipos y volúmenes de capital (económico, social y cultural como los principales). Así, la noción de campo se define como una red en la que se entrelazan las diferentes posiciones jerárquicas que los agentes que pertenecen al campo poseen. Se subentiende, por lo tanto, que la noción de campo refleja la existencia de una permanente lucha que los agentes (o jugadores) que pertenecen a dicho campo protagonizan para obtener mayor volumen de capital (o poder) dentro de él. Estas posiciones de dominio o subordinación están bien definidas a partir de las reglas que regulan el campo60, las que hacen que los agentes ganen o pierdan capital y se relacionen entre sí.

      Que posea sus propias reglas implica que el campo intelectual es un espacio independiente61 “conformado por sus propias instituciones (escuelas, universidades, ateneos, etc.), que constituyen una red con su propia lógica, en la cual se ubicarán precisamente los intelectuales. “Con su propia lógica” implica que la función intelectual tiene cierta autonomía en virtud de las lógicas de otros campos, como el de la economía o la política, por ejemplo. El intelectual se legitima así en su “capital simbólico” (porque posee ciertos conocimientos especializados) y no será considerado en función de la posesión de otros capitales”. Una persona adinerada que practique una mala literatura, por ejemplo, no resultará consagrada ni legitimada dentro del campo intelectual” (Terán, 2008, pp.148-149).

      Bourdieu, por su parte, profundiza en esta idea afirmando: “La noción de campo de producción cultural (que se especifica en campo artístico, campo literario, campo científico, etc.) permite romper con las vagas referencias al mundo social (a través de palabras como “contexto”, “medio”, “trasfondo social”, social background) con los cuales se contenta ordinariamente la historia social del arte y de la literatura. El campo de producción cultural es ese mundo social absolutamente concreto que evocaba la vieja noción de república de las letras. Pero es necesario no quedarse en lo que no es sino una imagen cómoda. Y si se puede observar toda suerte de homologías estructurales y funcionales entre el campo social en su conjunto, o el campo político, y el campo literario que, como ellos, tiene sus dominantes y sus dominados, sus conservadores y sus vanguardia, sus luchas subversivas y sus mecanismos de reproducción, en todo caso cada uno de esos fenómenos reviste en su seno su forma completamente específica” (Bourdieu, 1988, p. 143).

      Esta mirada entrega elementos que son clave para entender críticamente las condiciones sociales de producción y circulación del conocimiento62 –por ejemplo, en el caso específico: del “conocimiento psicoanalítico” en sus vertientes internacional y local–, alejándose de versiones hagiográficas centradas en la genialidad de un autor solitario. Por ello, las tensiones entre estos dos niveles se hacen evidentes cuando se examinan casos particulares. Siguiendo a Bourdieu, la vida intelectual internacional no es un hecho espontáneo, sino que como se verá en este libro, responde a la acción de distintos agentes presentes en el mismo campo. El intercambio científico entre el espacio local e internacional está lleno de mecanismos sociales que inciden y operan en el transporte de las ideas, porque los intelectuales además de vehiculizar la llamada “veracidad científica” también adicionan un componente humano (prejuicios, estereotipos, percepciones, accidentes de la vida cotidiana) no menor.

      Entre las “incidencias” más notables, según Bourdieu, se pueden encontrar: 1º. Los textos circulan sin su contexto, ya que los agentes de un campo nacional desconocen las condiciones de producción de una pieza intelectual; 2º. Los receptores locales se encuentran inmersos en un campo de producción distinto al del autor de una obra; 3º. La existencia de operaciones de selección local: representadas en las preguntas ¿qué es lo que se traduce? ¿Qué se publica? ¿Quién traduce? ¿Quién publica?, dando cuenta que el peso de la introducción de una obra en un espacio nacional depende de otros agentes distintos a los autores pero que tienen un peso específico considerable: las casas editoriales son el reflejo de esto; 4º. Mercado editorial: ¿de qué colección se hará parte la obra que se importa? ¿Quién traduce? ¿Quién prologa la obra? –aportando su propia visión de la obra, su valor y cómo se la articula con los problemas locales– y por último, 5º. Operaciones de lectura: que la imponen los propios lectores al momento de leer una obra en un campo de producción diferente (Bourdieu, 2000).

      La acción de las operatorias antes descritas es central para seguir la ruta que experimentará una obra, especialmente su significación, proveniente de un campo internacional de circulación de ideas, al ingresar a un campo de recepción específico. Vale decir a un país o a espacios particulares dentro de ese misma nación. La apropiación, entonces, implicaría una serie acciones simultáneas –distinguibles sólo analíticamente para poder entender el proceso63– que impactan dando origen, según Bourdieu, a interesantes malentendidos, reinterpretaciones y diferentes apropiaciones de una obra con diversos propósitos y beneficios. Este desfase estructural64, es un elemento que debe ser incorporado a cualquier investigación que pretenda analizar un caso nacional de la recepción de algún sistema transnacional de ideas o creencias.

      ¿Qué es lo que se recepciona? Vezzetti (2000) formula una serie de preguntas que sirven para pensar el problema de recepción del psicoanálisis en términos históricos: “¿Un ‘autor’ destacado en la escena europea, una moda, un discurso relativamente sistematizado, una disciplina entera; en fin una problemática (campo de problemas: por ejemplo la sexualidad), nuevos objetos, nuevos conceptos; algunos procedimientos ‘técnicos’?” y […] ¿Qué es lo que permite analizar el éxito de esa implantación? En principio, las ‘posiciones’ alcanzadas en ese campo previo: cátedras, publicaciones (medibles por su impacto y lo que producen), tesis médicas, jornadas, sociedades;

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