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y circulación de las ideas freudianas prestando particular atención a las variables históricas que han constituido un “campo fértil” para esos desarrollos. Por otro lado, se detiene a analizar en profundidad diversos espacios de recepción: jurídico, literario, médico, intelectual y a nivel de la cultura popular.

      Pero además, y este es el segundo punto que quiero resaltar, llama la atención la cronología. El análisis de Ruperthuz se detiene en 1949 es decir inmediatamente antes de la creación de la Asociación Psicoanalítica Chilena. Esto es importante de señalar porque con esto contribuye a desmontar otro elemento importante de la narración mítica de la historia del psicoanálisis: que el mismo se implanta solamente cuando se establece una asociación oficial vinculada a la IPA, o de origen lacaniana. Todas las formas de recepción previas son, desde las historias oficiales, o bien ignoradas, o bien consideradas como “precursoras”, o como formas desviadas y por lo tanto sin valor para el “verdadero psicoanálisis”. Lo que Ruperthuz contribuye a mostrar, siguiendo una línea de investigación que comenzó hace décadas en Europa y los EEUU, y más recientemente en otros países de la región, es que, para el momento en que se creó la Asociación Psicoanalítica de Chile, hacía ya décadas que se conocía, discutía y aplicaba elementos del pensamiento freudiano, habiendo incluso intelectuales, juristas y médicos que establecieron contactos personales con Freud. De esta manera, podría decirse que el establecimiento de la asociación constituiría un episodio más en el proceso de recepción y circulación de ideas vinculadas al psicoanálisis en el país, episodio, sin duda importante, pero no necesariamente fundacional.

      Creo, por todo esto, que este libro constituye un aporte importante a la historia del psicoanálisis no solamente en Chile, sino a nivel internacional, y un paso más para reinsertar a América Latina en la historia del psicoanálisis general.

       Mariano Ben Plotkin

      Historiador

      Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES, Buenos Aires)

      Investigador CONICET

      CAPÍTULO 1

      LA HISTORIA DEL PSICOANÁLISIS EN CHILE: LA CONSTRUCCIÓN DE UN PROBLEMA HISTORIOGRÁFICO.

      La presente investigación aborda un problema escasamente estudiado en Chile. Si bien, el psicoanálisis se ha constituido como uno de los sistemas de pensamiento más influyentes en el mundo occidental a lo largo del siglo XX, no han existido investigaciones a nivel local que reconstruyan toda su riqueza como objeto histórico. Parafraseando a John Burham (2012), hablar de Freud es apuntar a un particular e intrincado fenómeno histórico y cultural que transformó las concepciones acerca del ser humano, inaugurando una nueva forma de mirar el mundo en el siglo XX1. Nació como una teoría de la mente y al mismo tiempo como una práctica clínica, el psicoanálisis rápidamente sobrepasó sus límites iniciales y se constituyó, en palabras del poeta británico W.H Auden, en un verdadero “clima de opinión”2. Visto así, las teorías de Freud viajaron rápidamente a través del globo, impactando distintos espacios sociales y culturales, siendo recepcionadas, apropiadas y reinterpretadas según las necesidades de cada público en sus respectivos espacios locales.

      El psicoanálisis tiene su origen en la Viena finisecular, de la mano de un médico judío que no ocupaba un lugar central dentro del establishment de su época. Sus tempranos discípulos tampoco gozaban de demasiado prestigio profesional pero, a pesar de esto, sus postulados se diseminaron de manera sorprendentemente rápida, logrando una notoriedad sin igual. Si se piensa en el Chile de finales del siglo XIX y de comienzos del tan significativo siglo XX y los casi 13.000 kilómetros que separaban Viena de Santiago de Chile –ciudad donde se llevaron a cabo, al igual que en Valparaíso, las mayores discusiones en torno al psicoanálisis– ya el sólo el traslado de las ideas de Freud a Chile constituye en sí mismo un problema interesante de responder. Además las historias del psicoanálisis en otras latitudes muestran cómo los conceptos y las ideas freudianas tuvieron una vida independiente de lo que ocurría en los reductos supuestamente “oficiales” como son las sociedades psicoanalíticas.

      Como ejemplo de lo anterior, en el año 2011 la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) publicó un libro celebratorio del centenario de la fundación de esta agrupación profesional3, donde se reunieron trabajos de analistas de los cinco continentes, los que desde una perspectiva muy propia y tradicional, señalaban el devenir histórico de las ideas de Freud en sus respectivos países. Este gran recuento incluyó, por supuesto, un opúsculo sobre lo sucedido en Chile4, en el que su autor afirma que: “La historia del psicoanálisis en Chile y de la Asociación Psicoanalítica Chilena (APCH) está bien documentada”5 (p.281), afirmando esto a partir de una serie de trabajos producidos por miembros del nombrado capítulo local6. A mi modo de ver, este pequeño número de documentos comparten algunas características que ayudarían a entender las razones y soportes de esta declaración: casi la totalidad de ellos se centran de manera exclusiva en los hechos que llevaron a la fundación de la Asociación Psicoanalítica Chilena (1949), asimilando que la historia del psicoanálisis en Chile estaría contendida exclusivamente en la historia institucional. Además, este evento es un hito que definiría un “momento cero” desde donde se comienza a escribir la historia “oficial” del psicoanálisis en el país7. Lo anterior a eso será, por lo tanto, prehistórico y los personajes influyentes de ese periodo recibirán el adjetivo de difusores o pioneros (que lo fueron), en contraposición con aquellos formados “oficialmente”8, mostrando como la institución psicoanalítica entrega claros elementos de legitimidad, autorización y reconocimiento al momento de contar la historia del psicoanálisis a nivel local9. Por otro lado, estas aproximaciones excluyen cualquier variable relacionada con el contexto social, político y económico que enmarcó la llegada de las ideas de Freud a Chile y que pudo influir en su aceptación o rechazo. Con ello, se observa una tendencia a pensar artificialmente al psicoanálisis como una práctica indoor10, la que flotaría por fuera de la fuerza de gravedad de la sociedad y que estaría basada en la supuesta neutralidad del psicoanalista11.

      Como la historia del psicoanálisis cruza los llamados “saberes psi”12 (psicología, psiquiatría y a sí mismo psicoanálisis) se podría esperar que desde esos sectores se haya realizado una indagación histórica mayor. Pero el panorama no es del todo alentador. Gonzalo Salas y Eugenio Lizama en su reciente Historia de la Psicología en Chile (1889-1981)13 afirman que “la tarea historiográfica de la Psicología en Chile, ha presentado un exiguo desarrollo, debido a la escasa sistematización de los conocimientos y las investigaciones desplegadas en Chile” (Salas & Lizama, 2009, p. 27). Para ellos, la influencia de estos factores ha hecho muy compleja la tarea de realizar una verdadera reconstrucción histórica disciplinar, buscando posicionar así su trabajo como un aporte significativo en esta materia. Sin embargo, el lugar que estos autores le dan al psicoanálisis dentro de la recopilación histórica de la psicología chilena es al menos exiguo. Este trabajo muestra nulas referencias a las ideas freudianas como parte de la historia de la disciplina, ni tampoco dan razones suficientes para dicha exclusión14. Otros autores en esta misma línea opinan que “En Chile, cuando se enseña los orígenes y el desarrollo de la psicología, se enseña la historia estadounidense y europea y no se transmiten las experiencias propias ni se ofrece un recuento histórico chileno. Son muy pocos los autores que han investigado el tema y varios de los escritos presentan impresiones y contradicciones” (Pizarro, 1997, p. 2), desprendiéndose, en consecuencia, la necesidad de profundizar en esta área de investigación, ganando, de seguro, mayor precisión e identidad. Puedo afirmar que la única investigación que ha tomado la historia del psicoanálisis en Chile (comparándola con lo sucedido con Estados Unidos y la Argentina), para rescatar los aportes invisilizados de muchas investigadoras nacionales, víctimas de los principios que rigen la construcción histórica de la disciplina a partir de sesgos de género, es la realizada por María Inés Winkler15. Sin embargo,

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