Скачать книгу

—escribió Montano

      —¿De quién estás enamorado? —respondió Tonka.

      —De tus ojos y de tu corazón.

      Las reacciones de Montano a las historias de Instagram de Tonka Diocares eran constantes: generalmente emoticones de risa o con corazones en los ojos. El 21 de marzo de 2019, Tonka publicó una foto con su hermano menor. Ignacio Montano respondió: “Me siento engañado”, con emoticones de corazones rotos.

      La jugadora relata que el comentario la dejó aterrorizada y que a partir de ese momento intentó ir siempre acompañada a las sesiones de kinesiología. Agrega que, a pesar de tener una actitud distante, trataba de no ser pesada para poder mantener sus sesiones. Pero la incomodidad era constante: “Aunque te lesionaras el dedo chico del pie, Ignacio igual te terminaba sobando el calzón”, detalla.

      Sofía Sáez ingresó a Unión Española en enero de 2019, con 17 años. En el segundo semestre de ese año, tuvo una tendinitis en la rodilla. Cuenta que coincidió que Ignacio Montano se comunicó con ella por Instagram para ofrecerle sesiones gratis de kinesiología a cambio de promoción de sus servicios por redes sociales. “Lo pensé, pero me dio confianza que era el kinesiólogo de Palestino, un club respetado”, dice Sofía Sáez. Aceptó.

      Montano le pidió su número de celular para coordinar las sesiones que serían en su departamento. Ella se lo dio. Previo a la primera reunión, él le habló por WhatsApp y le pidió fotos en ropa interior para evaluar postura, cadera y abdomen. Sofía cuenta que le envió fotos de frente, de lado y de espalda, y luego él le dijo: “¿Puedes buscar ropa más chica para ver mejor los huesos de la cadera?”. Ella relata que no quería hacerlo, pero tras las insistencias le envió una foto. Ignacio Montano le dijo que la podía ayudar a mejorar su físico, porque él sabía que Sáez iba a jugar en la selección adulta el próximo año.

      Para la primera sesión, Sofía le pidió a su mamá que la acompañara hasta el departamento de Ignacio Montano. “Conversaron, fue muy amable y utilizó lenguaje profesional todo el tiempo”, cuenta Sofía. Agrega que su madre se fue porque debía hacer trámites: “La primera sesión me evaluó y todo fue normal”.

      La segunda, dice, le resultó incómoda. “Me tocó mis partes íntimas varias veces y justificaba que era propio del tratamiento”, detalla. La futbolista confió en su profesionalismo, pero le pareció extraño que Montano le pidiera que se quitara el peto deportivo para utilizar ventosas en su torso. Luego, para los siguientes ejercicios, no dejó que se vistiera y Sofía relata que debió realizarlos con sus pechos al descubierto mientras el kinesiólogo la observaba.

      Sofía Sáez tuvo tres sesiones en el departamento de Montano. “Dejé de ir porque me sentía incómoda”, cuenta. El contacto siguió, pero solo por WhatsApp. Ella dice que aprovechaba que la atención era gratuita y le hacía consultas. La jugadora indica que intentó tener siempre una relación profesional con Ignacio Montano, pero él solía responder sus historias de Instagram: “Me decía ‘linda Sofi’ y a veces usaba garabatos que no correspondían de un profesional”, cuenta.

      En uno de los mensajes, el kinesiólogo le pidió nuevas fotos semidesnuda. Sofía recuerda: “Me dijo que él ya me había visto entera así que no debía darme vergüenza”. Las jugadoras Carla Pérez y Tonka Diocares aseguran que vivieron la misma situación: Ignacio Montano les escribió para pedirles fotos, insistiendo que fuesen con ropa interior pequeña. Les dijo que era un trabajo para la universidad. Carla y Tonka le enviaron imágenes porque él les compartió las de otras mujeres que lo habían hecho y eso les dio confianza. Montano les aseguro que luego de usarlas, las borraba. Con el tiempo ellas se dieron cuenta de que las fotos que les enviaba como referencias eran de sus mismas compañeras.

      La última vez que Sofía Sáez conversó con Ignacio Montano fue a principios de abril pasado, cuando ella le pidió ayuda por dolores en la rodilla. Él le mandó una pauta de ejercicios, pero “fue muy confianzudo para hablar”, explica Sáez. Cuenta que, debido a su actitud y al uso de garabatos, no le respondió más.

      Camila Domínguez, atleta del Club Atlético Francés y enfermera de 25 años, conoció a Ignacio Montano en octubre de 2019. “Me acuerdo de todo y me da rabia”, dice. Él la buscó por Instagram y le escribió para ofrecerle ayuda kinesiológica. A ella le pareció una persona profesional y aceptó. La consulta fue en su departamento, donde él le dijo que solía atender.

      Ignacio Montano siempre le habló en términos muy técnicos. “Se notaba que tenía conocimientos, pero ahí empieza a engañar”, relata Camila Domínguez. Al comenzar la consulta él le pidió tomarle unas fotos para ir registrando el avance del tratamiento, ella accedió. Pero él fue más allá y le pidió que se sacara las calzas, quedando solo en calzones. Todo seguía pareciendo profesional, por eso ella confió.

      Después le pidió que se recostara en la camilla para aplicar ventosas. Ignacio Montano le dijo que para hacer el tratamiento tenía que sacarse el peto. Ahí, cuenta ella, comenzó a incomodarse. Además, le pidió que hiciera ejercicios semidesnuda. “Quedé sin nada y me pidió que hiciera unos ejercicios, en ciertas posiciones. Me causó extrañeza”, cuenta Camila Domínguez.

      Ignacio Montano le dijo que trabajarían la zona pélvica: “Me dijo que me iba a enseñar unos trabajos en esa área, todo con lenguaje técnico, y ahí me tocó mis partes íntimas”, recuerda Camila Domínguez. Él le explicó que debía hacerlos ella con sus dedos, pero que él se lo mostraría primero. Camila Domínguez quedó shockeada. Nunca más volvió a hablar con Ignacio Montano. “Él me buscó, me decía ‘bebé’, ‘mi amor’”, relata Camila Domínguez.

      Los primeros días de julio de este año Tonka Diocares estaba en su casa conversando por videollamada con una compañera de equipo. Mientras hablaban, cuenta, recibió un mensaje de Ignacio Montano y ella dijo en voz alta: “Ya está hueveando este huevón”. Su amiga le preguntó quién era. “Empezamos a pelarlo”, dice Tonka. La compañera le contó su experiencia y agregó que Emilia Pastrián vivió una situación similar con Ignacio Montano.

      El 4 de julio, Tonka Diocares visitó a Carla Pérez y comentaron sobre el kinesiólogo. Tonka le propuso que hablaran con la amiga con la que había conversado días antes, “porque a ella también le pasaron cosas, como a nosotras”. Inmediatamente, crearon un grupo de WhatsApp entre las tres y agregaron una futbolista de Universidad Católica y amiga de Carla Pérez, que también asegura que vivió acoso de Ignacio Montano.

      El grupo lo llamaron “Funa”. Tonka Diocares aclara que el nombre se lo pusieron en tono divertido, sin tener la intención de denunciar a futuro en redes sociales. Una de las jugadoras propuso agregar a Emilia Pastrián y lo hicieron esa misma noche. Tonka Diocares cuenta que fue Pastrián la que dijo que debían contarle a Claudio Quintiliani, entonces jefe de la rama femenina de Palestino.

      El 6 de julio Emilia Pastrián le pidió a María José Urrutia, jugadora adulta del club, que le contara a Quintiliani las acusaciones. El director técnico asegura que, una vez advertido, llamó a Ignacio Montano para encararlo y despedirlo. Horas más tarde, Emilia Pastrián publicó la denuncia en su Instagram. En la publicación se compartieron conversaciones de las cinco futbolistas del grupo de WhatsApp. Pero varios testimonios se agregaron después.

      “Quedé impresionada cuando tantas niñas empezaron a compartir sus conversaciones con Ignacio, porque era como si él copiara y pegara los mensajes”, comenta Tonka Diócares.

      El grupo “Funa” comenzó a crecer. Tras la publicación de Pastrián, tres jugadoras publicaron en sus cuentas de Instagram denuncias contra Ignacio Montano: Sofía Sáez (Unión Española); Natalia Paredes (fútbol sala de Coquimbo Unido) y Paz Espinosa (Palestino). Ninguna de las tres se conocía. Tonka Diocares explica que la acusación de Pastrián generó que muchas mujeres le comentaran en privado que también habían sufrido acoso y abuso sexual de parte de Ignacio Montano. Las fundadoras de “Funa” decidieron ir uniéndolas al grupo.

      Hasta agosto pasado “Funa” tenía 18 integrantes, 16 se declaran víctimas de Ignacio Montano. Todos los testimonios de este reportaje son de deportistas que forman

Скачать книгу