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esos mismos días fue cesado en su cargo por rendimiento, concuerda en que el club “no quería que saliera a la luz pública”.

      Pero Marilyn Pizarro estimó que era relevante advertir a los apoderados y esa noche les escribió al grupo de WhatsApp que también integran los miembros del cuerpo técnico del equipo.

      Luego de recibir la denuncia y desvincular a Zitkovich, la gerencia de Unión Española informó a Felipe Rivera, encargado del área social del club. Rivera revisó los mensajes de WhatsApp que, según relata, “no correspondían al horario laboral y el contenido no se vinculaba a una relación entre coordinador y jugadora”.

      Felipe Rivera y un psicólogo externo reunieron los antecedentes y conversaron con Guissel Carrasco y su madre. Además, presentaron una denuncia al área de protección del Servicio Nacional del Menores (Sename) de la comuna donde reside la joven. “Nosotros no podemos entrar en profundidad, ni somos expertos. Lo que la ley dice es que recurramos a estas áreas proteccionales de la comuna y derivar el caso a ellos”, explica Felipe Rivera.

      El funcionario de Unión Española dice que se contactó con la familia para explicarles que buscarían la mejor alternativa para derivar el caso de su hija y que le ofrecieron apoyo psicológico, pero que les informaron que Guissel ya estaba en terapia. Según Felipe Rivera, luego de informar al Sename de la comuna, él hizo seguimiento y Guissel Carrasco nunca asistió a las reuniones programadas. Marilyn Pizarro explica que jamás se enteró que el club se había comunicado con el Sename y que ellas no fueron contactadas por ese servicio.

      Jugadoras de la sub 17 de Unión Española cuentan que el club citó a sus apoderados a una reunión y luego las convocaron a ellas para explicar el despido de su coordinador. Belén Politis, jugadora de esa categoría, cuenta que les explicaron que el coordinador fue despedido y que la compañera afectada no volvería. “También nos pidieron que no divulguemos el tema”, comenta.

      La categoría adulta también tuvo una reunión, debido a que Branko Zitkovich era su coordinador. La capitana Andrea Cerda comenta que el club no tuvo buen manejo en general, por falta de experiencia, empatía y recursos.

      La familia Carrasco Pizarro se contactó con el abogado Fernando Álvarez para analizar las opciones legales que tenían. El abogado se reunió dos veces con Luis Baquedano, gerente de Unión Española. El club entregó los papeles que pidió el abogado para una posible acción legal, la que nunca ocurrió porque “la expectativa de justicia de Guissel no podía cumplirse con las pruebas que teníamos”, explica Álvarez.

      Luis Baquedano confirma las dos reuniones con el abogado y dice que hicieron todo lo que pudieron haber hecho como club. “Leí las conversaciones y despedí a Branko de inmediato”, afirma. Agrega que “Guissel no debió seguirle el juego a Branko y debió haber denunciado antes”. Al consultarle por las versiones que indican que hubo peticiones para mantener en reserva lo ocurrido, Luis Baquedano dice que el club nunca tuvo esa intención y aclara que desconocía que funcionarios de la institución hubiesen solicitado eso a Guissel Carrasco y su familia.

      Marilyn Pizarro dice que Branko Zitkovich frustró el sueño a su hija de jugar profesionalmente y aclara que las consecuencias las vive hasta hoy.

      Una mañana de mediados de 2019, el padre de Guissel Carrasco la dejó en la puerta del liceo y siguió a su trabajo. Minutos después, profesores de la joven se comunicaron con Marilyn Pizarro para preguntarle por qué su hija no había asistido. Recién al mediodía, recuerda la madre, recibió una llamada de un número desconocido. Era una señora que dijo haber encontrado a Guissel Carrasco perdida. “Estaba en una avenida lejos de su liceo”, cuenta Marilyn Pizarro. Sin saber lo que hacía, Guissel Carrasco había caminado y no se acordaba de nada.

      La adolescente iba a terapia de psicólogo y psiquiatra. Ambos coincidieron en el diagnóstico: depresión. “Tenía mucho miedo de cruzarme a Branko en alguna parte. Lo que sufrí fue muy fuerte para mí. No quería vivir más. Me quise suicidar dos veces”, cuenta Guissel. Su madre se estremece al recordar el día que escuchó llorar a su hija en su pieza con la puerta cerrada: “Decidí entrar y la encontré con los brazos cortados, llenos de sangre”.

      Marilyn Pizarro debió renunciar a su trabajo como vendedora de ropa para acompañar a Guissel durante el día. A veces, cuenta, no podía dormir por la preocupación de que pasara algo con su hija en la noche.

      Desde pequeña, Guissel fue fanática del fútbol. Siempre quiso ser parte de un club para llegar a la selección. Tras el acoso que sufrió, Guissel Carrasco no podía ver un balón. “Ese fue uno de los mayores daños, abandonó totalmente su interés por lo que más quería”, dice su mamá. Pasaron meses de terapia para que su hija pudiera ver una pelota nuevamente. Pero la joven es enfática y aclara que no quiere jugar fútbol profesionalmente.

      Branko Zitkovich fue contactado para este reportaje, pero no quiso participar.

      PARTE IV

      Diez años de malos tratos para las futbolistas de Everton

      Mario Vera es uno de los entrenadores más exitosos del fútbol femenino chileno. Al mando de Everton fue bicampeón nacional y finalista de la Libertadores. Pero su registro contrasta con el maltrato que denuncian algunas de sus dirigidas. Gritos destemplados en los camarines, insultos y comentarios homofóbicos son parte de los episodios que varias de ellas hoy se atreven a revelar. Tras zamarrear a una joven sub17, la asociación nacional de jugadoras le abrió una investigación. Everton solo lo cambió de puesto y lo dejó a cargo del fútbol joven.

      En 2007 Mario Andrés Vera Bazáez de 29 años, junto a Antonio Bloise, entonces presidente de Everton, crearon la rama femenina del club. Mario Vera fue su director técnico y no solo eso, fue durante tres años el entrenador de fútbol femenino más exitoso de Chile.

      Everton salió campeón en 2008 y 2009, mismo año en que participó de la primera edición de la Copa Chile. Llegó a la final y se enfrentó a Colo-Colo. Cuatro a dos fue el resultado a favor de la escuadra de Mario Vera. Everton fue el primer equipo chileno femenino en participar en la Copa Libertadores en 2009 y 2010. En 2009 logró el cuarto lugar y en 2010 perdió la final por uno a cero frente al Santos de Brasil.

      Nicole Tobar llegó a Everton en 2009, tenía 18 años y fue su primer club profesional. Ella junto a cinco compañeras, que venían del Lago Rapel, vivieron con Mario Vera en una cabaña en Quilpué. Como eran jóvenes y el fútbol femenino no es profesionalizado, había jugadoras que no tenían dónde vivir. Nicole Tobar entró a Everton con la promesa de recibir $ 60 mil mensuales y que sus servicios básicos estarían cubiertos: comida, transporte y residencia. El compromiso era con Mario Vera, pero no todo se cumplió. El dinero pactado no llegó hasta su tercer mes en Everton y Nicole Tobar recuerda: “Muchas veces pasamos hambre, no teníamos dinero, tampoco había almacenes cerca de la casa, porque quedaba en un lugar retirado y Mario no siempre nos tenía comida para cocinar”.

      Mario Vera explica que en esta época muchas jugadoras querían ir a jugar a Everton porque era el equipo campeón. Pero reconoce que “al fútbol femenino jamás le han dado la importancia que merece”. Entonces, dice, él trataba de ayudarlas. Mario Vera no vive del fútbol femenino, desde 1999 es dueño de una empresa de arriendo de maquinarias y ese es su principal ingreso. Según Vera, su mamá le daba la comida diaria a las jugadoras, pero Nicole Tobar lo desmiente y cuenta que “cuando Mario se olvidaba de abastecernos con comida y andaba apurado, nos dejaba en la casa de su madre antes de ir a entrenar y nos daba once. Porque sabía que ella siempre nos daría algo”.

      Además de incumplir compromisos económicos, el maltrato como director técnico es lo primero que recuerdan las jugadoras al preguntarles por sus años en el club. Gloria Cantillana también entró a Everton en 2009. Ella era de Rancagua, se integró con 15 años al equipo sub 17 y se quedó hasta 2012 en una primera etapa. “La relación con Mario era mala. Yo no tenía a nadie que me fuera a defender, alguien que fuera a decir: Oye, ¿qué te pasa con mi hija? De repente una se equivocaba en un pase y te echaba del entrenamiento”, recuerda.

      Mario Vera estaba a cargo de la rama femenina del club y era director técnico de la sub 17 y de la adulta. Sobre el trato, Gloria

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