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El mejor periodismo chileno. Premio Periodismo de Excelencia 2020. Varios autores
Читать онлайн.Название El mejor periodismo chileno. Premio Periodismo de Excelencia 2020
Год выпуска 0
isbn 9789563573091
Автор произведения Varios autores
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
ME TOO: LOS ARCHIVOS SECRETOS DEL FÚTBOL FEMENINO EN CHILE
Antonia Fava y María Jesús Peralta Inda
11 de octubre
Ciper
Uno de los grandes temas del año fue la extensión de las denuncias por abusos sexuales, acosos y conductas ilegales o inapropiadas hacia las mujeres, menores o mayores de edad. El camino imparable del “me too” chileno llega con este reportaje de investigación al fútbol femenino de la mano de dos estudiantes a punto de licenciarse de la Universidad Diego Portales. Su trabajo final, su tesis de graduación, se publicó en Ciper y causó una lógica indignación.
Mientas las calles de Chile y del mundo se llenaban con la coreografía de LasTesis “El violador eres tú”, una veintena larga de jugadoras de fútbol se anima a acusar a los otrora poderosos entrenadores, profesores, funcionarios y dirigentes.
Tal como lo presenta el medio digital en su introducción a la primera de las cinco partes de este trabajo, “esta es la primera investigación extensa sobre abusos en el fútbol y desde el Gobierno esperan que el Ministerio Público investigue los casos más graves”.
Los casos comprenden un kinesiólogo de Palestino acusado de abusos por una decena de jugadoras; un exentrenador de la selección nacional femenina condenado por violación de menor que siguió trabajando con la sub 16 de una filial de la UC; un DT vice campeón de Copa Libertadores femenina que maltrató por diez años a jugadoras de Everton y una adolescente acosada por un funcionario de Unión Española.
Es un texto potente, muy bien indagado, tratado con rigor ético y cuidado, que destaca por su ambición y por el gran potencial que muestran las flamantes periodistas.
PARTE I
El kinesiólogo de Palestino acusado de abuso sexual
En 2018, Ignacio Osvaldo Montano Guerrero, kinesiólogo de la Universidad Autónoma de Chile, de 24 años, comenzó a trabajar con los equipos femeninos del Club Deportivo Palestino. Atendía desde la serie sub 15 hasta el plantel de adultas. Fue el jefe de la rama de mujeres de la época, Claudio Quintiliani, quien lo seleccionó: “Necesitábamos un kinesiólogo recién salido de la universidad, porque no teníamos con qué pagar (…), era hijo único, de una familia clase media, me pareció bien”.
Para Ignacio Montano fue su primer trabajo, estuvo un año y medio sin sueldo, hasta que el club le pudo pagar $ 150 mil mensuales.
El mismo año en que llegó a Palestino, Ignacio Montano atendió a Paz Espinosa, quien jugaba en la sub 17. Ella tenía 16 y ya llevaba un par de años en el club. Montano era cariñoso y “con algunas jugadoras tenía una cercanía distinta”, explica la exfutbolista.
El kinesiólogo comenzó a atenderla por una tendinitis en una rodilla a semanas de ser citada a la selección y se convirtió en una de las niñas cercanas a Ignacio Montano. Conversaban por WhatsApp pero siempre cosas relacionadas al fútbol. “Me hablaba, diciéndome ‘hola chanchita’, ‘hola mi amor’. Yo sentí que era normal, de amigos”, cuenta Paz Espinosa. A medida que avanzó el tiempo, las conversaciones se volvieron incómodas para ella.
Ignacio Montano empezó a hablarle en las noches. A ella eso le pareció raro. “Una vez me dijo ‘me duele el muslo’ y me mandó una foto donde me mostraba su calzoncillo y su pene”, recuerda. Paz Espinoza dejó de responder, pero él insistió.
A comienzos de 2019, la noche antes de un partido, Ignacio Montano le empezó a hablar y le insistió que fuera a su casa, pero ella se negó. Ante una de sus insistencias, ella le preguntó para qué y él respondió “para culear contigo”, recuerda Paz Espinosa, quien dice que esas conversaciones se perdieron en un cambio de celular. Ella cuenta que no volvió a contestar.
Al otro día la jugadora llegó al partido y evitó toparse con el kinesiólogo. Cuando terminó el encuentro, conversó con una amiga sobre los mensajes que había recibido la noche anterior. La amiga le advirtió que Ignacio Montano la estaba mirando y que se acercaba. Paz se puso nerviosa, no sabía qué hacer. Pero Montano hizo como si nada: “Se acercó a saludarme, me abrazó muy fuerte. Fue incómodo. Como si él no hubiese hecho nada”, recuerda.
A fines de 2019, con 17 años, se retiró de Palestino. “Me fui por Ignacio Montano”, afirma. Justificó su decisión con el argumento de terminar el colegio, porque nadie de su entorno sabía la verdadera razón.
El 21 de octubre de 2018 Boston College jugó contra Palestino. En la sub 17 del Boston jugaba Carla Pérez. Ella cuenta que llegó a ese partido con una lesión en el tobillo y que ese día su equipo no contaba con kinesiólogo. Pérez recuerda que Ignacio Montano le ofreció sus servicios, pero no aceptó. Días después se convenció de que necesitaba un kinesiólogo y sus amigas de Palestino le dieron el número de Montano. Ella lo contactó y él le ofreció sesiones gratis. Inicialmente, la atendió en la sede del club árabe y le solicitó que fuera con “ropa pequeña”, según recuerda, porque las conversaciones fueron borradas.
Ignacio Montano le dijo que las sesiones ya no se podrían hacer en la sede de Palestino, sino que debían ser en la “clínica” que tenía en su departamento. Carla Pérez aceptó. “Nunca hubo una clínica, no había ni camilla. Me atendió en la cama de su mamá”, cuenta la jugadora. En la siguiente sesión, Ignacio Montano le pidió reiteradas veces que se sacara el pantalón corto, pero ella no accedió.
Luego de esas incómodas insistencias, Carla Pérez dejó de ir, pero explica que continuaron el tratamiento a través de WhatsApp. Durante 2019, Ignacio Montano le mandaba mensajes coqueteándole: “Cosita más linda, pololea conmigo, te amo”, son algunos de los textos que quedaron archivados en pantallazos. La futbolista cuenta que no respondió esos mensajes y como no lo hacía, Ignacio Montano la llamaba. Pérez detalla que en 2020, en plena pandemia, Ignacio Montano la engañó, le inventó que su teléfono estaba malo y logró que ella le enviara su ubicación. Tras esa conversación, a Carla Pérez le llegó comida de regalo a través de servicios de entrega a domicilio en tres ocasiones. Ella le dijo que no lo debía hacer, que le resultaba incómodo. Cuenta que “cada vez era más degenerado con los mensajes” y sostiene que Montano le envió videos y fotos de su pene con textos como “mira como estoy por ti”. La futbolista dice que borró de inmediato el contenido multimedia.
En enero de 2019 Tonka Diocares tenía 16 años y se incorporó a la sub 17 de Palestino. A la semana se lesionó el tobillo y debió atenderse con Ignacio Montano. Era un esguince. Debió asistir a kinesiología casi todos los días. Tras una semana compartiendo con Ignacio Montano, Tonka relata que él le empezó a hablar por Instagram. “En menos de un mes, él ya era una persona súper confianzuda. Me decía que me conocía de pies a cabeza”, relata Tonka. Agrega que por redes sociales le hablaba con garabatos y un lenguaje que no correspondía a la relación que tenían.
Tonka Diocares explica que, luego de sanar su tobillo, solía ir a kinesiología después de los entrenamientos porque le dolía la zona inguinal. En una de las sesiones Ignacio Montano le dijo: “Tonka si no se te pasa lo del tendón (en la ingle), voy a tener que introducir mis dedos en tu vagina y descontracturar por dentro, porque desde ahí comienza la lesión”. La joven dice que quedó paralizada. Ignacio Montano le planteó que, si había que hacer eso, ella debía firmar un papel de consentimiento porque era menor de edad. Verónica Aliaga, miembro del directorio nacional del Colegio de Kinesiólogos, afirma que según la ley 20.584, que regula la atención en salud, “el consentimiento puede ser otorgado solo por mayores de 18 años”. Agrega que, de no ser así, “se está incurriendo en una ilegalidad”.
Verónica Aliaga indica que el tratamiento que describía Montano existe, pero dice que “son diagnósticos muy específicos de naturaleza ginecológica-obstétrica u oncológica y no corresponden a mujeres jóvenes, deportistas y sanas”.
Tonka cuenta que dejó de asistir por una semana a kinesiología, a