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Sólo bebí un poco más de la cuenta, lo reconozco, pero tampoco perdí el control - hizo una breve pausa y adoptó un gesto lastimero -. Vamos Sam, sería incapaz de mentirte. No me metí nada anoche, lo juro, lo único que pasa es que la bebida que sirve esa condenada Charlotte parece más disolvente que otra cosa.

      - Razón de más para no tomarla.

      Ethan continuaba poniendo esa cara de cachorro desvalido que otras veces había dado resultado. Su hermano sabía que sin su protección estaría perdido, más bien parecía que nunca hubiera dejado de ser un niño.

      - De verdad te prometo que nadie desea más que yo que este trabajo salga bien - manifestó -. Sé que puedo aportar algo, que soy capaz de llevar a cabo encargos importantes. No voy a pasarme el resto de la vida siendo el chico de los recados, al que sólo le dan las tareas más simples y peor pagadas porque nadie confía en él.

      - ¿Y qué esperas, eh? - le increpó Samuel mirándole con dureza -. Esto debo arreglarlo yo otra vez, ¿no?

      Una vez más aquella expresión de desamparo y un silencio que denotaba impotencia. Ya era la enésima vez que pasaban por algo así, era posible que Samuel se acabara hartando algún día de él.

      - Yo…, yo Sam, no sé. Lo… lo siento, yo quería hacer… yo pensaba…

      - ¡Está bien, está bien, no pienses nada! - lo cortó éste - ¿Estás seguro de que has mirado en todas partes? - Ethan asintió con la cabeza -. De todas formas da igual, no podemos regresar al bloque, perderíamos mucho tiempo buscando el maldito papel y se haría demasiado tarde. Por fortuna yo me acuerdo del nombre del tipo, se llamaba Anderson, y creo que podré encontrar el lugar. Si me doy prisa no se largará y podremos hacer el intercambio.

      - ¿Estas… estás queriendo decir que vas a ir tú en mi lugar? - logró preguntar Ethan un tanto incrédulo -.

      - ¿Acaso se te ocurre una idea mejor? - inquirió Sam -. Tú no conoces la zona, aquello es un puto laberinto. Yo me moví bastante por allí el año pasado y me podrá costar más o menos, pero sabré llegar al punto de encuentro.

      - Me siento muy mal por esto, no sé qué decir - dijo Ethan apesadumbrado -. Siempre tienes que ser tú el que lo arregle todo, soy un maldito inútil.

      - ¡Oh vamos hermanito! - trató de consolarle Samuel, su enfado inicial se había ido tan rápido como había venido -. Ya sabes que sólo nos tenemos el uno al otro, ¿para qué están los hermanos? Anda, dame el sobre sin que se note mucho, yo iré hasta allí y traeré la mercancía. Lo más importante de todo es que Louis no se entere de nada, puede que yo le caiga muy bien, pero si la cagamos nos joderá a los dos por igual.

      - ¿Y qué coño haré yo? ¿Quedarme plantado sin mover un dedo mientras tú te ocupas de todo? - entregó a su hermano el dinero de Louis -.

      - Puedes ocuparte de lo que tenía que hacer yo, ¿qué te parece? Al menos sabes llegar hasta el estadio del Arsenal y ya conoces al tío, hemos tratado con él otras veces. Dile que ha habido un pequeño cambio de planes y que tú vas a ser el encargado de lo del alquiler del local. Es algo bastante sencillo, ¿sabrás hacerlo?

      - Cla… claro que si Sam - dijo Ethan, no podía negarse a hacer aquello -. Dalo por hecho ¿En qué parte del estadio habías quedado?

      Samuel sonrió como siempre solía hacer y acto seguido cogió cariñosamente a su hermano por el cogote y lo zarandeó diciendo:

      - ¡Ay hermanito, hermanito, siempre tan despistado! Dentro de un par de horas en lo que llaman el museo, ya sabes, los descampados donde siempre montan los puestos para hacer trueques. Verás a ese tío junto a uno de esos monumentos a los héroes del Sitio de Londres. Cuando hables con él hazle saber que toda la operación se hará con bonos de la Alianza, nada de libras convertibles, ¿entendido? Louis no quiere oír hablar de ellas en este caso. Y que ese cabrón no trate de subir el precio, a lo mejor intenta presionarte, pero dile que no estamos dispuestos a pagar más de cuatrocientos. Ya sabes que nos movemos en unos márgenes muy pequeños y cualquier metedura de pata nos la descontarán de nuestra parte ¿Te ha quedado claro?

      - Como el agua. No te fallaré en esto Sam, te lo prometo.

      - Dentro de poco vamos a tener un buen fajo en el bolsillo para poder pasarlo a lo grande - dijo Samuel dándole un codazo a su hermano con aire confidencial - ¡Ya lo verás!, los malos tiempos no van a volver, esta vez no, y tú y yo volaremos lejos de este maldito lugar.

      Un trueno lejano retumbó haciéndose oír por encima del natural barullo de la ciudad, muchos transeúntes pararon en seco y miraron al cielo con preocupación. Los dos hermanos hicieron lo mismo y se quedaron callados durante unos segundos.

      - Algún día toda esta puta mierda acabará - dijo al fin Samuel, esta vez estaba muy serio -. Acabará al menos para nosotros, por eso debemos arriesgarnos ahora trabajando para Louis. No nos queda otra, es la mejor forma de conseguir la mayor cantidad de dinero posible en poco tiempo.

      - Lo sé Sam - respondió Ethan -. Será mejor que cada uno vaya donde tiene que ir ¿Estás seguro de que quieres hacer lo de Watford?

      - No te preocupes hermanito, me las arreglaré - anunció éste -. Cuando tengamos la pasta seremos otros muy distintos, compraremos unos buenos trajes para lucirnos. Y entonces podremos quedar con esas dos gemelas tan cachondas, ¿te acuerdas de ellas Ethan? Roxanne y Annie se llamaban, no estaban nada mal, ¿eh?

      Exhibiendo una sonrisa pícara Samuel le dio una palmada en la espalda a su hermano, él le devolvió la sonrisa más tímidamente.

      - Sí, eso estará bien - replicó Ethan algo más animado -.

      - ¡Estará mejor que bien! ¿Cuánto hace que no echas un buen polvo, eh? Esas dos se van a derretir, te lo digo yo. Nos montaremos una juerga como hace mucho tiempo que no nos la montamos.

      Los dos se quedaron mirándose el uno al otro durante unos instantes, sonreían en un gesto de complicidad que sólo ellos tenían, que sólo ellos entendían. Toda una vida juntos había servido para que sus mentes conectaran de aquella manera. A pesar de todo Ethan no se sentía del todo bien, una vez más tenía que confiar en que su hermano solucionara lo que él no había podido hacer. Algún día todo aquello tenía que cambiar.

      - Bueno, cada uno a su rollo - dijo al fin Samuel para despedirse -. Voy a ver si los jodidos cabezas cuadradas no han vuelto hacer de las suyas y encuentro una línea hasta Watford.

      - Vale Sam, yo me dirigiré hacia el estadio - replicó Ethan -. Tengo tiempo, iré caminando.

      - Hasta luego hermanito, cuídate, ¿vale? Nos veremos esta noche en el local de Charlotte como siempre. Y no te preocupes, todo saldrá bien.

      - Sí, nos veremos esta noche. Hasta luego Sam.

      Acto seguido Samuel se giró y embocó las sucias y deterioradas escaleras que descendían al paso inferior de Plaistow, una construcción supuestamente provisional que había sido levantada justo al lado de las ruinas del edificio de la estación antigua. En ese momento una sensación extraña embargó a Ethan, un estremecimiento, una repentina descarga de angustia que sacudió su corazón.

      - ¡Sam! - gritó sin saber muy bien por qué -.

      - ¿Qué quieres? - su hermano se detuvo a medio descender de las escaleras volviéndose hacia él -.

      Un silencio enrarecido reinó mientras las miradas de ambos se cruzaban, finalmente Ethan dijo:

      - No es nada, sólo una tontería. Ya hablaremos después.

      - ¡De acuerdo tío! - y Samuel desapareció al fin dejando a su hermano con una extraña duda rondando en la cabeza -.

      ***

      No había pasado ni una hora desde la separación en Plaistow cuando, una vez más, las alarmas de bombardeo resonaron por todo el ruinoso paisaje de Londres. Previamente la perturbación electromagnética descendió sobre la ciudad trayendo consigo voces siniestras que cabalgaban en el aire, voces de desesperación y muerte que acompañaban a las aterradoras descargas

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