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es capaz de inventarse algo así, no creo que quede nadie vivo que la haya conocido. No deberías pasar tanto tiempo con esa bruja. Es más, papá y mamá deberían decidirse de una vez y echarla de casa.

      Pero ellos seguían sin desaprobar mi reciente amistad con la Peregrina, tampoco el hecho de que pasara más y más horas en el cobertizo escuchando sus historias. No lo desaprobaron al menos al principio. Ahora bien, una cosa era atender y hacerle compañía a una anciana ciertamente desvalida y otra muy distinta creer todo lo que dijera y dejar volar demasiado la imaginación. Papá me advirtió al respecto desde el primer momento, estaba bien lo que hacía por ella pues la pobre no tenía a nadie, pero participar de sus delirios y hacerlos propios podía llegar a ser peligroso.

      -Tranquilo papá - decía yo para justificarme -. No es que me tome en serio lo que dice, lo que pasa es que me divierten las cosas que cuenta y ella se siente a gusto haciéndolo. No creo que esté haciendo nada malo.

      Visto así no lo hacía, pero en aquel momento oculté que mi escepticismo no era tan firme como pretendía hacer ver. Casi desde el primer instante deseé que todo aquello fuera verdad, era casi como volver a creer en la magia y pensar que había tenido la extraordinaria suerte de haber conocido a una persona que vivió la gran aventura de primera mano me hacía sentir alguien muy especial, un privilegiado. Tenía la oportunidad de elevarme por encima de los demás, de descubrir cosas que nadie más sabía, ya que la Peregrina me había escogido para ello. No es que me hubiera estado buscando durante toda la vida, simplemente aparecí en el lugar adecuado y el momento oportuno.

      ***

      Y así fue como el Corazón Indomable y su leyenda entraron en mi vida y, en cierto modo, se convirtieron en parte de mi ser. Muchos años y esfuerzo he dedicado a esta tarea, algo que comencé siendo un niño casi como si de un juego se tratara, pero que a la larga terminó convertido en todo un proyecto vital. Habrá quien diga que esta historia, transcrita en el transcurso de incontables sesiones junto a la misteriosa figura de la Peregrina, no es más que una fabulación novelesca, una travesura que revisa ampliamente el relato oficial de uno de los personajes históricos más importantes de todos los tiempos. Y en parte lo es. Es mucho lo que ella interpretó a su manera porque no estaba físicamente presente en el momento en que ocurrió. Pero sin lugar a dudas, cuando la conocí y decidió transmitirme sus vivencias, aseguraba ser la última persona con vida que llegó a conocer en mayor o menor medida a todos los implicados. Yo por mi parte siempre la he creído y, conforme vaya avanzando en mi relato y se descubran más y más cosas, espero que vosotros también. Mi legado es el suyo, un sincero homenaje a la memoria de aquellos que son recordados como héroes, pero cuyas verdaderas vidas han sido olvidadas.

      Y como todas las grandes historias, para comprender mejor ésta es necesario comenzar por el principio. No por el principio de todo, entendido esto como el día en que los distintos protagonistas nacieron, sino más bien por el momento en el que el destino comenzó a unir sus distintos caminos. Fue en ese preciso instante cuando la leyenda comenzó a tomar forma y cuando, de entre las tinieblas de un mundo desolado y miserable, surgió un débil destello de esperanza, apenas perceptible, que anunciaba un nuevo amanecer. He aquí cómo fue posible que llegara a suceder.

      Capítulo I

      La panspermia es la dispersión de la vida de unos planetas a otros a través del espacio. Normalmente se entiende como una forma mediante la cual microorganismos muy simples, pero extremadamente resistentes, son capaces de sobrevivir a prolongadísimos periplos cósmicos (de cientos de miles o incluso millones de años) viajando como “polizones” a bordo de fragmentos de roca y hielo como meteoritos o cometas (…). Hablamos de una dispersión por completo pasiva y aleatoria, restos de material que salen despedidos de sus sistemas de origen al espacio interestelar, portando consigo su particular carga biológica en estado de total animación suspendida, lo que se conoce como criptobiosis. En su día estos seres abandonaron el planeta que les vio nacer y el azar termina transportándolos a través de lapsos inconcebibles de tiempo y espacio, al menos esa es la teoría (…).

      Puede que permanezcan para siempre en la nada, perdidos en mitad del vacío infinito, el más plausible de los destinos. Pero también puede que, ese mismo azar que los llevó a abandonar su hogar de manera accidental, los conduzca a un mundo nuevo en el que podrían asentarse, multiplicarse y evolucionar si las condiciones son favorables. No es más que una muy improbable lotería, algo que sucede en una de cada cien millones de ocasiones tal vez, pero que puede terminar sucediendo igualmente.

      “Tercer tratado de Exobiología”. A. Chang.

      1

      Ethan y Samuel habían estado siempre muy unidos. Quizá era por la diferencia de edad, apenas dos años los separaban. Quizá era porque habían perdido a su padre siendo aún pequeños, o porque después de eso su madre se hundió en un profundo pozo de desesperación del que ya nunca más salió y tuvieron que arreglárselas ellos solitos. O tal vez fuera porque la necesidad los mantuvo unidos en un mundo sumido en la oscuridad y la barbarie, un mundo en el que habían sobrevivido hasta la fecha peor que bien. El caso es que, desde siempre, ambos habían sido uña y carne y habían compartido todas y cada una de las múltiples experiencias de la infancia, la adolescencia y la primera juventud. Los primeros duros golpes que les propinó la vida, las primeras correrías por las calles de Londres, los primeros trabajillos para ganarse el sustento, las primeras borracheras, las primeras experiencias con chicas. En todos aquellos recuerdos Ethan y Samuel eran siempre un todo, siempre juntos, nada en el mundo los separaría porque más allá de la inquebrantable confianza mutua que se tenían no había nada más, sólo el horror cotidiano de esa guerra interminable que ya había devorado a muchas generaciones precedentes y que con toda probabilidad devoraría también a la suya. Ambos eran el uno para el otro la única familia que les quedaba.

      A pesar de ser el menor Samuel siempre había sido el más fuerte de los dos. Ethan nunca dejó de apoyarse en él para la mayoría de las cosas, una dependencia que, lejos de ir reduciéndose, aumentó incluso más con el paso de los años. Fue Samuel el que se las arregló para conseguir un certificado médico falsificado para que Ethan se librara del reclutamiento cuando cumplió los dieciocho, era siempre Samuel el que sabía contemporizar la situación cuando se veían en apuros, también era él el que evitaba que Ethan se metiera en más líos de los aconsejables a causa de sus problemas con el alcohol y las drogas y fue él quien finalmente logró trabar amistad con aquel pelirrojo grandote llamado Marcel Louis.

      Desde el principio los dos hermanos se vieron en cierta medida absorbidos por Louis y su mundo. Un mundo en el los negocios apetecibles, y por supuesto ilegales, surgían a la vuelta de la esquina y donde la base del éxito era aprender a sacar provecho de una sociedad totalmente descompuesta. Hacerlo suponía la diferencia entre ser una miserable rata callejera que vive al día, lo que ambos habían sido hasta ese momento, y poder aspirar a algo mejor por mucho que se obtuviera de una forma en absoluto honrada. Qué más daba, pues al fin y al cabo en la Inglaterra de aquellos tiempos tan sólo una de cada diez personas, puede incluso que menos, se ganaba la vida sin delinquir de una u otra manera.

      Pero entrar en el círculo de Louis también suponía innumerables riesgos, ya que había que tratar con toda clase de individuos nada recomendables. Gánsteres, matones, ladrones y maleantes de toda índole, busconas y policías corruptos, prácticamente la única clase de agentes de la ley que te podías encontrar por aquel entonces, se convertirían a partir de ahora en compañías habituales. Gente peligrosa y de la que no te podías fiar, que invariablemente sólo pensaba en sí misma y que no dudaría en eliminarte si veía que podía ganar algo con ello, pero que aun así estaba por encima de la informe masa de desdichados que se arrastraba por la ciudad. En cierto modo componían la aristocracia londinense de la época.

      Y ésa era precisamente la esfera social a la que Samuel aspiraba llegar. Por pura inercia Ethan le seguiría, siempre lo había hecho, todo y que se movía con suma torpeza en aquel nuevo ambiente. Al principio Louis casi ni se fijaba en él, pues era el hermano menor el que se ganó su simpatía y también su confianza al concluir con éxito una serie de trabajos ciertamente delicados. Gracias a lo que se pudo ganar con ellos

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