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esto Rod se apoderó del reloj de un rápido zarpazo ante las airadas protestas de Fergie. Después de inspeccionarlo manifestó:

      - No sé, no sé, esto tendría que verlo un especialista. Las falsificaciones de esta clase de antiguallas son casi lo único que queda en estos días. Pero si fuera auténtico…

      - ¿Tú sabes de qué se trata? - Louis parecía intrigado -.

      - Si fuera auténtico lo podríamos vender por una pequeña fortuna a unos tíos que conozco.

      - ¡Lo veis, sabía que acertaría llevándomelo! - exclamó pletórico Fergie, recuperando de manos de Rod el preciado objeto que había robado -. Consideradlo como ingreso extra, aunque si nos dan un buen precio la mayor tajada me la quedo yo al haber tomado la iniciativa.

      - ¡Eh, en esto vamos a medias! - saltó Ethan indignado -. Yo fui el primero que dije que debíamos cogerlo sin que la vieja se diera cuenta.

      - ¡De eso ni hablar maldito capullo! Dudaste y después te entraron ganas de cagar y desapareciste. Yo fui el que arriesgó y terminó metiendo la mano en el cofre ¡El puto reloj es mío!

      - ¡Pero la idea fue mía y quiero mi parte! - insistía Ethan repentinamente envalentonado -. De no haber sido por mí no se te habría ocurrido.

      - ¡Eso es una puta gilipollez! - replicaba Fergie - ¿A quién no se le va a ocurrir aprovechar una oportunidad así? No vas a poner tus asquerosas manos en mi reloj. Nadie dijo nada de ir a medias.

      - Sí lo dijimos.

      - No desgraciado, estás tan podrido por dentro que te imaginas cosas. Y todo el mundo sabe por qué.

      Se hizo el silencio después de aquella insinuación. Donna estaba a punto de explotar y no paraba de mirar de reojo a Louis. Robar un viejo reloj que ni tan siquiera parecía funcionar no entraba ni mucho menos en los planes de aquel día, si nadie decía nada al respecto ella terminaría haciéndolo.

      - ¿Qué has querido decir con eso? - entretanto Ethan exigía que Fergie fuera más claro -.

      - Sabes perfectamente a qué me refiero - replicó éste - ¿Acaso pensabas que no se enteraría nadie?

      - ¿De qué habrían de enterarse?

      - ¡Ja, este tío es más tonto de lo que pensaba! - se burló Fergie -. Todo el mundo sabe lo que eres y por eso no quiero tener nada que ver contigo, ¿me oyes? Nadie desea juntarse con un puto chapero come rabos.

      - ¿Qué has dicho? - Ethan abrió los ojos como platos -.

      - ¡Lo que has oído imbécil! No eres más que un maldito chapero come rabos. Todos saben que se la chupaste a ese cerdo seboso de Arnold porque andabas muy mal y estabas dispuesto a hacer cualquier cosa para poder pillar ¡Hay que tener algo de dignidad tío, yo al menos no me rebajo hasta esos extremos con tal de colocarme! ¡Joder, soy un hombre hecho y derecho!

      A esas alturas el daño ya estaba hecho y poco se podía hacer para repararlo. Ni tan siquiera hubiera importado que aportara su versión, si bien no tenía ninguna. Aquella fatídica noche tocó fondo, iba tan puesto que apenas sí recordaba nada de lo sucedido, tan solo imágenes vagas y borrosas de verse por los suelos en el garito de Arnold. En ese estado cualquiera podría haber hecho con él lo que le diera la gana, habría sido casi como abusar de un cadáver. Sólo de pensarlo le entraban ganas de vomitar, pero si le obligaron a hacerle una felación a aquel puerco vicioso y grasiento poco pudo hacer para impedirlo. Al día siguiente se despertó tirado en un callejón y tan hecho polvo que no podía ni moverse, la noche anterior una prolongada y oscura laguna. Los rumores no llegaron a él hasta días más tarde y, una vez empezaron, fue como si tomaran vida propia y resultó imposible desmentirlos con argumentos creíbles. Si Samuel hubiera estado vivo aquello no habría ocurrido.

      A pesar de todo Ethan estaba obligado a responder a aquel ataque, no hacerlo era mucho peor. No podía permanecer callado y, venciendo el estado de bloqueo inicial, gritó:

      - ¡Eso es mentira Fergie, eres un hijo de puta! ¡Estoy harto de esa historia, no sé quién coño la inventó pero juro que algún día me las pagará!

      - Lo que tú digas cretino, pero todos la hemos escuchado - se mofaba ahora Louis -.

      Pero ni Ethan ni el pendenciero mulato prestaron atención a sus palabras, pues ahora se habían enzarzado en una patética pelea a manotazos, tirones y empujones, al tiempo que gritaban y se insultaban sin parar.

      - ¡Puto bastardo mentiroso, quiero mi parte de lo del reloj! - exigía uno -.

      - ¡Lo único que te voy a dar es un puñetazo en tu asquerosa boca de chupa pollas! - respondía el otro -.

      Finalmente Rod, que iba detrás junto a ellos, se hartó del barullo y, haciendo valer una fuerza física muy superior, separó a ambos sin miramientos mientras amenazaba:

      - ¡Basta ya retrasados de mierda! Como sigáis con esto yo mismo os tiraré de la cargo en marcha. No pienso arriesgar lo de esta noche por culpa de dos descerebrados que no saben cuál es su sitio, ¿ha quedado claro o tengo que moleros a palos para que lo entendáis?

      Fue en ese momento cuando, indignada por el hecho de que nadie comprendiera exactamente la situación, Donna terminó explotando:

      - ¡Maldita sea Louis, te advertí que no podríamos confiar en una basura como ellos, no digas que no había avisado de lo que sucedería! ¿Es que no lo ves? Ésta es precisamente la clase de mierda que puede terminar jodiéndolo todo ¿A qué santo se les ocurrió a estos dos putos yonquis anormales robar nada en casa de los viejos? Cuando se enteren de lo del reloj nos denunciarán y nos convertiremos en sospechosos en una ciudad militarizada ¡Eso es lo primero que debíamos haber evitado, dentro de poco tendrán nuestras descripciones y puede que nos estén buscando! ¿Cómo vamos a hacer el trabajo en esas condiciones? ¡A lo mejor esta noche no podemos ni entrar en el complejo de los almacenes!

      - ¡Para que te enteres zorra de mierda, yo sé lo que hago y ando con pies de plomo! - contraatacó furioso Fergie - ¡Por el amor de Dios, pero si esos viejos no sabrán ya ni dónde tienen el ojo del culo! Fue un golpe seguro y dudo que puedan dar una descripción fiable de nosotros cuando hay miles de brigadistas trabajando en el frente. Te vas a arrepentir de lo que has dicho so guarra, yo te enseñaré a…

      - ¡Un malnacido como tú no puede enseñarme nada!, ¿me oyes? - cortó ella, que no se amilanaba -. Y no puede porque no eres más que un yonqui descerebrado y apestoso que no tiene donde caerse muerto, deberías estar besando el suelo que pisamos por haber permitido que vinieras con nosotros ¡Sí, los dos deberíais besarlo, tú y ese otro chapero idiota que está a tu lado!

      Ethan y Fergie hicieron el ademán de replicar, incluso dio la impresión de que éste último quiso incorporarse como para retorcer el pescuezo de Donna. Pero Rod intervino y los puso a los dos en su sitio.

      - Una gilipollez más y os garantizo que no llegáis vivos a esta noche - volvió a amenazar agarrándolos con firmeza -. Ya ni tan siquiera me importa que no seamos suficientes en el equipo.

      Donna y Louis no paraban de intercambiar miradas, la preocupación de ella era más que evidente. Él la tenía en alta estima, puede que por su aspecto no pareciera gran cosa, pero sin duda la consideraba una especie de genio de la informática. Aquella chica era un miembro imprescindible del equipo, sin sus conocimientos no podrían descifrar los códigos que daban acceso a la cámara donde los militares guardaban los preciados cerebros electrónicos y mucho menos podrían manipularlos para dejarlos en condiciones de ser vendidos en el mercado negro. Louis la necesitaba más que a nadie para aquel trabajo y no podía tenerla en su contra.

      Además, en lo del reloj tenía toda la razón. En aquellos tiempos sustraer bienes ajenos era una práctica tan habitual, tan extendida, que la mayoría de la gente, lejos de considerarlo reprobable, lo tomaba por algo natural. Casi era de tontos desaprovechar la oportunidad de hacerlo, más si había un objeto de valor por medio, pues todo el mundo lo hacía. En la práctica cotidiana robar ya no se consideraba delito, por mucho que en teoría siguiera siéndolo, más bien era una

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