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en su círculo de la universidad. Al ingresar en el movimiento nacionalsocialista abrazó con entusiasmo su antisemitismo virulento.

      Su activismo a favor del movimiento no pasó inadvertido: en julio se le ofreció el puesto de secretario de Gregor Strasser. Este era vecino de Landshut, así que seguramente conocía a los Himmler de la temporada que habían pasado allí; pero no cabe descartar que Himmler fuera recomendado por Röhm u otro nacionalsocialista destacado. En cualquier caso, con tan solo veintitrés años estaba ya en la nómina del partido.16 Strasser era por entonces el presidente de la organización en la Baja Baviera, además de diputado del Landtag [parlamento regional] bávaro, y estaba creando lazos en el norte del país y en Renania con grupos afines al ideario nacionalsocialista. A Himmler se le encomendó, al parecer, la tarea de mantener unidas a las diversas organizaciones nacionalsocialistas semiclandestinas existentes en la Baja Baviera. A Strasser, su nuevo secretario le pareció “extraordinariamente entusiasta […]; es el suboficial perfecto. Visita todos los depósitos de armas secretos”.17

      Tras las elecciones generales de diciembre, en las que fue uno de los pocos nacionalsocialistas que obtuvieron un escaño en el Reichstag, Strasser necesitaba apoyarse aún más en Himmler, así que lo nombró vicepresidente de la organización en la Baja Baviera: un ascenso notable, ya que esta región era uno de los grandes bastiones del nacionalsocialismo. Que a alguien tan joven como él se le pusiera, de hecho, al frente del partido en una zona así no deja lugar a dudas sobre su prestigio como administrador y organizador, ni sobre el carisma y la popularidad de los que gozaba entre los demás militantes (hubiera sido raro, por lo demás, que Strasser eligiese a un potencial adversario).

      Himmler era, por tanto, la autoridad competente del partido cuando llegó a la Baja Baviera la circular de Schreck sobre las SS. Y era, además, el miembro número3 ciento sesenta y ocho18 de las SS desde el 2 de agosto (ingresó en la SA el mismo día). Como colaborador estrecho de Strasser estaba, sin duda, al tanto de lo que sucedía en la sede del partido, en Múnich, lo que explica que tuviera noticia de la nueva organización antes de que se anunciara su creación a la mayoría de los militantes.

      Apenas se sabe nada de las tareas que desempeñó entonces para las SS, aunque es probable que dedicara tanto o más tiempo a otros grupos. Así, por ejemplo, dirigía la sección bávara de la sociedad Artamanen, organización agraria de corte nacionalista que propugnaba el asentamiento de granjeros alemanes en el este, una especie de empresa colonizadora. Seguramente le fascinó la condición de élite del nacionalsocialismo que se les atribuía a las SS, así como el hincapié que hacían estas en las actividades de inteligencia; pero no había ninguna razón para pensar que pudieran llegar a ser algo más que una pequeña escolta al servicio de los dirigentes del NSDAP. En julio de 1926 se hizo acompañar en Weimar por los miembros de su escuadra el “Día del Partido”, cuando se confió a las SS la custodia de la bandera de la sangre. Es de suponer, sin embargo, que su trabajo como lugarteniente de Strasser tuviera prioridad sobre la labor relacionada con la nueva organización.

      En septiembre de 1926, Strasser fue nombrado jefe nacional de propaganda. No obstante, seguía muy ocupado en sus tareas parlamentarias y en organizar a los nacionalsocialistas del norte del país, por lo que Himmler se encargó de la mayor parte del trabajo propagandístico. Es a él a quien se atribuye la invención de la técnica consistente en saturar una zona con carteles, altavoces y activistas que iba a convertirse en el procedimiento habitual del NSDAP para hacer campaña. Y lo que no es menos importante: ese mes trabajó en la sede del partido en Múnich y tuvo, por tanto, la oportunidad de impresionar a los gerifaltes. Por aquel entonces, la mayoría de los militantes y dirigentes del NSDAP seguían siendo de clase media baja, así que un burgués instruido como Himmler destacó a buen seguro entre ellos.

      Ese mismo año de 1926 conoció a la mujer con la que se acabaría casando. Margarete (“Marga”) Siegroth era hija de un terrateniente prusiano. Enfermera cualificada, había abierto con un ginecólogo judío una clínica privada en Berlín19 donde practicaban la homeopatía, la hipnosis y varias terapias alternativas más. Himmler la conoció en el vestíbulo de un hotel de Bad Reichenhall al que había ido a guarecerse de un chaparrón, y al parecer se quedó prendado de su cuerpo escultural, su cabello rubio y sus ojos azules. Poco importaba que fuese ocho años mayor que él, protestante y divorciada: se enamoró de ella a primera vista. Según Otto Strasser, perdió la virginidad con Marga; lo que parece verosímil,20 ya que siempre fue muy mojigato.

      En septiembre de 1927 Himmler fue nombrado lugarteniente de Heiden. La elección era lógica hasta cierto punto: en su anterior trabajo, relacionado con la propaganda, se había servido de informes de las SS que describían con detalle las actividades de los enemigos de izquierdas y los rivales de derechas; además, era miembro activo del grupo casi desde su creación, y poseía aptitudes organizativas y capacidad de entusiasmo, cualidades útiles para el puesto. En cualquier caso, no tardó en hacer valer su autoridad: el 13 de septiembre emitió la “Orden nº 1”,21 que endurecía la normativa encaminada a asegurar que los miembros de las SS se presentaran en público vestidos siempre con el mismo uniforme, prohibiendo que llevasen ropa deportiva o lederhosen (pantalones de cuero típicos de Baviera), como había sucedido hacía poco, al parecer, en la celebración en Núremberg del Día del Partido. Otra directriz obligaba a las unidades locales de las SS a llevar a cabo al menos cuatro “actividades” cada mes, entre ellas canto y adiestramiento militar. Por último, se exigía a los comandantes de dichas unidades que remitieran a la sede del NSDAP información sobre las actividades políticas de los adversarios, las consignas y los planes secretos de los grupos de la oposición y los actos locales de especial interés; recortes de prensa relativos al partido, y también los nombres de judíos y masones destacados.22 En esta norma se adivinaba ya lo que llegarían a ser las SS: la principal fuerza de seguridad del Tercer Reich.

      Himmler se convirtió pronto en el motor de la organización. Pese a seguir desempeñando tareas propagandísticas (fue, sin embargo, a Hitler a quien Strasser puso a cargo de la propaganda en los meses previos a las elecciones de la primavera de 1928)4, dispuso del tiempo y la energía suficientes para ir eclipsando a Heiden, quien, según Koehl, “parecía ahora que sobraba; se pasaba el día en la redacción del Observador [Popular], sin nada que hacer, como una reliquia de la época de los Freikorps”.23 Así y todo, las SS seguían siendo un grupo relativamente pequeño y desconocido; en cambio, la SA, la organización de masas dirigida por Pfeffer von Salomon, acaparaba la atención de los gerifaltes, cuya generación más joven tendía a apoyarse en ella en casi cualquier circunstancia, confiándole la mayor parte de las tareas dentro del movimiento.

      A pesar de que trabajaba a tiempo completo para el partido, Himmler cobraba un sueldo bastante modesto. Después de su boda, en 1928, él y Marga utilizaron el dinero obtenido con la venta de la clínica para adquirir una pequeña granja en Waldtrudering, cerca de Múnich, donde pensaban complementar sus ingresos criando pollos. Sin embargo, y pese a su enorme interés por la agricultura, las responsabilidades de Himmler en el partido le impedían dedicar mucho tiempo a la granja y a su mujer. De hecho, el matrimonio pronto empezó a llevar vidas separadas, y así sería hasta la muerte de Himmler. Su única hija, Gudrun (conocida como Püppi), nació en 1929. Para entonces, su padre ya estaba muy ocupado urdiendo el plan que lo llevaría a convertirse en uno de los hombres más poderosos de Alemania.

      IV

      EL REFORMADOR

      No hay constancia de las directrices precisas que recibió Heinrich Himmler al asumir el cargo de Reichsführer-SS el 20 de enero de 1929. En vista de la mediocre actuación de sus dos predecesores, seguramente se le encomendó la misión de renovar la organización y aumentar el número de miembros, que entonces estaba en doscientos ochenta, aproximadamente.1 Existían menos de setenta y cinco escuadras de protección, la más numerosa de las cuales estaba adscrita a la sede del partido, en Múnich, y comandada por Josef “Sepp” Dietrich, que llegaría a ejercer un papel decisivo en las Waffen-SS. Muchas escuadras estaban formadas por dos o tres hombres, por lo que no es de extrañar que los militantes del partido, en general, no tuvieran interés

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