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en general, no han emergido en el campo de la reflexión sobre el individuo normal, el carácter normal, la personalidad normal o la inteligencia normal, sino que la misma noción de normalidad ha emergido de una preocupación por los tipos de conducta, de pensamiento y de expresión consideradas problemáticas o peligrosas (cf. Rose, 1985a). Este es un punto tanto metodológico como epistemológico: en la genealogía de la subjetivación, el lugar privilegiado no es ocupado por los filósofos que reflexionan sobre la naturaleza de la persona, la voluntad, la consciencia, la moralidad, y temáticas afines, sino por las prácticas cotidianas donde la conducta se ha vuelto problemática para otros o para uno mismo, y en los textos y programas mundanos —en la administración del asilo, en el tratamiento médico de las mujeres, en los regímenes recomendados de crianza, en las nuevas ideas para la administración del lugar de trabajo, en el mejoramiento de la autoestima— que buscan volver estos problemas inteligibles y, al mismo tiempo, administrables.8

       Tecnologías

       Autoridades

      ¿A quién se le concede, o quiénes reclaman, la capacidad de hablar con la verdad acerca de los humanos, de su naturaleza y de sus problemas, y qué caracteriza a las verdades de las personas a las que es concedida esta autoridad? ¿A través de qué dispositivos son autorizadas estas autoridades? ¿De las universidades, del dispositivo legal, de las iglesias, de la política? ¿En qué grado la autoridad de las autoridades depende de la afirmación de un conocimiento positivo, de la sabiduría y la virtud, de la experiencia y el juicio práctico, de la capacidad para resolver conflictos? ¿Cómo se gobierna a las mismas autoridades? ¿A través de códigos legales, del mercado, de protocolos burocráticos, de la ética profesional? Y, ¿cuál es entonces la relación entre las autoridades y quienes están sujetos a dicha autoridad: cura y feligrés, doctor y paciente, gerente y empleado, terapeuta y cliente? Este enfoque centrado en la heterogeneidad de la autoridad, en lugar de la singularidad del “poder”, es una característica distintiva de este tipo de genealogías. Ellas buscan diferenciar las diversas personas, cosas, dispositivos, asociaciones, modos de pensar y tipos de juicios que buscan, afirman, adquieren o son concedidas a la autoridad. Ellas trazan las diferentes configuraciones de la autoridad y la subjetividad, y los variados vectores de fuerza y de contrafuerza instalados y posibilitados, para así explorar la variedad de formas en que la autoridad ha sido autorizada, sin reducirla a la intervención encubierta del Estado o de los procesos de emprendimiento moral, sino examinando particularmente las relaciones entre las capacidades de las autoridades y los regímenes de verdad.

       Teleologías

      ¿Qué formas de vida son los objetivos, ideales o ejemplares para estas diferentes prácticas de trabajo sobre las personas? ¿El profesional ejerciendo su vocación sabia y desapasionadamente, los guerreros viriles buscando una vida honorable a través de un riesgo calculado del cuerpo, el padre responsable viviendo una vida prudente y moderada, el trabajador aceptando su suerte con una docilidad fundada en la creencia de la inviolabilidad de la autoridad o de una recompensa en una vida venidera, la buena esposa cumpliendo sus deberes domésticos con eficiencia silenciosa y de manera humilde, el individuo emprendedor luchando por mejoras seculares en su calidad de vida, el amante apasionado diestro en las artes el placer? ¿Qué códigos de saber sostienen tales ideales, y a qué valoración ética están vinculados? En contraposición a aquellos que sugieren que en cualquier cultura sólo llega a ser preeminente un único modelo de persona, es importante enfatizar la heterogeneidad y la especificidad de los ideales o modelos de persona desplegados en diferentes prácticas, así como las formas en que éstas son articuladas en relación a problemas y soluciones específicas concernientes a la conducta humana. Pienso que es sólo desde esta perspectiva que se puede identificar la peculiaridad de aquellos intentos programáticos de instalar un modelo singular del individuo como ideal ético, a través de una serie de lugares y prácticas diferentes. Por ejemplo, las sectas puritanas examinadas por Weber fueron excepcionales en sus intentos de asegurar un modo de comportamiento individual en términos de sobriedad, deber, modestia, sí mismo, etc., aplicados a prácticas tan diversas como el disfrute de los entretenimientos populares y las labores domésticas (cf. Weber, 1976). En nuestros tiempos, la economía, en la forma de un modelo de racionalidad económica y elección racional, y la psicología, en la forma de un modelo de individuo psicológico, han suministrado las bases para intentos similares de unificación de la conducta de vida en torno a un único modelo de subjetividad apropiada. Pero la unificación de la subjetivación debe ser vista como un objetivo de programas particulares o como la presuposición de estilos particulares de pensamiento, no como una característica de las culturas humanas.

       Estrategias

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