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los niños cambian... ya se le va a pasar”, y él dice: “¿Qué cosa: no querer verme o escucharme, o algo más profundo de lo que no estoy enterado? ¿O tan solo lo obvio, que la avergüenza que yo haya estado preso, o que le doy miedo porque una vez golpeé a un tipo hasta matarlo, ahora que ella es madre?”, y ella dice: “Ojalá lo supiera, Nat, ella no suelta una palabra sobre todo eso, pero te acuerdas cómo era de chiquita –hipersensible y siempre muy lectora, jamás dispuesta a la charla o la introspección excepto para hablar de sus sueños o sus libros–, de hecho me regaña cuando le pregunto qué le pasa contigo”, y él dice: “Implora por mí, Lee, por favor implórale por mí... dile que la prisión me esterilizó y me debilitó, que me he convertido en el hombre más inofensivo, que aporreo hamburguesas, vuelvo a casa y leo los diarios, y en mis días libres salgo a caminar y voy a ver películas y museos, y al parque a mirar a los niños en los juegos hasta que empieza a verse sospechoso, y en el zoológico les tiro panes viejos del restaurante a esos pájaros que se paran en una sola pata, los flamencos, y toda clase de patos que no vuelan... suena artificial, lo sé, pero no lo estoy diciendo a fin de parecerte más inofensivo para que puedas decirle a ella lo inofensivo que soy, porque eso es lo que soy, o en lo que me convertí... ¿cuál de las dos?, porque realmente me he olvidado mucho de lo que yo era antes de sacudir a esos tipos... porque no me quedan amigos ni nada de antes, los empleos que tuve en los que conocí gente quedaron tan atrás en doce años, y sin duda la prisión y lo que hice para ir a parar allí no ayudaron mucho, que no volverían a darme trabajo, todo lo cual ya se lo dije interminablemente a ella en mis cartas, y eso de que soy inofensivo, pero tal vez lo capte mejor viniendo de ti”, y ella dice: “Lo voy a intentar, pero no hasta el punto de que después no quiera hablar conmigo”, y él dice: “Entonces, ¿vive cerca de tu casa?”, y ella: “No, ¿por qué lo dices?”, y él: “No lo sé... aunque si viviera cerca yo podría lograr que lo dijeras y tal vez incluso dónde, y si no viviera cerca y lo dijeras, también sabría eso, cosa que ahora sé y no me ayuda para nada, y solamente muestra lo desesperado que estoy por saber aunque sea el menor indicio de ella, y simplemente por verla, discúlpame”, y ella dice: “¿Alguna vez has pensado que tal vez esa desesperación es lo que podría estar alejándola?”, y él: “¿Por qué sería así? Solo soy un padre sin familia que expresa un sentimiento de pérdida y un amor completamente normal después de tantos años, probablemente con alguna congoja remanente que se remonta a nuestra pobre Julie, ¿o acaso tú te olvidas alguna vez?”, y ella dice: “No quiero hablar de eso”, y él: “De acuerdo, tú tienes otras personas con quienes hacerlo, cosa de la que me alegro por ti, y además tienes otra hija, ¿pero Margo te lo dijo, eso de alejarla?”, y ella: “Con toda honestidad, no”, y algunos años después Margo lo llama al trabajo –él le había escrito el número en sus cartas, siempre arriba a la izquierda debajo de su dirección, junto con el número de teléfono de su casa y qué días y en qué horarios solía estar en cada lugar– y dice: “Hola, soy Margo, tu hija, ¿cómo estás?”, y él: “Margo, cielo santo, oh Dios, ¿de dónde me llamas, cómo estás?”, y ella dice: “Traté de encontrarte en tu casa durante varias horas, pero nadie respondía y no tienes contestadora”, y él dice: “Mis horarios no son como los de otros, y ¿una contestadora, yo?, pero creía que te había dado los horarios de mi trabajo y de mi casa en las cartas, para el caso de que llamaras, y no han cambiado en años”, y ella dice: “No recuerdo haberlos visto y... ¿está bien que te llame aquí?”, y él dice: “Por el momento, claro, prácticamente dirijo este tugurio, pero no vayas a colgar sin decirme dónde estás”, y ella dice: “¿Eres el gerente?”, y él: “Solo cocinero y encargado de mostrador, pero de larga data, y tan honesto que saben que nunca podrían encontrar otro como yo”, y ella dice: “Y eso de los horarios en realidad fue una mentirita... ahora me acuerdo... lo recordaba cuando los mencioné hace un momento, pero no los copié, solo tus números de teléfono y la dirección de tu casa”, y él dice: “De acuerdo, de acuerdo, ¿y tú estás bien, en casa todo bien?, no ha pasado nada malo, espero, con tu familia o tu madre o tu otra hermana, la hija de Lee con su nuevo marido... nuevo, viejo, su segundo marido”, y ella: “No, solo te estoy llamando, y escúchame, lamento no haberme contactado antes, no haber estado en contacto, punto, no estoy segura de por qué no lo hice pero sé que es imperdonable, y más imperdonable aun no haber contestado siquiera a una fracción de tus maravillosas cartas”, y él dice: “No eran maravillosas, eran más bien sensibleras y tontas y quizás demasiado pedigüeñas, ¿verdad?”, y ella: “Eran muy lindas, ninguna demanda excesiva hacia mí ni reproches, lo cual habría podido servir para que te respondiera, y también por los libros y las cosas que mandaste para mí y los regalos de cumpleaños, en las que tú creías que eran las fechas de los cumpleaños de mis muchachos”, y él dice: “No sabía las fechas exactas, y solo en este momento me estoy enterando de su género exacto, sino tan solo las fechas aproximadas con un mes o dos de margen, que es todo lo que tu madre me dijo... ella decía que tenías que decírmelo tú misma, y cuando yo le dije: ‘¿Qué puede haber de malo en que sepa las fechas exactas?’ –aunque no la estoy culpando– ‘de hecho será más claro para sus hijos’, le dije, ‘por qué están recibiendo estos regalos, y si sé cuál es su sexo puedo darles regalos aún más adecuados, muñecas para los varones, guantes de béisbol para las niñas, etcétera’, solo estoy bromeando, ella decía que eso era todo lo que podía decirme, que posiblemente ni siquiera debería haberme dicho que tenías hijos, así que simplemente conjeturé el sexo y las fechas exactas con la esperanza, astuto de mí, de que respondieras con una nota, no tanto para agradecerme sino más bien para corregirme, pero como sea, olvidémoslo, ya solo escuchar tu voz significa todo para mí y estoy hablando demasiado como para oírla mucho, y se te oye tan distinta, ni parecido a como sonabas antes, tu manera de hablar, el uso de las palabras y la pronunciación correcta... me haces sentir como un bobo en comparación... ¿estás segura de que la que habla es mi Margo y no alguna bromista?, solo bromeaba otra vez... tan solo sopórtame, mi amor, estoy tan emocionado que no puedo cerrar la boca, ¿pero dónde estás, en tu ciudad, en el campo?”, y ella dice: “No, en la tuya, con mi marido y mi hijo mayor”, y él dice: “Es formidable, tres, y varones, ahora lo sé, y a todos los tuviste al mismo tiempo que trabajabas y además ibas a la universidad y después hacías no uno sino dos posgrados, me lo dijo tu mamá, y en campos muy difíciles”, y ella dice: “Disciplinas rigurosas tal vez, pero no difíciles... Debo haber comprendido el truco, así como probablemente no habría podido hacer ni siquiera los deberes de la carrera que tú hacías antes, ¿qué era?”, y él dice: “¿Antes de qué?”, y ella: “Del trabajo que haces ahora”, y él dice: “Técnico dental, una cosa que mi padre quería que yo hiciera porque pensaba que era un campo en el que siempre tendría trabajo, pero para el momento en que salí... pero espera un momento, ¿la ciudad?, ¿aquí?, ¿en esta?”, y ella dice: “Glen, mi esposo, está asistiendo a una convención de ventas y la empresa matriz de su firma quería que se hiciera aquí, por todas las atracciones de la zona costera y porque el lugar, supongo, provee todo lo necesario, así que pensé que podía convertirlo en unas minivacaciones para mí y en un paseo para nuestro hijo, y también en una ocasión para ver a los pocos amigos que me quedan aquí”, y él dice: “Oh, ¿y quiénes son?”, y ella dice: “Gente, pero volviendo a lo de antes, supongo que ese es en parte el motivo por el que, si no te molesta que lo diga, aunque tengo ganas de soltarlo... así es como me he vuelto, así de franca, aunque no estoy diciendo que sea la mejor de las cualidades ni me estoy jactando, ni es que de cuando en cuando no pueda ser más diplomática...”, y él dice: “En todo caso, ¿qué era lo que decías?”, y ella dice: “Que parte de los motivos por los que dejé de tener contacto contigo es porque quería cortar con mi antigua vida, incluidos mis amigos de la infancia, aunque tal vez no con mami –eso hubiera sido una cirugía demasiado radical–, para expandirme por mi cuenta, si es que puedes aceptar eso”, y él: “Muy bien, eso es interesante, algo en lo que pensar, pero hablando de cortar, mi amor, y esto de ninguna manera es una reacción a lo que acabas de decir, ya que no hay nada en la vida que yo quiera hacer más que hablar contigo, y poco después conocer a Glen y a tu hijo, cualquiera sea su nombre”, y ella dice: “Saul”, y él dice: “Bíblico... ¿es por algo, la familia de Glen?”, y ella dice que no y él dice: “¿Y los otros dos?”, y ella dice: “Dyon y Carlos”, y él dice: “Lindos nombres también... ¿por alguien que yo conozca?”, y ella dice: “No, nos gustaban

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