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ella realmente podría usar para la universidad y que el marido de su madre no tiene, o si lo tiene no va a compartirlo tan fácilmente porque tiene sus propios hijos con su madre y con su primera esposa a quienes mantener, y él dice: “El dinero, ¿qué puedo decirte?... no me pagan gran cosa aquí y no tienen ningún plan de matrícula universitaria para los hijos de sus trabajadores, pero en cuanto a lo demás... apoyo moral y todo, aquí me tienes, estoy aquí, ¿dónde más si no? No soy ningún fantasma, y te escribo casi todos los días, eres la única a quien le escribo, así que en ese respecto tienes más comunicación conmigo, y más aún si me contestaras alguna carta de vez en cuando, de la que tal vez la mayoría de las chicas de tu edad tienen con sus padres, que se van a trabajar la mitad de la jornada y luego traen consigo el trabajo a casa y cosas así... simplemente no se interesan, muchos de ellos, o tan solo se interesan en las cosas que ellas no... Pero tal vez ni siquiera lees la mitad de mis cartas, lo que estaría muy bien, ya que te envío tantas”, y ella dice: “Yo también te escribo, pero no siempre tan cuidadosamente, porque tengo mucho que hacer para el preparatorio a fin de conseguir el dinero para la futura universidad que tú no podrás darme, y afrontémoslo, papi, a veces dices una y otra vez lo mismo en tus cartas o algo bastante parecido o te repites de diferentes maneras, así que es como repetirse demasiado y como que se vuelve aburrido si puedo decirlo... después de un tiempo no hay mucho sobre lo que escribir en prisión, cosa que comprendí hace ya bastantes años, pero supongo que es para lo que se supone que debe servir este lugar... para hacerte desear no haber hecho lo que hiciste para que te metieran aquí, y además para hacer que una vez que salgas quieras pasarte al mundo no criminal, donde podrás tener algo nuevo que hacer y sobre lo que hablar y por Dios nunca nunca volver a caer adentro, con toda esa monotonía y la mala comida y el mal dormir y la falta de privacidad, y esos baños horribles y todos esos televisores encendidos y las conversaciones idiotas, y ni hablar de vacaciones en el verano como dijiste en broma un centenar de veces, y esa música que escuchan los otros prisioneros y que tú odias, y estoy segura de que nada de mujeres e incluso algún miedo a los demás hombres”, y él dice: “Es verdad, aunque puede ser que no te haya contado todo, si bien nada de lo que no te he dicho haría que quiera quedarme, pero además te llamo cada vez que puedo y estoy en condiciones de pagarlo, y tú puedes llamarme en los horarios prescritos para eso cuando tengas ganas, pero lamentablemente no es de cobro revertido, tampoco dan esa ventaja aquí, o incluso desde el teléfono de tu mamá, ¿por qué no? Le dejé sin la menor queja todo lo que teníamos y todas nuestras posesiones cuando nos separamos, no es que hubiera mucho, lo admito, o que me arrepienta siquiera de una moneda de todo eso, aunque una casita con una gran hipoteca no deja de ser algo si uno ya ha pagado algunos años de intereses y el mercado no se viene abajo, de modo que tal vez lo menos que ella podría hacer por ambos –y si eso te hace sentir mejor, debería ser bueno para ella también, ¿verdad?– es dejarte llamarme desde su teléfono alguna que otra vez, o simplemente dile que calcule todas las llamadas que me hagas y su costo –¿por qué no se me ocurrió esto hace mil años?–, y cuando haya salido y esté trabajando de verdad, o incluso con las pocas monedas que hago aquí por día, se lo pagaré al interés bancario cualquiera sea ahora, pero en fin, de todos modos me doy cuenta de que nada de eso es como si estuviera allá afuera, para ti, cuando me necesitas, y no hay modo de darlo vuelta para hacerlo parecer bueno, pero ¿qué más me querías decir?... dijiste que había algo”, y ella dice: “Esto no va a gustarte”, y él: “Solo dilo, nada que tenga que ver contigo puede enojarme”, y ella dice: “Sin embargo te va a poner triste, me temo”, y él: “Si estás enferma, pero quiero decir en las últimas, entonces por supuesto”, y ella: “Tan pronto como me gradúe, en junio, me voy a Seattle o a algún lugar en la Costa Oeste donde va la gente joven, a buscar trabajo y una habitación compartida con otras chicas que sacaré de los anuncios, y con suerte conseguiré estatus de residente allá, de manera que pueda ir a la universidad por poca plata, así que para serte honesta estaré viniendo menos aún de lo que he venido, y hoy podría ser la última vez durante algún tiempo, lo siento mucho, papi”, y él dice: “Bueno, eso no fue tan malo, ya me estoy reponiendo porque sé que es lo que tú quieres, y debería ser bueno para ti si es que es seguro, y además, como saldré de aquí en menos de dos años, no va a ser un trecho demasiado largo antes de verte si no vienes otra vez, pero dime dónde estarás. Ahora, en cuanto a lo que ustedes dos me dijeron que no hiciera con esos tipos que mataron a Julie, ya que estamos hablando con toda sinceridad, salir detrás de ellos, podría decirse, tan empecinada y ciegamente, no debería haberlo hecho, acaso tan solo porque destruyó lo que podría haberse considerado un matrimonio bastante bueno hasta ese momento, aunque el solo hecho de perder a Julie ya podría haber provocado eso, todo se fue al demonio a partir de ahí, pero también me separó de ti, y luego de manera permanente cuando ella me dejó, aunque si se hubiera quedado, quién sabe, tal vez para cuando vi a esos tipos, ya me hubiera hartado, por así decir, no los hubiera perseguido ni golpeado la cabeza del que seguía vivo contra la calle, pero la verdad es, y gracias por llamarme papi –nunca lo dices, no lo has dicho en diez años, de manera que tal vez sea como, en fin, tu última visita, una especie de suvenir para mí–, pero dudo mucho que hubiera podido estar
así de harto de aquello cuando los vi, incluso de una manera bestialmente asesina, de modo que, aun si tu mamá no me hubiese dejado, habría hecho exactamente lo que hice y me habrían dado incluso más años, porque con ustedes dos todavía a mi lado el juez habría podido decir: ‘Vaya, aún tenía consigo a su familia, así que su esposa no lo dejó porque pensara que estaba loco y él además no estaba loco porque ella lo había dejado llevándose a su única otra hija, de modo que él tenía más razones aún para no hacer lo que hizo’, o algo así... no puedo poner palabras en la boca de un juez, ellos pertenecen a otra casta y su jerga legal me es más que ajena. La otra verdad es que sigo estando contento con lo que les hice a esos tipos, el peor de los dos liquidado para siempre, ya que nadie en el mundo se lo merecía más, excepto tal vez los carniceros nazis de un millar de niños en un día, o los japoneses en la Segunda Guerra Mundial con niños chinos en sus bayonetas si es que esa historia no había sido inventada para que odiáramos y matáramos más japoneses, y lo que yo muchas veces desearía –incluso a veces para bien de ese conductor de la camioneta, aunque los buenos sentimientos por él no duran nunca demasiado, porque él habría podido decirle al tipo de la pistola que dejara de hacer eso, sabes, podría haber gritado en la camioneta: ‘¡Basta, hay niños en ese auto, basta!’– es haberlo liquidado también a él, aunque por hacer eso sin duda me habrían dado una condena más larga, o tal vez no lo deseo porque posiblemente ya he cumplido toda mi condena aquí, más los dos años para salir, y ya casi puedo irme”.
Tiene que cumplir su sentencia completa, menos unos pocos meses, y lo dejan ir, regresa a su antigua ciudad y alquila una habitación, consigue un trabajo en un lugar de hamburguesas baratas, trabajo que aprendió a hacer en la prisión, no tanto las hamburguesas ni nunca los bifes desde luego, aunque son bastante fáciles, los bifes un poquito más complicados, sino tan solo pesar y freír y asar y hervir y recalentar montones de comida y servirla, todo al mismo tiempo y en una escala mucho más grande, y donde era uno entre muchos cocineros en lugar de ser el único detrás del mostrador, como ahora que incluso tiene que lavar parte de la vajilla. La hija se casa pero no le dice dónde ni cuándo –ella dejó de escribirle unos pocos meses después de aquella última visita y su madre, cuando él la llamó al salir de prisión para pedirle el teléfono y la dirección de Margo, le contó lo de la boda y dijo: “Le diré que llamaste la próxima vez que hable con ella, podría ser esta semana o la próxima, y si ella quiere mantenerse en contacto contigo le daré tu número de teléfono y tu dirección... ¿cuáles son?, y a propósito, ¿cómo estás?”, y él dijo: “Agotado, desmoralizado, liquidado, en la lona, ¿pero no podrías llamarla hoy y decirle que salí y que tengo muchas ganas de verla, o al menos de oírla?”, y ella dijo: “Lo intentaré”–, muy pronto tiene un bebé, de lo que él se entera poco después por su exmujer cuando vuelve a llamarla preguntando por el número de teléfono o la dirección de Margo o al menos su ciudad y el apellido del marido, que ella no le dará: “Una vez más, es cosa de ella”, le dice, “ella tiene su forma de ser, que yo no necesariamente apruebo en lo que a ti respecta, pero nada de lo que yo pueda decirle... Seguiré reenviando tus cartas y paquetes para ella si me los sigues mandando aquí a nombre mío o de Dave, aunque en el caso de los paquetes, como nosotros tampoco estamos en muy buena situación
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