Скачать книгу

la van a pasar muy mal”, y gira en U, no viene ningún auto en ninguno de los dos sentidos, cosa que no se le ocurrió verificar cuando giró en U, atraviesa la calle y el conductor, el que está más cerca y que viene caminando en su dirección, se detiene y mira su auto y él se sube a la vereda y ahora se dirige hacia él, apretando el acelerador a fondo y el conductor grita: “¡Eh, qué mierda… Luke!”, y echa una mirada rápida a su alrededor, al parecer para ver hacia dónde correr pero él lo embiste, el conductor pasa por encima del capó y aterriza en la calle, y él se encamina hacia aquel que supone que es Luke, que cruza la calle a la carrera lanzando miradas hacia atrás por donde viene él, y a través del retrovisor y el espejo de la derecha ve al conductor apoyado en sus rodillas, sacudiéndose, y mira hacia adelante y Luke está en la otra vereda, huyendo de él ahora sin mirar atrás, y él sale de la vereda, no sabe si debería subirse a la vereda de Luke o seguir por la calzada hasta que lo tenga a tiro, bien despejado para golpearlo con el auto, se sube, no hay nadie más por ahí, y llega hasta casi seis metros del tipo pisando el pedal a fondo cuando Luke salta por encima de la trompa de un auto estacionado, su pie golpea el capó y da un revolcón en la calzada, él corta hacia la calle un segundo después de haber pasado junto al auto por encima del cual había saltado Luke, ahora frena bruscamente, mira hacia atrás y ve al conductor que regresa rengueando hacia la camioneta y, mirándolo a través de la luneta de su auto, a Luke que se pone de pie despacio y se sujeta el codo, no sabe si dar la vuelta y dirigirse a Luke o dar marcha atrás para derribarlo, y luego dar la vuelta y pasarle por encima, “Luke, aquí”, grita el conductor cerca de la camioneta, y Luke se pone a correr en esa dirección, casi se cae y luego renguea hacia ella y él arranca, frena, orienta el auto de tal manera que queda alineado diagonalmente hacia Luke y retrocede tan rápido como puede, y Luke arremete pero él da un volantazo en la misma dirección y lo golpea. Luke cae, el conductor hurga en los bolsillos de sus pantalones probablemente en busca de las llaves, Luke está intentando levantarse con sus brazos y él acelera hacia delante, retrocede y pasa por encima de alguna parte de su cuerpo, lo siente por la sacudida, vuelve a avanzar de modo que pasa otra vez probablemente por encima de la misma parte, aunque solo quería acercarse para poder verlo y piensa: “¿Sí?, ¿no? Al carajo con él, mató a mi bebé y si se levanta probablemente tratará de matarme”, y retrocede por encima de él, esta vez tanto con la rueda trasera como con la delantera, y no sabe por qué no había pensado en esto antes, se encuentra frente a Luke, que está tirado en el suelo boca abajo y tal vez muerto y grita: “Asesino, asesino”, y pisa el acelerador a fondo y le pasa por encima asegurándose de no golpear su cabeza, luego gira en U, el conductor está en la vereda y parece que está abriendo la puerta del lado del acompañante, y él no sabe si subirse a la vereda y golpearlo o simplemente embestir la camioneta desde la calle, impidiéndole partir y tal vez hiriendo al hombre, o más bien detenerse y bajarse del auto y agarrarlo y tirarlo al suelo. Ha salido gente de las casas estilo rancho, hay trabajadores parados en la entrada del negocio de computadoras y diseño, dice el letrero sobre el césped, entre dos de esas casas y cerca del cual está estacionada la camioneta, el conductor ha abierto la puerta y se está metiendo en la camioneta y él la embiste desde la calle, es lanzado hacia adelante pero su cabeza no golpea contra nada y el parabrisas no se raja y vuelve a caer contra su asiento, en la embestida el conductor quedó derribado en el asiento o en algún lugar del suelo de la camioneta o está ahí abajo buscando algo, “Pistola, dale antes de que él te la dé a ti”, piensa y salta del auto y corre alrededor de la camioneta, el conductor está tumbado de espaldas sobre el asiento con los ojos cerrados y los abre y lo ve y él piensa: “El bate de las niñas, ¿dónde quedó?”, y arrastra al conductor afuera por las piernas, el conductor echa la mano atrás para proteger su cabeza pero esta golpea la vereda y el tipo grita: “Ay, carajo”, y parece muy dolorido, él se agacha y agarra la cabeza del conductor, las manos se retraen ante la sangre por debajo de la cabeza pero dice: “No, a la mierda”, y la agarra otra vez con fuerza y el conductor grita y él dice: “Te acuerdas de mí, ¿verdad?”, y el conductor dice: “Eh, ¿qué?”, revoleando los ojos, y él dice: “Eh, eh, te acuerdas de mí, ¿no?”, y el conductor dice: “Eh, estoy herido, no hagas, ya no más”, y él dice: “Pero te acuerdas de mí, tú y tu colega también, o se acordaba, ¿verdad?... abro mi ventanilla, la bajo, me refriegas un arma por la cara, apuntas hacia atrás, le disparas a quien te da la gana, a mí y a una de mis hijitas que ahora está muerta, ¿cierto, cierto?”, y el conductor dice: “¿Qué? Juro que. ¿Cuál colega? No tengo ningún colega. Yo no hice nada. ¿Qué quieres decir con eso?”, y él dice: “En la interestatal de aquí… la miniván blanca… ¿no te acuerdas, la que yo choqué?… ¿dónde están tu bigote y tu fedora?”, y el conductor dice: “¿Qué fedora? ¿Fedora, qué es eso?”, y él dice: “Este fedora, este fedora, mi hija”, y golpea la cabeza del conductor varias veces contra el auto, y la gente grita “¡Pare… No haga… Ya basta… Alguien!”, y él levanta bien alto la cabeza y la golpea contra el suelo y otra vez y hay manos que lo aferran desde atrás y él trata de sacudírselas mientras golpea la cabeza, y alguien lo sujeta por el cuello y lo jala hacia atrás y él arrastra consigo la cabeza del conductor hasta que alguien le abre los dedos uno por uno y otro ataja la cabeza del conductor justo antes de que golpee el suelo y lo siguen arrastrando hacia atrás y él dice: “Está bien, de acuerdo, ya paré, ya me frenaron, ahora seré bueno y me plantaré aquí a esperar a la policía”, y lo sueltan y él se sienta unos metros más allá, en el cordón de la vereda, y se limpia la sangre en sus pantalones y su camisa y se mira los pies.

      “Dios, sí que te los cargaste”, dice un hombre, agachándose junto a él, “¿qué fue, eso que estabas diciendo?”, y él asiente y el hombre dice: “El de la calle está muerto, no sé si lo sabes, la maldita cara aplastada, y la del otro…”, y él dice: “No quise pasar por encima de su cara, en realidad pretendía…”, y el hombre dice: “Bueno, apuntaste mal, pero el otro parece casi liquidado también… la policía y los paramédicos están en camino”, y él dice: “Se lo merecían, espero que el que está vivo se muera”, y el hombre dice: “Escucha, si quieres un consejo, no andes diciendo eso por ahí, di que fue en defensa propia, en defensa”, y él dice: “No lo fue, y a esta altura no me voy a poner a decir idioteces”, y el hombre dice: “Entonces no digas nada, cúbrete la cara con las manos como que estás muy cansado, perturbado incluso, y espera a tu abogado o al que te asignen, pero no te regales junto con diez años más por eso”, y él dice: “Responderé a lo que me pregunten, y si les cuadra, bien, que hagan lo que quieran conmigo”, y el hombre dice: “Eso es lo que piensas ahora, pero yo he estado adentro, muchacho, y después cuando estés allí vas a odiar cada día extra que te den por no haber hecho lo que te estoy diciendo, pero de acuerdo, solo estoy tratando de ayudar, y mucha suerte”, y el hombre se pone de pie y él se levanta y lo abraza.

      Llegan la policía y los paramédicos. El conductor es atendido en la calle y llevado en una ambulancia, el otro tipo es colocado en una bolsa y depositado en una camioneta médica especial con las puertas de atrás abiertas, mientras la policía le pregunta a él qué fue lo que pasó aunque le aclaran que no tiene que responder o que puede esperar hasta que tenga un abogado y él dice: “Se la estaba devolviendo a esos tipos, si no lo hacía yo nunca les habría pasado nada, como por ejemplo que los encontraran, salvo por accidente, todo está escrito en alguna parte, lo que le hicieron a mi niña aquel día en la interestatal, verán que coinciden con las descripciones que di, menos el bigote, y no habrá nada sobre su altura porque nunca los vi fuera de su camioneta, hasta hoy”.

      Los dos tienen prontuarios, eran buscados por una cosa u otra en otros estados, algunas fotos de la policía los mostraban con bigotes, él se niega a contratar a un abogado así que le asignan uno, su hija no puede atestiguar por él porque ni siquiera puede decir alrededor de qué edad tenían o de qué color eran esos hombres aquella primera vez en la interestatal y creía que había tres o cuatro en la camioneta, lo condenan y le dan diez años por asesinar a un hombre desarmado y causarle a otro daños cerebrales permanentes, el juez al sentenciarlo dice: “Si hubiera mostrado usted una pizca de remordimiento o expresado alguna comprensión de la falta que cometió, yo lo habría sentenciado a un puñado de años o menos, considerando por lo que ha pasado con la muerte de su hija y que nunca ha sido acusado de un delito grave y que los hombres a los que atacó tenían un historial de felonías y eran buscados por robo

Скачать книгу