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envía el mensaje equivocado a otros que han sido victimizados y despojados como usted, que podrían querer tomarse una brutal venganza como usted lo ha hecho, y entonces las calles serían aún más amenazantes de lo que ya son, de manera que debo concluir que usted es casi tan peligroso y acaso tan despiadado como esos hombres a los que usted llama, sin ninguna prueba, los agresores de su hija”, y él dice: “Puede usted pensar eso, no voy a ponerme a discrepar, aunque nadie va a convencerme de que no agarré a los tipos indicados, pero personalmente me siento muchísimo mejor por lo que hice, y para mí, aunque va a pasar mucho tiempo antes de que pueda disfrutarlas, las calles deben ser un lugar más seguro hoy, y sin duda lo es la interestatal, no conmigo fuera de ella sino porque esos tipos ya no están, aun si esa no es en absoluto la razón por la cual lo hice”.

      Algunos presidiarios dicen que admiran lo que hizo por su niña, y la prueba está a la vista y esos tipos se lo merecían, pero la mayoría de los otros dicen que no debería haber llevado las cosas tan lejos como para ir y matarlos, porque mira lo que perdió él: mujer, la otra hija y su libertad, y además no podía estar seguro de que fueran ellos después de casi un año, y quizás todavía no atrapó a los verdaderos, que hasta podrían estar en esta misma prisión queriendo matarlo antes de que descubra su error y trate de matarlos, y además, si quieres que alguien muera, consigues a un profesional que lo haga, pero no lo intentas tú mismo de esa manera que siempre, para un amateur, termina en un trabajo desprolijo o en una metida de pata total, como eso de dejar descerebrado a ese pobre cerdo para toda la vida, y normalmente tú mismo acabas muerto o en prisión durante años, si es que no te gasea el propio Estado por haber asesinado a algún transeúnte inocente o al tipo equivocado o incluso al correcto. Por lo general dice que no tenía ni tiempo ni dinero para contratar a un asesino a sueldo, y no es que de lo contrario lo hubiese hecho, ya que no quería que lo hiciera nadie más que él, porque solo él tenía una razón para hacerlo, y el dinero para matar, no importa cuánto pueda pagar alguien, nunca podría ser una razón, y alguien dice: “¿No lo harías por diez?... ¿por veinte?... ¿por cincuenta entonces?... ¿me estás diciendo que por medio millón no liquidarías a alguien que no conoces si supieras que es bastante fácil?”, y en tal caso debería haber dejado el asunto y continuado con su vida, y si por casualidad los veía como esa vez en la calle, entonces simplemente debería decirle a la policía dónde fue y dejar las cosas ahí, y como máximo esperar lo mejor, y si era en un lugar donde los tipos seguían estando, entonces dónde, pero mantener su cuerpo completamente fuera del asunto.

      Su mujer lo visita un par de meses después de que cae en prisión, aunque él le ha escrito y hablado en su máquina contestadora muchísimas veces para que viniera, sin recibir respuesta, y ella dice que quiere el divorcio y que espera que él no intente impedirlo, y él dice que no es lo que quiere, por supuesto, pero que la puso en tal miseria al dejarla abandonada y casi quebrada y con la hija mayor, además de la miseria mucho más grande, por lejos, que ella sufrió al perder a Julie mientras lo veía al mismo tiempo volverse loco, en su propia miseria y por tratar de encontrar a esos tipos, que cualquier cosa que ella quiera se la dará, hasta la última moneda en el banco y cualquier valor o posesión que todavía puedan tener, y cosas así, y cualquier arreglo que ella quiera hacer con él sobre Margo él lo firmará, aunque espera que le traiga a la niña aquí o que permita que alguien lo haga un par de veces al año, y poco tiempo después ella vuelve a casarse y da a luz a una niña que en pocos años tiene la edad que tenía Julie cuando la mató ese tipo.

      Su excuñada lleva a Margo a verlo en la prisión más o menos una vez al año, desde que la niña cumplió doce, y desde que tiene dieciocho ella lo visita por su cuenta porque quiere, o porque sabe cuánto desea él que lo haga y siente pena por él y solamente responde a sus ruegos de que vaya porque ella es lo único que tiene, le dice en sus cartas, todo lo que alguna vez tendrá, y apenas un puñado de horas con ella hacen que los meses siguientes hasta su próxima visita sean mucho mejores para él, y por lo general hay una incomodidad entre ellos durante las dos horas que ella pasa allí –podrían tener más tiempo pero, por el modo en que ella no puede estarse quieta y por la expresión de su cara, él se da cuenta de que esas dos horas son un poquito más de lo que puede tolerar– y no se hablan mucho y él más que nada la observa, a ella que no lo mira o mira todo menos a él y habla cuando él dice algo, y entonces a menudo se convierte en una especie de charla vacía, qué buen aspecto tiene y cuánto más alta e incluso más bonita se está poniendo, todas las cosas que sabe que los papis –o “padres” ahora, porque ella está en esa edad– casi se supone que deben decir pero con ella es totalmente cierto, y se la oye tan madura y además madura en montones de otros buenos sentidos, y qué linda ropa lleva puesta o qué bien elegida está para su onda y para su físico, y el tiempo que hace hoy y que no se está tan mal aquí, ella no preguntó pero él le dará de todos modos su informe semestral si no le molesta, los otros prisioneros siguen dejándolo tranquilo en su mayoría porque saben que eso es lo que quiere, después de todo aquello por lo que pasó, y cuánto significa para él tenerla sentada allí delante, apenas puede creerlo después de haberlo deseado tanto durante los últimos tres meses, y se disculpa si venir aquí ha sido un gran inconveniente para ella y le ha costado más de lo que podía gastar o le impidió hacer algo o estar con alguien con quien quería estar o que quería mucho hacer, pero está bien, él también fue chico alguna vez, o joven debería decir si es que va a establecer correctamente las comparaciones entre sus edades, de modo que entiende y nunca olvidará que ella viene con bastante regularidad, que ella viene, incluso, y él sabe que no es el mejor lugar para ver al papá de uno y aprecia el esfuerzo que ella hizo al venir aquí pero eso ya lo dijo, y no menos de una vez por cada ocasión en que ella lo visita él se pone repentinamente a llorar a gritos, primero a gimotear, luego a tratar de contenerlo y por último a llorar abiertamente o a grito pelado, pero por nada, le dice después, tan solo feliz de verla, y espera que su llanto no la haga dejar de venir a verlo, y ella jura que no pero por dentro él piensa que también está llorando porque está pensando en todo lo que se ha perdido al no vivir con ella los últimos ocho, nueve, diez años, y cuando la ve también ve a Julie porque parecían casi gemelas cuando eran chiquitas, salvo por los tres años de diferencia y él se imagina que más o menos así es como probablemente se vería Julie si no hubiese muerto, o al verla piensa en Julie y en lo que le sucedió aquel día y en cómo se la veía muerta en el auto baleado, un agujero de bala en su pecho justo debajo del cuello, una expresión, cuando él retiro sus bracitos de su cara, no, no es así, el agujero estaba en alguna otra parte, en su cuello y había vidrios rotos en su mejilla y en su pecho, ¿por qué estaba erguida?, ¿por qué no se agachó?, él les había dicho a ambas que se agacharan así que ¿por qué no lo había escuchado como hizo Margo?, ¿él no gritó lo bastante fuerte?, ¿no había suficiente rabia y poder y fuerza y alarma en su voz para espantarlas a fin de que se quedaran abajo?, y un minuto o dos más temprano, cuando él estaba manejando lado a lado con la camioneta y miró rápidamente por el espejo retrovisor para ver si ellas estaban bien, y antes de eso cuando arrancaron aquel viaje en auto, de regreso de un fin de semana en Nueva York, mientras su esposa se quedaba dos días más con su familia y luego volvería en tren, hablando durante el inicio del viaje sobre en cuál parada se detendrían si no tenían que detenerse antes para que una de ellas hiciese pis, y una vez que lo decidieron, ¿en qué lugar de comidas de por ahí, Bob’s Big Boy o Roy Rogers o Sabarro, le parece que se llamaba el lugar italiano, o tal vez una combinación de los tres?, y una de las últimas veces que Margo lo vio en prisión y después de que estuvieron silenciosos un largo rato mientras ella miraba cualquier cosa menos a él, ella de pronto dice algo que siempre quiso decir pero nunca tuvo la entereza o el coraje o lo que sea que haga falta, dice, ojalá que él no hubiese salido tan impulsivamente detrás de aquellos hombres, y no es broma, tal como su madre y ella le dijeron, hace años y años, que no hiciera, aunque de acuerdo, ella era solo una niña entonces de manera que él apenas la escuchaba, pero ¿a su esposa?, porque qué bien había hecho incluso si los había matado a los dos, y si es que esos hombres eran los verdaderos, y lo que casi era más importante –y la sorprendía que él no hubiese pensado en esto entonces–, qué tan bueno era él como padre después de eso, cuando ella realmente necesitaba uno, no solamente durante el año o dos que siguieron al shock de haber perdido a Julie y toda esa sangre y demás, sino durante todo su crecimiento, e incluso ahora él no está ahí las pocas veces que ella todavía podría aprovecharlo

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