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y ella: “Te lo estoy diciendo, no, o no en realidad, y si me alegré fue solo alguno que otro día y esos días realmente no más de media hora y con diez años de distancia entre uno y otro, y tal vez dos de cada tres de esas veces hayan surgido de una tristeza o amargura debida a alguna otra cosa, porque esos hombres no eran nadie para mí, nada, solo unos asquerosos pedazos de mierda en los que nunca más quise volver a pensar”, y él dice: “Pero ellos me cagaron la vida, como tú dices, y como resultado de eso también la tuya, y durante algún tiempo la de Lee, además de lo que ni siquiera diremos que le hicieron a Julie”, y ella dice: “Pero también deberían haber sido nadas y nadies para ti, eso es lo que estoy diciendo, y entonces con el tiempo todo se habría alisado, casi, y habríamos estado bien”, y él dice: “Bueno, yo me alegro, y hasta donde yo sé también ustedes dos, especialmente por haber matado al que mató a Julie, que fue tal vez el momento culminante de mi vida, y perderla a ella lo más bajo de todos los tiempos, aunque el momento culminante en otros sentidos, tú me entiendes, fue tenerlas a ustedes dos –estoy hablando de los nacimientos, y sobre todo a ti que fuiste la primera– y casarme con tu madre fue otro, y antes acaso conocerla y algo así como ver claramente lo que ella iba a significar y ser para mí y para los hijos que me daría, aparte de pequeñas cosas que son grandes sin que uno lo sepa en ese momento, como ascender la colina de un parque contigo sobre mis hombros, y arriba de todo simplemente mirar, sacar una foto de ustedes dos y de mami en una bañera y que la foto no saliera, el primer día que llevé a Julie al preescolar, conducir por la interestatal contigo y con Julie jugando a las cartas en la parte de atrás, o a lo que fuera que estuviesen jugando...”. “Era un juego que tenía un tablero y piezas con imanes, pero cuál era el juego en particular ya no me acuerdo, aunque seguro no era el ajedrez ni las damas...”. “Bueno, aquel viaje antes de que llegaran esas basuras sobresale especialmente entre algunos otros, porque estaba tan apacible y alegre hasta ese momento, las dos llevándose tan bien, cosa que la mayoría del tiempo era más bien fluctuante, y era tan bonito tenerlas por una vez para mí solo en el auto, durante un largo viaje con un par de paradas... puedo malcriarlas todo lo que quiera en Bob’s Big Boy o en Roy’s, recuerdo haber pensado... y esa noche ocuparme yo solo de todo lo que necesitaran y al día siguiente, después de la escuela, ir los tres a recoger a tu mamá en la estación de tren, aunque tal vez el recuerdo sea tan enorme únicamente por el giro que tomaron las cosas con esas escorias, como sea, me alegra haberles hecho lo que les hice, nunca que yo recuerde he tenido la menor duda siquiera un solo día durante media hora, pero me apena un poco que no te hayas alegrado al menos una o dos veces o te dijeras de alguna manera que hice lo correcto o lo que era natural hacer, aunque creo que puedo entender por qué, pero olvidémoslo por ahora porque me doy cuenta de lo que toda esta conversación y este asunto y todo lo demás te está causando, y desde luego lo que me ha causado y me sigue causando a mí no requiere más comentario, ¿tengo razón?”, y ella dice: “De acuerdo”, y él dice: “¿Quieres compartir otra cerveza?... esto es algo que sin duda recordaré: la primera vez que no solo bebí sino que compartí una cerveza contigo”. “Solías dejarme tomar algún sorbo de cuando en cuando, aunque supongo que esos no cuentan, pero no, creo que mejor me voy y ayudo a Glen a meter a Saul en la cama”, “Pero él parece un hombre competente y Saul ya es un muchacho grande”, “Fue más bien una excusa, papá, estoy rendida, tanto como lo estoy disfrutando”, “Bueno, no ha sido tan maravilloso para ti, me doy cuenta, pero lo ha sido doblemente para mí”, “No hables por mí... tengo mi propia cabeza, y sí lo ha sido, fue bonito”, “Bonito no está tan bien”, “Bonito es bonito, lo cual para mí significa realmente bien, con Glen y Saul y contigo antes, y ahora solo nosotros dos, así que no empieces a arruinarlo”, “Arruinarlo como arruino todo, ¿verdad?”. “Yo no he dicho eso, pero ya lo estás haciendo otra vez, haciendo que me pregunte por qué me quedo aquí estos minutos extra”. “Lo lamento, me disculpo, trataré de no hacerlo... arruinarlo y poner mis pensamientos en tu cabeza y en tu boca y esa clase de cosas... hablar y pensar por ti lo que tú no estás pensando, pero sabes lo que quiero decir: solamente estoy –porque creo que arruiné las cosas contigo, ahora, tal vez por mucho tiempo– confundido, de manera que estos pensamientos, embrollados y demás”, y ella dice: “Todavía no lo arruinaste así que mejor para”, y él levanta sus manos en señal de parar y dice: “Lo haré, madame”, se ríe –ella– y él paga la cerveza, “‘Tienes razón, no voy a tratar de hablar y pensar por ti, punto’ es lo que quería decir o lo que debería haber dicho”, piensa, deja varios billetes de propina, ella señala el dinero y dice “No tanto”, y él: “Ah, nosotros los que trabajamos en bares y restaurantes, quiero decir incluso los barmans y hasta los cocineros que oyen a los mozos quejarse y demás, solemos dejar grandes propinas, porque sabemos lo duro que trabajamos o al menos las largas horas y cómo pueden llegar a dolerte los pies y lo que es que te dejen poca propina o nada, pero además, mi amor, este ha sido un gran día para mí, entre los mejores de mi vida, lo que tal vez no signifique mucho pero lo es”, y le besa la coronilla, “Aun así”, dice ella, “Glen ya dejó una propina más que adecuada”, y toma dos de los cuatro billetes de dólar y se los mete a él en el bolsillo de la chaqueta, “Lo que acabas de hacer”, dice él, “es algo por lo que una moza podría matarte, así que esperemos que no lo haya visto”, “Tú me protegerías”, y él: “No sé si sería capaz de controlarla, pero lo intentaría”, y la acompaña hasta el hotel, que está a unas pocas cuadras, “‘Tal vez no debería declarar que hablo o pienso por ti en ningún momento del día’, es todo lo que habría debido decir”, piensa, “pero es demasiado tarde, parecería una coletilla estudiada si lo dijese ahora”, señala algunos cambios en el horizonte urbano, nuevo edificio puntiagudo y todo de cristal que no le gusta, hermoso edificio antiguo más pequeño y con molduras ornamentales demolido seguramente para levantar algo horrible como otro alfiler de cemento o valija envuelta en vidrio, “El cambio es tan estúpido e inútil la mayoría de las veces, ¿qué opinas?, y soy sincero cuando digo que solo estoy hablando de arquitectura y, digamos, peinados y modas de cocina y esas cosas”, y ella dice: “¿Por qué, de qué otra cosa podrías estar hablando?”, y él dice: “De la gente y sus impulsivos cambios de planes, a veces de por vida, para su yo interior, me parece, ¿pero qué piensas de la arquitectura?”, y ella dice: “Ya no es mi ciudad y nunca he sentido gran cosa por ella, y los recuerdos que tengo son sobre todo malos, principalmente porque los últimos fueron los peores y por lo tanto los que mejor recuerdo, así que por mí pueden cambiar la ciudad todo lo que quieran”, “De todos modos a quién le importa”, dice él, “ya que nada de eso es importante excepto como lugar para atravesarlo caminando contigo de manera segura, y supongo que los nuevos hoteles altos y modernos y todo eso, y sus ascensores en los muros exteriores como insectos que trepan, y la gente que atrae todo esto lo vuelven más seguro, y afrontémoslo, de no haber sido por los cambios en esta parte de la ciudad la compañía de Glen no habría organizado aquí su reunión de ventas, de manera que de repente voy a tener uno de esos impulsivos cambios, acaso de por vida, en mi opinión sobre este lugar, aunque no sé si es interior, sea lo que sea que haya querido decir con interior, y decir que todo ese cambio es magnífico, porque tú no estarías aquí conmigo ahora si no fuera por lo que le han hecho a la franja costera, y el nuevo centro de convenciones y los hoteles y los restaurantes y toda clase de atracciones turísticas, los botes a pedal individuales en el puerto, por Dios santo, el acuario con peces amaestrados”, la acompaña hasta el lobby, “Bueno, eso es todo, supongo”, “Te veremos, hablaremos, papá, ¿de acuerdo?”, y le ofrece su mejilla, él la besa, toma sus manos y las besa, “Qué bonitas manos, qué bonita cara, qué maravillosa muchacha eres, ¿necesitas dinero?”. “Papá, Glen y yo somos empleados con salarios más que decentes, o por lo menos uno muy decente entre los dos, y además no somos grandes derrochadores como te gustaba llamarlos o decías que tu papá los llamaba...” –“Mi papá”– “... así que no, pero gracias”, “Bueno, si alguna vez necesitas algo por el lado del dinero, házmelo saber, ¿de acuerdo?, o los chicos, para la escuela, lo digo en serio... podría sonar tonto con mis ingresos, pero he vivido austeramente desde que salí y he ahorrado algo de dinero solamente para ti”, y ella dice que lo recordará y le agradece otra vez y lo besa en la mejilla y él se queda ahí mirándola mientras ella entra en el ascensor, se da vuelta y le tira un beso y las puertas se cierran y él piensa: “¿Y ahora qué?, ¿qué hago?, ¿adónde voy?, no vayas a emborracharte o

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