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En términos evolutivos si los sentidos de los sapos no les permitieran captar su ambiente, los sapos se habrían extinguido.Si los sapos solo observaran su propia biología… ¡se habrían extinguido!

      Cuando los sentidos del sapo funcionan normalmente, sobrevive; cuando sus sentidos son dañados, no sobrevive. Esto, ¿habla bien o mal de la función y de la importancia de los sentidos del sapo? ¿No será que sus sentidos le permiten conocer su ambiente y manejarse mejor en este?

      No se puede considerar trivial el que se extinguirían todos los sapos a los cuales se les rotaran los ojos. Si, por una jugada del destino, todos los sapos del mundo amanecieran con sus ojos rotados, pronto no habría más sapos. Y no habría más sapos, porque…los sentidos… tienen sentido. No podemos descalificar a los sentidos, cuando funcionan mal porque han sido intencionalmente dañados. No podemos enfatizar el valor de las "rigideces internas", si estas no han impedido la supervivencia… cuando los sapos actúan en su hábitat natural. Eso es desviar la atención, apartándola de lo medular. Y lo medular es que – en condiciones "normales" –no habría supervivencia para aquellos sapos que dejaran de confiar en sus sentidos.

      El hecho que el sapo "alterado" siga tirando su lengua indefinidamente, explicita la presencia de conexiones internas rígidas, y explicita también el que no estamos hablando de un sapo muy genial. Un mayor desarrollo cerebral, ¿les permitiría corregir el problema? ¿Es lo que podríamos hacer los seres humanos…?

      Los sapos historiadores hicieron una oportuna referencia a Hellen Keller. A los diecinueve meses de edad, Hellen quedó ciega y sorda; debido a que no podía oír, se encontró con la dificultad de no poder hablar. Pero Hellen era extremadamente inteligente, lo que dice relación con complejidad neural. Es así como pronto aprendió a leer y escribir en braille. También aprendió a "oír" de los labios de las personas, tocándoles con sus dedos y sintiendo el movimiento y las vibraciones. Haciendo ejercicios con la lengua y dientes, logró aprender a hablar, lo cual mereció el calificativo de "la proeza individual más grande que registra la historia de la educación". Posteriormente llegó a dictar conferencias y a escribir libros. Como síntesis de su experiencia señaló: "La naturaleza se ajusta a las necesidades de cada individuo. Cada átomo de mi cuerpo equivale a un registro de vibraciones. Mi mano es para mí lo que el oído y la vista son para vosotros. Todos los actos de mi vida dependen de mi mano como un eje central. A ello le debo mi continuo contacto con el mundo exterior". Hellen nos demostró a todos que la naturaleza se adapta a nuestras modalidades perceptivas y que éstas a su vez van evolucionandopara permitirnos percibir mejor. Si alguien no se dejó aprisionar por su biología, ese alguien fue Hellen Keller.

      Sin faltarles el respeto a los sapos, parecen existir evidencias que los dejan "mal parados" en comparación con las opciones humanas de conocimiento: "La mente inconsciente es tan buena al procesar imágenes que si usted fuera provisto de anteojos que mostraran al revés las imágenes que ven sus ojos, después de un breve rato usted vería las cosas nuevamente en forma correcta. Al retirar los anteojos, usted vería nuevamente el mundo al revés… pero solo por un corto rato" (Mlodinow, 2012, pp. 45-46). Así, nuestra "mejor" biología se traduciría en percepciones también "mejores".

      Todo esto nos conduce a otro territorio… al territorio de la epistemología evolutiva.

      Cuando, en la evolución, van sobreviviendo los más aptos, no se trata de los más aptos para autocontemplarse;se trata de los más aptos para manejarse con su ambiente. En el tiempo, los sentidos de cada especie se van perfeccionando, para percibir mejor, para poder informar mejor, para poder adaptarse mejor. Y cuando los sentidos fallan – porque no informan o porque informan mal – se suele pagar un precio muy alto; son muchos los casos en los que el ambiente no perdona. De este modo – y en un sentido de fondo – mucho de las posturas "escépticas" entra en contradicción directa con la teoría de Darwin.

      Para laepistemología evolutiva(Campbell, 1974), la evolución no solo es biológica; también hay evolución en los procesos de conocimiento.Cada adaptación progresiva puede ser vista como unaadquisición de información sobre la realidad,y como una real adquisición de conocimiento. El incremento en la complejidad neural ha permitido obtener un nivel único de desarrollo del cerebro. Esto ha puesto en marcha el lenguaje y sofisticados mecanismos de percibir y conocer; estos permiten la construcción de modelos representacionales de la realidad, a través de los cuales se hace posible una exploración y control del ambiente sin precedentes en la escala zoológica. La complejidad neural del sapo no le permite acceder a información que le posibilite superar el problema de la rotación de su ojo. La complejidad neural humana sí lo permitiría, aun cuando en otros niveles podría ser engañada también. En el fondo,esprecisamente el ambiente el que ejerce un rol fiscalizador de lacalidad y de los alcances de nuestro conocimiento. Si los sentidos no nos informaran de realidades, y si la realidad fuera inalcanzable, la complejidad neural carecería de importancia para la supervivencia.

      La complejidad neural nos facilita una exploración más sofisticada de nuestro ambiente, y una investigación más precisa acerca de sus potenciales aportes Es así como – en los años sesenta – alrededor de dos millones de personas morían anualmente por causa de la viruela. Pocos años después, más precisamente el 1 de enero de 1980, la Organización Mundial de la Salud declaró erradicada la viruela en el planeta. ¿La razón? Eldescubrimientode un tipo de vacuna efectiva para todas las variantes de la enfermedad. Resulta legítimo argumentar que "si nuestro conocimiento no accediera a la realidad", no se habría erradicado viruela alguna. Aún queda la opción de sostener que nada de esto existe y que todo es una construcción radical del cognoscente; si bien esta opción es factible, resulta sugerente que incluso los constructivistas radicales se vacunen… con igual entusiasmo que los realistas "ingenuos". ¿Por qué no se protegen con estupendas "vacunas mentales" o con meros cambios en el "lenguajear"?

      La complejidad neural nos posibilita acceder a niveles más altos de educación y, por tanto, de conocimiento; y esta mayor educación incide incluso en la génesis de mayores expectativas de vida. En Chile, por ejemplo, se ha constatado que las personas sin educación, comparadas con las que tienen 13 o más años de estudios, tienen 11 veces más probabilidades de morir de un ataque cardíaco, 20 veces más de morir de cáncer al estómago, 29 veces más de morir de enfermedades respiratorias. La esperanza de vida de los sin educación es de 73 años y la de los "educados" es de 84 (Ministerio de Salud, 2006). Ante estas cifras, podemos asumir la postura de que nada existe, y de que todo deriva del imaginar o del lenguajear. Pero podemos asumir también que una mayor complejidad neural ha permitido un mayor desarrollo de la medicina y de la higiene, lo que a su vez amplía nuestras esperanzas de vida. Para quienes creemos esto último, va quedando una tarea pendienteen la realidad: lograr que una mayor justicia social permita un acceso más equitativo a los frutos del mayor conocimiento.

      Es importante no caer – desde una reflexión especulativa – en un "no podría ocurrir lo que sí está ocurriendo". Heinz von Foerster solo podría tener experiencias subjetivas; y, sin embargo, nos informa con precisión acerca de sus observaciones en el córtex. Según Mahoney, estaríamos construidos muy preferentemente para "autoobservarnos", y nos habla de diez neuronas motoras por solo un aferente; y, sin embargo, con nuestras escasas neuronas aferentes, todos podemos observar "aferentemente" esa adversa proporción.

      Cuando los seres humanos observamos un rostro, miles de neuronas, de diferentes partes del cerebro, se sintonizan por alrededor de un cuarto de segundo. El "eco neurológico de la experiencia" involucra una configuración ordenada de la dinámica interna del cerebro, al menos por un instante. El reconocimiento consciente de un rostro pasa a ser entonces función de la activación sincrónica de múltiples "clusters", que a su vez involucran la sintonía de miles de neuronas (Rodríguez et al., 1999). Siendo esto funcional a la percepción, pasa a resultar irrelevante el que exista o no un mayor número de neuronas eferentes/motoras en nuestro sistema nervioso.

      Los sapos, según Maturana, solo podrían responder según sus conexiones internas; y, sin embargo, vienen cazando insectos – con una precisión increíble – desde siempre. Hemos sostenido que si el sapo solo se mirara a sí mismo, no podría cazar insecto alguno. Esto constituye un

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