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creemos a la evidencia conductual.Si de una radiografía se desprende que una persona no podría mover un brazo, y la persona de hecho sí lo mueve, le creemos al despliegue conductual.

      Sin embargo, es muy diferente la biología del sapo que la de Hellen Keller; es un hecho que Hellen constituye un verdadero ejemplo de superación de la biología. El que el sapo dañado continúe eternamente tirando su lengua, ejemplifica muy bien las rigideces y el simplismo de la biología del sapo.

      Un último alcance en relación al "caso del sapo"; tiene que ver con un nuevo llamado a la "consistencia epistemológica". Si el sapo solo puede perturbar a su observador, el observador solo estaría observando cambios en su propia biología;del sapono sabría nada. No podría generar una teoría del conocimiento, argumentando que vio en el sapo lo que no podría haber visto. Por el contrario,si el sapo puede informar a su observador, éste no puede generar una teoría del conocimiento que sostenga que el sapo solo lo puede perturbar.

      En estricto rigor, y en consistencia con sus propios planteamientos epistemológicos, Maturana debería decirnos: "Del sapono sénada. Ni siquiera puedo asegurarles la existencia objetiva del sapo. Menos les puedo informar acerca de cómo opera el cerebro del sapo, o acerca de lo que percibe o no percibe. Y menos aún puedo usar lo que supuestamente le ocurre al sapo, como argumento epistemológico que fundamente nuestras limitaciones humanas en el conocer.Si del sapo nada sé, no puedo usar como argumento nada de lo que le ocurra al sapo".

      El rol del sapo – como fuente de conocimiento – no puede ser ambiguo. Es lo que ocurre cuando "informa pero no informa". En este preciso punto Hamlet nos diría: "El sapo ¿perturba o informa? That is the question". Si solo perturba a su observador, el observador no podría decirnadaacerca de lo que le pasa al sapo. Maturana no podría ser el único ser humano privilegiado, capaz de ir más allá de una mera perturbación, capaz de liberarse de la "prisión biológica" que él mismo ha postulado paratodoslos seres humanos, capaz de acceder a las "verdaderas" limitaciones del sapo, ni podría ser el único ser humano capaz desabercómo opera el sapo. Y si, por el contrario, todos podemos aprender a partir de lo que le ocurre al sapo, seríaporque todos los seres humanos podemos saber acerca de nuestro ambiente.

      En lo relativo al lenguaje, asumimos que el lenguaje acoge, simboliza, y transmite realidades; pero es efectivo también queen ocasiones crea realidades. Por supuesto, existe un lenguaje creativo que genera por sí lo que antes no existía; Shakespeare, Cervantes o Neruda nos ilustran brillantemente al respecto. En forma adicional, es efectivo que, en muchísimas ocasiones, la misma palabra o frase pasa a ser traducida de múltiples maneras, según el quién, el cuándo y el cómo. Y es efectivo también que, al emitir cada palabra o al escribirla, estamos generando una experiencia parcialmente nueva.

      Más aún, es probable que cada palabra sea significada con matices diferentes, por cada individuo de la especie humana.De allí no se colige, sin embargo, que el lenguaje siempre crea la realidad, en lugar de simbolizarla.

      En lo genérico, el lenguaje solo es posible porque existe una realidad como fuente de significados compartidos. En caso contrario, se trataría de lenguajes autistas, plenos de neologismos que no nos permitirían entendernos. Cuando una comunidad comparte un lenguaje – incomprensible para otras comunidades – nos está mostrandouna forma común de fonetizar la realidad que están compartiendo. En español, la palabra "manzana" no crea algo inexistente; evoca – para todos quienes hablan español – una fruta plenamente reconocible. Y cuando no deseamos que nos pasen "gatos por liebres", todos sabemos de lo que estamos hablando. Sin referentes realesy compartidos, el lenguaje no serviría para nada… ni siquiera existiría.

      Desde mi óptica de análisis, entonces, el tema del lenguaje constituye un argumento pro realismo y no "anti". El lenguajerecoge nuestra realidad compartida, y la transforma enpalabras compartidas, consignificados compartidos. Si cada cual creara a su amaño realidades con su lenguajear – y con sus operaciones de distinción – y si el significado de las palabras fuera predominantemente idiosincrásico, el lenguaje pasaría a ser caótico, nadie se entendería con nadie, y la torre de Babel adquiriría dimensiones que la Biblia jamás imaginó.

      El tema de la realidad como "multi-versa" amerita consideraciones adicionales.

      Admitir la realidad como "multi-versa", se aviene bien con los tiempos, con el relativismo de Einstein, con la física cuántica y la interpretación de Copenhague, con la amplitud de criterio, y con la flexibilidad mental. Por el contrario – y como ya lo hemos señalado – admitir una realidad única o "universa", sería ir de la mano de la rigidez, de la ingenuidad, y del simplismo.

      Desde otra perspectiva, el tema de la realidad como "multi-versa" abre las puertas a todo tipo de relativismos.Cuando la "realidad" es cambiante y plenamente dependiente de mis operaciones de distinción, pierde su poder para fiscalizar la calidad de mi conocimiento. Al no resultar accesible una realidad "allá afuera", pasa a legitimarse lo que ocurre "acá adentro". Los límites de todo pasan a quedar difusos; y se deja muy abierta la puerta para un "todo vale" o bien para un "nada vale", en función de la lectura de turno… que "también/tampoco" vale.

      El propio Einstein ironizaba acerca de la existencia/no existencia de la realidad: "La realidad es meramente una ilusión… pero se trata de una ilusión muy persistente".

      Considero legítimo aceptar que cada cual percibe – en alguna medida – según su propia biología, según su propia personalidad, según sus motivaciones contingentes, etc. En este contexto, lo percibido se combina con nosotros, generando un resultado cuyos componentes idiosincrásicos son insoslayables; y en muchos casos de enorme magnitud. Son muchos los casos en los que dos o más personas perciben la misma situación; la significan de modo radicalmente diferente, incluso incompatible. Sin embargo, esto no conduce, ni ha conducido, a quetodaversión de la realidad sea radicalmente distinta para cada persona; no obstante nuestras diferencias, son muchos los territorios en los que tendemos al acuerdo, tendemos al "universo".

      Sin confluencias perceptivas, no existirían el lenguaje, la escritura, las leyes sociales, etc.; con todo lo idiosincrásico involucrado en estos territorios, las confluencias son las suficientes para que la comunicación opere. Si la luz roja del semáforo fuera significativamente "multi-versa", su utilidad sería nula; en los hechos, sin embargo, los matices idiosincrásicos en la percepción de una luz roja, no son tan acentuados como para anular su utilidad compartida. La luz roja de un semáforo no solo "perturba" nuestro sistema biológico; también loinforma;y de esa información común a todos, suele depender la vida de muchos. Aquí, las modalidades perceptivas de la especie humana involucran cambios biológicos comunes: ante una luz roja, ninguna biología cambia a su amaño. Si estuviéramos "presos" de nuestras biologías, si nuestros cambios biológicos fueran "azarosos", si cada cual "lenguajeara" a su manera, los semáforos no podríaninformarnos.Lo que pareciera ocurrir es que biologías semejantes (entre los seres humanos), generan cambios biológicos semejantes, ante una estimulación común; y esos cambios biológicos semejantes son los que nos permiten guiarnos por señales del tránsito a su vez comunes. De este modo,cambios biológicos comunes e informantes– ante una estimulación ambiental común – posibilitan que la especie humana utilice las luces rojas en las más variadas latitudes. El color rojo se construye a través de una combinación entre la longitud de onda que aporta el color rojo y aquellas modalidades perceptivas compartidas por la especie humana. De este modo ante un semáforo en rojo no estamos mirando tan solo nuestros cambios biológicos, y no estamos tan solo mirándonos a nosotros mismos. Estamos todos siendo informados de lo que acurreallá afuera…por poco sofisticado que parezca el aseverar algo así.

      En suma, el compartir la especie humana involucra compartir muchas necesidades, compartir muchos mecanismos de dolor/placer, compartir muchas formas de percibir y muchas formas de valorar. El escritor C. S. Lewis, autor del ensayo "El Problema del Dolor" (1940), ha planteado quedel Himno a los Salmos babilonios, de las Leyes del Manu, del Libro de los Muertos, de los estoicos, de los platónicos, de los aborígenes australianos y de los pieles rojas, se obtendrá un común denominador valórico, compartido por todas esas sociedades, que implica condena

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