Скачать книгу

y el espectro del despotismo, empleados antes en referencia a la antigua metrópoli, se transforman en dardos para denunciar el centralismo y las pulsiones “liberticidas” de la capital del país. La libertad de los pueblos solo podía afianzarse bajo el esquema federal, sostendría José Miguel Infante, el defensor más comprometido del proyecto. El documento que sigue, publicado cuando ya se habían manifestado profundas discrepancias entre las provincias en la antesala de la votación del proyecto de Constitución Federal de 1826, defiende la tesis contraria, criticando desde el pragmatismo a quienes citan a Estados Unidos como referencia y acusando el embargo de las credenciales liberales.

orn

      Del federalismo y de la unidad

      El Verdadero Liberal, Santiago, 16 de enero de 1827, Núm. 4, pp. 14-16

      Antes de examinar los principios, nos detendremos en la explicación de las palabras que será dar un gran paso hacia la conclusión a donde intentamos llegar.

      Se llama gobierno federal el gobierno de un Estado, compuesto de muchos otros, unidos entre sí por una alianza general, sometidos en ciertos casos a las deliberaciones comunes, pero gobernado cada uno por sus leyes particulares.

      La definición del gobierno unitario presenta más dificultades; esta palabra unitario es un idiotismo, porque no se usa sino hablando de una secta herética de los socinianos. Si nos servimos del término unidad significará soberanía, y acaso este es el único que le conviene en el mismo sentido en que tomamos la soberanía de la nación. Pero no se avienen mucho estas palabras gobierno y unidad; es pues necesario recurrir a un neologismo que es un idiotismo al mismo tiempo, y decir: gobierno unitario.

      Llamaremos gobierno unitario republicano constitucional, un Estado compuesto de muchas provincias unidas entre sí por todas las relaciones ya políticas, ya comerciales, ya de familia, sometido bajo una sola Constitución, y regido por leyes generales. Decidirse con anticipación y sin examen por el uno u el otro de estos dos gobiernos sería un absurdo, una necedad; los dos son igualmente buenos; pueden igualmente procurar la dicha de los pueblos. La única cuestión que se debe resolver es esta: si en los pueblos donde se desea introducirlos, existen los elementos de uno u otro gobierno. No se trata aquí de teorías, sino de práctica; tampoco debemos raciocinar por analogía, porque no podría compararse la América del Norte en tiempo de su revolución, disfrutando de todas las comodidades, de que se prevalía entonces la Inglaterra, presentando al mundo genios tales como los de Franklin,8 C. Penn, Jefferson, etc., etc., con la América actual del Sud; y por otra parte:

      Sucede muchas veces, que unos libran

      Donde vemos a otros estrellarse;

      Que aquello por lo cual unos perecen

      Suele a otros servir para salvarse.

      Bien concibo que una nación compuesta de estados cuyos intereses son distintos se reúna para adoptar el sistema federal; pero siempre será necesario que esta nación o estos estados hayan llegado a tal grado de prosperidad que cuando sea necesario, puedan pasarse los unos sin los otros; porque el lazo federativo que los une no es, por decirlo así, más que un tratado de alianza ofensiva y defensiva; si no se tuviese que combatir contra un enemigo común y defenderse de sus ataques, cada uno se habría constituido por su parte, y el pacto federal no se habría ni aun propuesto. El pacto federal une las partes para formar un todo; pero cuando se da principio a una revolución, solo se busca la libertad, y después su empeño es poder figurar entre las naciones; sus mitades no se extienden a lo futuro, se limitan a lo presente. Si desde un principio se admite una forma de gobierno como la que se adoptó inmediatamente en América, esto se decidió más bien por las circunstancias que por la utilidad. En 1776 no se podía menos que proclamar el federalismo, porque era necesario acabar con toda especie de rivalidades entre unas provincias divididas por sus intereses y que no tenían más que una sola opinión común, que era la de libertarse de sus amos; diez años después habrían reflexionado más sobre este punto. Se me dirá que los Estados Unidos del Norte gobernados, por una parte, por el federalismo se aproximan, por otra, a la unidad, pues que tienen un Presidente, un Senado y un Congreso. ¿Pero cuáles son las funciones de este Presidente? Mantener relaciones diplomáticas con las potencias europeas, que no podrían tener un embajador particular cerca de cada estado de la unión. Nombrar en ciertos casos unos miembros de los tribunales nacionales, y perdonar a los culpables; el Presidente tiene también el veto por un tiempo limitado; pero ¿de qué sirven estos privilegios concedidos al Presidente si de hecho son nulos por una consecuencia de las precauciones que toman los diferentes estados para hacerlos tales? ¿Cuáles son las funciones del Senado? Velar sobre el Presidente y confirmar las disposiciones del Congreso. ¿Cuáles son las funciones del Congreso? Cuidar que se conserven los privilegios de los estados, fijar los gastos públicos y tomar en ciertos casos deliberaciones comunes. Según este cuadro es fácil ver que la acción del gobierno sobre cada estado en particular es nula, y que sobre el estado en masa debe encontrar trabas a cada paso; que las funciones del Presidente, del Senado y del Congreso se reducen a nada, pues que cada estado hace sus leyes particulares y nombra sus autoridades para hacerlas ejecutar.

      Si el Presidente de los Estados Unidos da cuenta cada año de los negocios públicos, es mucho menos de los interiores que de los exteriores. También dice en cada mensaje: vemos por las cartas de nuestro ministro plenipotenciario en N., que &c.

      “Nuestras relaciones comerciales con tal potencia no han experimentado mudanza alguna”.

      En seguida pone a la vista del Congreso el estado de la Europa; luego habla de la deuda, de la amortización, y de la marina; y con esto da fin a su discurso. Estas son unas generalidades que interesan a los estados como potencia, debiendo ser también unos detalles que les interesen mucho más como nación. Pero el Presidente no tiene el derecho de examinar a fondo las actas de las provincias de la unión, no puede más que proponer mejoras que siempre las hace rechazar el celo de los particulares y que se adoptarían con gusto si todos los elementos que pretenden formar el todo, fuesen homogéneos.

      Si los intereses de los estados que componen la unión fuesen siempre unos mismos, no duraría seis meses semejante forma de gobierno; así no se sostiene sino porque en la América del Norte los intereses, así de los estados como de los particulares, son del todo divergentes. De este modo las leyes que convienen a un estado del centro no podrían convenir al que tiene toda su riqueza en su marina. El que necesita exportar y el que necesita importar tiene también distintos intereses, y por solo esto deben ser diferentes las leyes a que obedecen.

      Cuando dije últimamente que los estados de la unión hacían numerosas mudanzas en su sistema de gobierno, que cada día experimentaban sus vicios, ¿temeré haberme equivocado? No, porque en el mensaje del Presidente Monroe del 3 de diciembre de 1821 leo estas notables palabras:

      “De la dificultad de hacer ejecutar unas leyes cuyo origen y fin son tan esencialmente distintas entre sí, resulta evidentemente la necesidad de establecer cuanto antes un gobierno mejor organizado, conforme a los principios de nuestro sistema; y en consecuencia creo deber recomendar este asunto a la pronta consideración del Congreso”.

      Y en el mensaje dirigido al Congreso el 3 de diciembre de 1822, leo igualmente:

      “Observando que la constitución no ha dado al Congreso un poder competente para adoptar y seguir un sistema de mejoramiento interior y que a pesar de eso semejante facultad, limitada a grandes designios de utilidad verdaderamente nacional, sería de una inmensa ventaja para nuestra unión, he creído deber proponer con este objeto una mejora a la constitución, &. &.”.

      Así vemos que el Ejecutivo pide en 1821 un gobierno mejor organizado y que en 1822 se queja de no tener el derecho de seguir un sistema de mejoramiento interior. Estas mismas quejas se renovaron en 1823, 24, etc.; de donde infiero que el sistema federal que podía convenir a unos estados nuevos, ha dejado de serles conveniente desde el momento en que se han visto elevados al rango de una nación.

      Los motivos que decidieron a los Estados Unidos por la adopción del sistema federal eran muy poderosos. Siendo el país ocupado sucesivamente por los ingleses y por los nacionales era entonces

Скачать книгу