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c. La feminización de la cobertura

      Develar las causas profundas de este proceso que al tiempo está construyendo nuevas inequidades por el creciente desequilibrio de géneros, por la reducción del peso masculino, se constituye en un objeto de vital importancia para develar los cambios sociológicos. La feminización de la educación superior es más elevada inclusive en el egreso y ha tenido más intensidad en algunas carreras, como las de formación docente y de salud, en las cuales los menores tiempos de trabajo por día y anualmente, y la dispersa localización geográfica de los centros de trabajo, ha facilitado a las mujeres la posibilidad de trabajar cerca de sus domicilios y por ende mantener el rol y sus actividades tradicionales en los hogares. Un componente de la feminización de la matrícula en estos campos disciplinarios está asociado a la estrategia de sobrevivencia de los hogares, que ha ido presionando el aumento de los ingresos familiares a partir del aumento de la participación de la mujer en la población económicamente activa. Aun cuando persisten diferencias de géneros para las diversas profesiones y trabajos, es de registrar que la feminización de la matrícula ha sido resultado de la propia demanda de las mujeres y no de políticas públicas específicas o de características específicas de las ofertas laborales que promovieran el acceso femenino.

      En el nuevo escenario se visualizan nuevos cambios en la composición de la matrícula estudiantil, que están implicando a su vez la introducción de cambios en la estructura y en las características de los sistemas. Más allá de los estudiantes no universitarios, que alcanzan al 23 por ciento de la matrícula; los estudiantes del sector privado, que son cerca del 47 por ciento de la matrícula; los estudiantes que pagan por sus estudios (60 por ciento) o las mujeres (53 por ciento), se está desarrollando un nuevo perfil de demandas estudiantiles asociadas tanto al nuevo escenario democrático en toda la región como a las derivaciones del nuevo modelo económico regional y al contexto educativo en la sociedad del saber. En este sentido, ya se constata para el 2005 la existencia de una matrícula de postgrados de alrededor del 4 por ciento de los estudiantes, de una matrícula de estudiantes extranjeros en torno al 1 por ciento, así como de una matrícula de educación a distancia que para el 2005 ha alcanzado al 4 por ciento de la matrícula. Son nuevos estudiantes que han irrumpido muy rápidamente, en pocos años, y con sus propias especificidades en términos de su composición social, del modelo educativo que demandan y también en su composición etárea.

      En adición a este nuevo tipo de estudiante, se constata el ingreso de estudiantes procedentes de los quintiles de menores ingresos y de otras dinámicas y realidades culturales. Nos referimos específicamente al acceso a la educación terciaria de indígenas, de personas privadas de la libertad y de personas con discapacidades, todos los cuales representan alrededor del 20 por ciento de los jóvenes latinoamericanos, con variable incidencia en los distintos países. En estos casos, su ingreso requiere de cambios en el modelo educativo. Tanto por la vía de cambios en los currículos o por la vía de la incorporación de modalidades pedagógicas asociadas al multiculturalismo, como por el desarrollo de modalidades de educación no presencial y transformaciones para permitir la accesibilidad a las instalaciones y otras formas de aprendizaje.

      Como ya mencionamos, la expansión de la cobertura derivó, por una parte, en el crecimiento elefantiásico de las instituciones de educación superior públicas de tipo monopólico que constituían el eje de la primera reforma de la educación superior. Estas instituciones, que hoy conforman la Red de Macrouniversidades Públicas de América Latina y El Caribe —red que contribuí a crear en el año 2002—, fueron la derivación de la primera fase de la expansión de la matrícula. Las instalaciones —hoy transformadas en museos, sedes de las actividades ceremoniales o reducidos espacios solo para la gestión rectoral— fueron suplantadas por los campos universitarios construidos desde los años 60. La migración estudiantil, a su vez, fue suplantada con diversas modalidades de regionalización también desde los 60 y 70. La conformación de un modelo complejo, la diversidad de actividades, el establecimiento de amplios marcos regulatorios académicos mesocráticos, la alta sindicalización y la expansión de otros roles y cometidos sociales, fueron también una derivación de ese proceso. Uno de los resultados ha sido la caída de los niveles de calidad y el establecimiento, en un sector, de sistemas selectivos de acceso, contribuyendo a la creación de circuitos diferenciados de calidad. A nivel sistémico, la masificación

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