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globales, tanto virtuales como presenciales, en el marco de un complejo proceso y de larga duración, está sentando las bases de la desnacionalización de la educación superior.

      Esta nueva realidad educativa desarrollada en los últimos años con la globalización también se está expresando en una nueva concepción jurídica sobre la educación, que comienza a transformarse desde un bien público nacional hacia un bien social, un bien público internacional o un bien internacional según las diversas filosofías políticas. En todas ellas, sin embargo, se sostiene su creciente carácter global y que la comunidad internacional debe contribuir y velar para que las personas puedan ejercer esos derechos, y que solo de manera creciente estos se pueden realizar en escenarios internacionales. Ello transforma la lógica misma de los tradicionales derechos educativos de lógica y base nacional, y los torna en un tipo de derechos con crecientes componentes internacionales.

      Los llamados derechos de tercera generación refieren a aquellos derechos en los cuales su ejercicio requiere de una acción de la comunidad internacional para lograr que ellos se realicen y sean preservados. Son derechos que no pueden cautelarse a escala nacional, dado que responden a escenarios globales, y que por ende requieren de la acción protagónica de la comunidad internacional para garantizar, mediante la cooperación y el trabajo común, o las instancias supranacionales, que el ejercicio de esos derechos y de las obligaciones que imponen se puedan cumplir.

      El actual escenario de la revolución de los saberes y de las tecnologías de información y comunicación, con sus diversas y sucesivas oleadas digitales, está transformando la educación al crear nuevos apoyos pedagógicos. También está transformando a la educación a distancia, al permitir la gestación de una educación virtual global y en red. La digitalización, la microelectrónica barata y las telecomunicaciones —bases de la actual fase de la acumulación de capitales— así como los propios cambios en los conocimientos y en su aplicación están promoviendo la conformación de un nuevo paradigma educativo y, derivando de ello, una nueva organización universitaria en sus aspectos institucionales, disciplinarios, geográficos, económicos y pedagógicos, una de cuyas manifestaciones está dada por la tendencia a la despresencialización de la educación gracias a la introducción de nuevas modalidades de comunicación en mercados globales y competitivos. La educación, bajo estos impactos, se está moviendo hacia un escenario transnacional y virtual en el marco de la convergencia digital que refuerza las tendencias hacia una educación sin fronteras. La educación, una de las últimas fábricas nacionales, asociada a la tradicional tecnología pedagógica presencial de transferencia de saberes —y por ende con fuertes inserciones, estudiantes, currículos, infraestructuras y profesores nacionales—, necesariamente tenderá a transformarse, como derivación de los nuevos escenarios y de las nuevas tecnologías, en estructuras con componentes desnacionalizados, flexibles y fragmentados a escala global, con multiplicidad de alianzas, con profesores y estudiantes dispersos por el mundo, con pertinencias globales, mayores segmentaciones disciplinarias y con nuevas unidades de gestión y de organización institucional. Una de las expresiones más marcadas del modelo económico es la virtualización y, asociado a ello, la conformación de instituciones globales a distancia llamadas “megauniversidades”, como una modalidad de educación basada en redes digitales colaborativas de comunicación, estructuras flexibles de acceso, mayores escalas de producción, amplia variedad de ofertas, menores costos y nuevos modelos pedagógicos (como la simulación digital y el uso intensivo de los hipertextos no lineales de aprendizajes). Estas tecnologías digitales cambian las estructuras de costos (Daniel), viabilizan nuevas modalidades de cobertura, promueven nuevas modalidades de aprendizaje, transforman la centralidad del aula (Bates), cambian los parámetros de la evaluación, crean un nuevo rol de los docentes, y sientan las bases del nacimiento de una educación global desnacionalizada y despresencializada que parece estar en alta correspondencia con las necesidades de la economía global del conocimiento.

      Esta educación es una derivación directa de las nuevas tecnologías, que además permiten los aprendizajes individualizados de la educación virtual y que sientan las bases de nuevas pedagogías en el marco de la convergencia digital y el uso de modelos de simulación y aprendizajes no lineales, basados en el hipertexto y los escenarios globales de la convergencia digital.

      El nuevo escenario dado por los cambios en el modelo económico, en las demandas laborales, en los saberes y en la educación está promoviendo a su vez un cambio en las estructuras institucionales por medio de las cuales se producen y transfieren los saberes. Estas son escenarios que fijan los parámetros para el funcionamiento eficiente de las instituciones universitarias. Un componente de la organización futura de las universidades parece focalizarse en estructuras transdisciplinarias (flexibles y creditizadas) y en su especialización con posible orientación hacia la investigación —a través de sistemas de innovación con amplia participación de lógicas mercantiles (campos tecnológicos, incubadoras de empresas, etc.)—, hacia crecientes dinámicas internacionales de trabajo en red, hacia la diferenciación docente y su focalización en la educación permanente (educación continua y educación especializada), o hacia crecientes componentes no presenciales.

      Las universidades tienen decenas y cientos de años, y no desaparecerán. Inclusive, más allá del actual ingreso masivo de nuevos proveedores, las universidades están tendiendo lentamente hacia su transformación para ajustarse a las nuevas realidades. Las tradicionales instituciones universitarias, ajustadas al anterior modelo de desarrollo, comienzan a mostrar su transformación para configurarse bajo nuevos parámetros. Así, se plantea la posible expansión de universidades docentes a universidades de investigación, de universidades profesionales a universidades científicas, de universidades de pregrado a universidades de postgrado, de universidades separadas (o aisladas, al decir de los brasileros) a universidades articuladas o en red, desde universidades sin evaluación a universidades acreditadas, de universidades rígidas hacia universidades flexibles de currículo abierto, así como desde universidades nacionales hacia universidades internacionales. Es un camino complejo lleno de tensiones, de marchas y de contramarchas, lleno de restricciones y de diversas limitaciones económicas, intelectuales, políticas o normativas. En este camino de transformación y de complejas reingenierías se pueden visualizar nuevas modalidades institucionales educativas, tales como las universidades innovadoras, las universidades en red, las universidades virtualizadas, las universidades de investigación, las universidades internacionales, o las universidades de docencia diversificada.

      Las universidades especializadas son instituciones de alta calidad orientadas a la creación de saber y focalizadas en los postgrados. Estas instituciones se asimilan a las que Burton Clark ha definido como universidades innovadoras, que además tienden a posicionarse en algunas áreas específicas del saber. En ellas existe un núcleo directivo

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