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Pablo: Reavivado por una pasión. Bruno Raso
Читать онлайн.Название Pablo: Reavivado por una pasión
Год выпуска 0
isbn 9789877982824
Автор произведения Bruno Raso
Жанр Документальная литература
Серия Lecturas devocionales
Издательство Bookwire
Festo pensaba que las muchas letras, o conocimientos, habían trastornado la mente de Pablo. El diccionario define la locura como “la privación del juicio o del uso de la razón”. ¿Estaba Pablo privado de su juicio o del uso de su razón, o desacertado en su testimonio de vida? No, pero su encuentro con Jesús constituyó un impacto lo suficientemente fuerte para reflejar con convicción y seguridad sus argumentos.
Todos habían escuchado las maravillas que Pablo había experimentado; ese era su tema predilecto. Así, afirmando que emitía palabras de verdad, fue por más, y exhortó al mismo rey Agripa a que creyera y aceptara el mensaje de los profetas. “Profundamente afectado, Agripa perdió de vista, por un momento, todo lo que lo rodeaba y la dignidad de su posición. Consciente solo de las verdades que había oído, viendo al humilde preso de pie ante él como embajador de Dios, contestó involuntariamente: ‘Por poco me persuades a ser cristiano’ ” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 349).
Resulta que aquel “loco” no solo era un preso terrenal que presentaba su defensa, sino además un embajador celestial que cumplía su misión. Por algo el mismo Pablo diría a los corintios que la palabra de la Cruz es locura a los que se pierden, pero para los que se salvan es poder de Dios (1 Cor. 1:18).
¡Señor, danos más de estos “locos” como Pablo!
28 de enero
Por poco
“Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano” (Hechos 26:28).
El vuelo 2933 de LaMia partió desde el Aeropuerto Viru Viru (Bolivia) hacia el Aeropuerto José María Córdova (Colombia) con 68 pasajeros y 9 miembros en la tripulación. Se estrelló el 28 de noviembre de 2016 a las 22:15, hora local. Entre los pasajeros, se encontraba el equipo de fútbol brasileño Chapecoense, que iba camino para jugar la final de la Copa Sudamericana 2016 frente a Atlético Nacional.
Solo seis personas sobrevivieron al accidente. Las investigaciones concluyeron que la causa del siniestro fue producto del agotamiento del combustible por un error humano. Esta es una historia muy triste, por la pérdida de tantas vidas jóvenes a causa de un accidente que podría haberse evitado. Cuando se estrelló, ya se divisaba la pista de aterrizaje. Faltaba muy poco para llegar, solo cuatro minutos. Casi se salvaron.
El 1º de febrero de 2003, el transbordador Columbia regresó de su misión. Después de pasar 16 días en el espacio, estaba a solo 15 minutos de aterrizar. Las familias se reunieron en Houston para dar la bienvenida a sus seres queridos. Pero, algo terrible sucedió. Un pedazo de aislamiento de espuma se desprendió y dañó una de las alas; y la fuerza y el calor hicieron que la nave se desintegrara y cayera en pedazos sobre Louisiana y Texas. Siete astronautas casi regresaron.
El Rey Agripa escuchó la predicación de Pablo, quien era un orador persuasivo, y presentaba el evangelio con un mensaje poderoso. Agripa entendió todo, pero dijo: “Por poco me persuades a ser cristiano”. He aquí un hombre medio convertido que no podía negar su fe en los profetas. A su lado estaba un gobernador pagano, quien había dicho unos momentos antes a Pablo que estaba loco. No sabemos el resultado de aquel testimonio de Pablo. Nadie se levantó, sino las autoridades, para dar por terminada la sesión. Agripa conservó su dignidad humana, pero a un alto precio: su propia alma. Él estuvo muy cerca, “casi” aceptó a Jesús; pero el “casi salvo” significa totalmente perdido. Si la salvación es lo más valioso que podemos experimentar, no alcanzarla es realmente la mayor tragedia.
Pensemos juntos. ¿Hay algún “casi” en tu vida o un “por poco”, que están dejándote afuera de todo? Casi fiel es nada fiel. Casi comprometido es nada comprometido. ¿Qué falta para que tu entrega y tu fidelidad sean completas? ¿Algo en tu corazón, en tu trabajo, en tus relaciones, en tu testimonio? ¿Qué falta para que te persuadas?
Por placentero que parezca el vuelo, lo realmente trascendente es llegar al destino.
29 de enero
Uno de 276
“Por tanto, tened buen ánimo, porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:25).
En el capítulo 42 del libro Los hechos de los apóstoles, Elena de White relata con maestría el naufragio sufrido por Pablo, narrado en Hechos 27. En aquellos días, viajar por mar traía innumerables dificultades y peligros. Los viajes se efectuaban a la luz del sol y orientados por las estrellas. En tiempos de tormenta no se realizaban viajes, porque la navegación segura era casi imposible. Pero, en este relato, la travesía enfrenta una tormenta feroz, que termina en el naufragio del barco frente a las costas de Malta. Pablo soportó las penurias de ese largo viaje a Italia como preso encadenado.
Los vientos contrarios obligaron al navío a hacer escala en un puerto intermedio. Como allí no podían quedarse, y si lo hacían no llegarían a tiempo a su destino final, tuvieron que zarpar. Poco después, el buque, azotado por la tempestad, con el mástil roto y las velas hechas trizas, era arrojado de aquí para allá por la furia de la tormenta.
No había ni un momento de descanso para nadie. Durante catorce días, 276 personas (Hech. 27:37) fueron llevadas a la deriva (Hech. 27:16) bajo un cielo sin sol y sin estrellas. Como consecuencia lógica, habían perdido toda esperanza de salvarse (Hech. 27:20). ¿Todos? No. Había uno que tenía palabras de esperanza para la hora más negra y tendió una mano de ayuda en semejante emergencia. Era uno que se aferraba por la fe del brazo del poder infinito y su fe se apoyaba en Dios. No tenía temores por sí mismo; sabía que su Creador lo preservaría para testificar en Roma a favor de la verdad de Cristo. Aun en una situación límite, su corazón se conmovía por las pobres almas que lo rodeaban.
Ese uno era el gran apóstol Pablo, quien casi de manera ilógica ordena a todos que tengan buen ánimo; porque solo habría pérdidas materiales y ninguna humana. ¿Por qué? Porque se apoyaba en las promesas divinas: “El ángel del Dios del cual yo soy, y al cual sirvo, dice: Pablo, no temas; es menester que seas presentado delante de César; y he aquí, Dios te ha dado todos los que navegan contigo” (Hech. 27:23, 24). Estas palabras despertaron la esperanza, sacudieron la apatía y renovaron los esfuerzos. ¿El final? “Sucedió que todos llegaron a tierra y se salvaron” (Hech. 27:44).
Pablo era minoría, uno entre 276. Estaba enfermo, padecía en carne propia el fuerte viento y el agua helada, y estaba encadenado. Pero era prisionero de su fe y libre de sus pecados. Tenía identidad porque sabía de quién era y a quién servía. Ese uno fue determinante.
Puede que tus circunstancias no sean tan desfavorables como las de Pablo, pero tu testimonio y tu fidelidad con la esperanza necesitan ser los mismos.
30 de enero
Víboras al ataque
“Pero él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún daño padeció” (Hechos 28:5).
Aldi Novel Adilang, joven indonesio de 19 años, sobrevivió 49 días a la deriva en alta mar en una trampa flotante para peces, en la que trabajaba cuando los fuertes vientos rompieron las amarras y lo enviaron mar adentro. Lo rescató un barco carguero cuando se encontraba a más de 2.000 kilómetros de distancia del lugar, en aguas de Guam, y lo dejó en Japón. Durante su odisea, tuvo que lidiar con la soledad, el miedo, la sed y el hambre. Tenía una Biblia, y a ella y al Dios de la Biblia se aferró. Después del rescate, volvió con mucha alegría al seno de su familia.
La Biblia habla de otro naufragio, que dejó a Pablo y a sus compañeros de navegación en Malta, una isla rocosa a unos 100 km de Sicilia, Italia. Ellos son recibidos por los isleños, con clima frío, pero tratados con calidez. Acaban de emerger de un mar helado y están alrededor de una hoguera, calentándose. El servicial Pablo ayudaba a juntar ramas y fue justo en ese momento cuando una víbora se le prendió y quedó colgando de su mano.
“¿Había andado por el peligroso