Скачать книгу

de sus familias de origen y en la organización familiar actual. Las líneas que atraviesan cada círculo representan la dimensión diacrónica.

      Es también bastante conocido y difundido, especialmente en los tratamientos psicoanalíticos de niños y psicóticos, que la mejoría de éstos en el tratamiento individual promueve cambios –muchas veces indeseables– en su medio social-familiar más inmediato. Esta interrelación y efectos recíprocos entre las redes intrapsíquica e interpersonal es también señalada por D. Liberman en los mismos tratamientos psicoanalíticos. Dice este autor (p. 49, op. cit.): “En la relación transferencial, los trastornos en la comunicación interpersonal entre paciente y terapeuta y los trastornos de la comunicación intrapersonal coexisten y se potencian negativamente unos con otros, y cuando por medio de una interpretación adecuada logramos restablecer la comunicación intrapersonal perturbada, también se restablece la capacidad comunicativa con el terapeuta, es decir, se modifica la comunicación interpersonal”.

      Historia del tratamiento

      MR, de 38 años, es la madre y C, de 40 años, es el padre de dos niños varones: L, de 6 años, y A, de 4 años y medio. Este último es quien presenta el síntoma motivo de la consulta. MR y C aparecen como una pareja bien constituida y bien avenida: unidos, dedicados y cariñosos con los hijos. Concurren a la consulta expresando una importante reserva por “lo psicológico”, luego de haber agotado todos los medios para solucionar el problema; incluso un fracasado intento de terapia individual del niño. De un relato más detallado del síntoma resultó que el “ensuciar el calzoncillo” era secundario a largos períodos (más de una semana) de constipación, lo que parecía configurar una encopresis por rebalsamiento. Esporádicamente aparecían también genuinos episodios encopréticos: el niño se arrinconaba en algún espacio de la casa y ponía “una cara especial”, que no podían definir; “como si se abstrajera”, mientras tenía una deposición. Solicité a los padres que comentaran con sus hijos la decisión de concurrir al tratamiento por el problema de A. Así lo hicieron y este último, curiosamente dada su renuencia al tratamiento psíquico anterior, no sólo mostró una actitud favorable sino cooperante con tal decisión. Para mí, por otra parte, constituía una forma de comprometer, aunque sea indirectamente, a todos en la tarea terapéutica. En relación con la brevedad de esta comunicación y con la índole tentativa de esta experiencia, omitiré los detalles técnicos del desarrollo de esta terapia. Sólo desearía destacar que en todo momento evité prescribir normas de conducta acerca de “la educación de los niños”, situación en la cual comprensiblemente intentaban ubicarme. A pesar de mi postura abstinente en el sentido de “consejero” pude llamarles la atención y expresar mi extrañeza cuando relataron que ambos niños dormían con un “plástico” debajo de sus sábanas a pesar de que no eran enuréticos, ni el síntoma de A había aparecido jamás durante el reposo. Este detalle me confirmaba la enseñanza de Pichon Rivière acerca de lo que él denomina rol prescripto vinculado con la excreción. Este autor señala con este nombre a la necesidad que surge en un campo social y que alguien debe asumir. También se evitaron los señalamientos personales al estilo psicoanálisis individual de cada miembro: las características que de cada uno de ellos se iban perfilando fueron visualizadas y relevadas como roles, que en los momentos de mayor tensión conflictiva adquirían modalidades polares (ver cuadro); roles que cada uno asumía, a su vez, en virtud de sus respectivas dotaciones edípicas. Es decir, a diferencia de los autores exclusivamente “interaccionistas” de la escuela de la Teoría de la Comunicación (Watzlawick y otros, 1971) en este enfoque se destaca la articulación entre el eje sincrónico –sistémico– y el diacrónico –histórico– en el interjuego de adjudicaciones y asunciones de roles. Por lo tanto, no me limité a explorar y explicitar las peculiaridades que éstos iban adquiriendo en la interacción, señalando los momentos de retroalimentación (feed-back) y los momentos de escalada simétrica o complementaria en la comunicación, sino que se iban ligando a los esclarecimientos históricos de la pareja y de cada uno de ellos. Así entiendo propendía al reacondicionamiento de su red comunicativa, que a su vez redundaría en las del grupo familiar en conjunto y en la de cada uno de sus miembros.

      Cuadro de polarizaciones

Padre-marido Madre-esposa
Sometido a su propia madre por estrechos vínculos y cerradas fidelidades con la familia de origen (tipo epileptoide) Autónoma, desapegada, independencia afectiva de su familia de origen (tipo esquizoide).
Hijo de inmigrantes de un país de “bajo nivel cultural” Hija de una familia de clase media “criolla” con aspiraciones culturales
Self-made-man con resultados económicos logrados con tesón Profesional universitaria con limitado ejercicio y mínimos ingresos económicos
Constantes ansiedades de ruina, apurado, con torturantes tareas superpuestas Sentimiento de riqueza y holgura
Ordenado y exigente en las cuestiones domésticas (“¡Como su madre!”) Desordenada y abandonada (“¡Como su madre!”)
Explosivo y peleador (evacuativo) Callada y resentida (retentiva)
Sociable, simpático, “entrador” Retraída y perseguida (paranoide)
Trastornos de tipo órgano-neurótico: alergia, bronquitis, dispepsias Operada de nódulo frío de tiroides

      Este entrecruzamiento entre el eje diacrónico y sincrónico puede visualizarse a través del cuadro de polarizaciones. Este cuadro admite una lectura de las columnas en sentido vertical y horizontal. Cuando se lo lee en sentido vertical surgen las características de un determinado cuadro nosológico. Por ejemplo, en el caso del padre-marido se evocan los diagnósticos de personalidad infantil, rasgos depresivos y obsesivos. En el caso de la madre-esposa aparece nítidamente un cuadro esquizoide.

      En cambio, la lectura en sentido horizontal permite poner en evidencia el funcionamiento vivo de estas estructuras en la dinámica de la interacción entre ambos detectada a través del proceso terapéutico.

      Del desarrollo del tratamiento de siete meses de duración total, a razón de una hora semanal de 60 minutos, puede decirse en forma sintética que se trabajó acerca de actitudes retentivas y consecutivamente expulsivas en el terreno de la comunicación: así, por ejemplo, ante el relato vinculado con una persona de servicio

Скачать книгу