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XV la Piedad se representaba con la figura de la Madre con muchas hijos e hijas y en el XVI se comenzó a representar con la de la Madre compasiva con el Hijo muerto sobre sus rodillas, pero con el rostro sereno por la esperanza de la resurrección. «La Piedad es una expresión cualificada de la revolución de la ternura con que Dios quiso salvar al hombre»53. Francisco tiene devoción a La Virgen de la Ternura y guarda un icono ruso en el cual María abraza al Niño Jesús y el Hijo tiene su rostro junto al de su Madre54. Exhorta a dejarse abrazar por las caricias de Dios y no tener miedo al dulce poder de la ternura. En la Virgen María, invocada como Madre de la Misericordia, brilla de un modo único la ternura maternal de toda la Iglesia55.

      5. Francisco comparte algunos carismas de sus predecesores: el espíritu profético de Juan XXIII; el discernimiento prudente de Pablo VI; la fresca sonrisa de Juan Pablo I; el ardor misionero de Juan Pablo II; la serena reflexividad de Benedicto XVI. Cada papa ha reflejado, en su momento y con su fisonomía singular, la tierna humanidad de nuestro Dios, porque «Dios es amor» (1 Jn 4,8.16). Así la manifiestan la dulce y tierna bondad de Roncalli; la cordialidad paciente y prudente de Montini; la teología, la espiritualidad y la liturgia del Dios rico en misericordia en Wojtyla, el primado del amor en Ratzinger, como muestra Deus caritas est. Con Juan XXIII Francisco simboliza «la Iglesia de la Caridad», que se hace dulzura en la caricia, el abrazo y el beso56.

      6. Francisco integra toda verdad y toda virtud en un orden armónico centrado en el Evangelio de la caridad (EG 34-40). «En este núcleo fundamental lo que resplandece es la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (EG 36). El kerigma proclama ese núcleo evangélico desde el cual cada componente de la vida halla «una adecuada proporción» (EG 38). La praxis cristiana, la enseñanza moral y la espiritualidad pastoral surgen de la vitalidad del Espíritu que orienta las iglesias (Ap 3,6) y de la conversión al Evangelio sin glosa para vivir, con la gracia del Espíritu, la libertad para el amor (Gal 6,5). El sucesor de Pedro enseña:

      Santo Tomás de Aquino destacaba que los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios «son poquísimos». Citando a San Agustín, advertía que los preceptos añadidos por la Iglesia posteriormente deben exigirse con moderación «para no hacer pesada la vida a los fieles» y convertir nuestra religión en una esclavitud, cuando «la misericordia de Dios quiso que fuera libre». Esta advertencia, hecha varios siglos atrás, tiene una tremenda actualidad. Debería ser uno de los criterios a considerar a la hora de pensar una reforma de la Iglesia y de su predicación que permita realmente llegar a todos (EG 43).

      Así el Papa vincula explícitamente la primacía de la misericordia y la reforma de la Iglesia.

      7. Una fuente de la teología pontificia de la misericordia es la Summa Theologiae de Tomás de Aquino, muy citada en sus documentos. Esta inspiración tomista de su doctrina es un rasgo de la teología argentina que busca vincular la tradición clásica con la reflexión contemporánea.

      Santo Tomás de Aquino… explica que, en cuanto al obrar exterior, la misericordia es la mayor de todas las virtudes: «En sí misma la misericordia es la más grande de las virtudes, ya que a ella pertenece volcarse en otros y, más aún, socorrer sus deficiencias. Esto es peculiar del superior, y por eso se tiene como propio de Dios tener misericordia, en la cual resplandece su omnipotencia de modo máximo (ST II-II, 30, 4 y ad 1um) (EG 37)57.

      Los principios morales tomistas guían la enseñanza de Amoris laetitia (AL 102, 134, 301, 304).

      8. Esa exhotación sobre el amor en la familia anima a vivir la lógica de la misericordia pastoral para acompañar, discernir e integrar la fragilidad de muchos cristianos que sufren situaciones muy difíciles en la vida familiar (AL 307-312). La «lógica del Evangelio» (AL 297) es «la lógica de la integración» (AL 299) y «la lógica de la compasión» (AL 308). La revolución de la ternura ayuda a avanzar por el camino de una fidelidad creativa capaz de compadecerse, acompañar e incluir a los otros con sus diferencias. En la introducción a su exhortación sobre la alegría del amor el Papa explica que estas cuestiones deben ser profundizadas por «la reflexión de los pastores y los teólogos» en la medida en que aquella sea «fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa» (AL 2). Luego señala que, a partir de una unidad doctrinal y pastoral fundamental, «en cada país o región se pueden buscar soluciones más inculturadas, atentas a las tradiciones y a los desafíos locales» (AL 3).

      9. La misericordia divina se expresa, de modo singular, en el perdón de los pecados. Francisco predica la misericordia del Dios que nos ama y perdona. En la entrevista «El nombre de Dios es misericordia» recuerda que Pablo VI, en sus notas escritas para un testamento, conocidas como «Meditación ante la muerte», reveló que el fundamento de su vida espiritual estaba en la síntesis propuesta por San Agustín: «Miseria y misericordia; miseria mía y misericordia de Dios». Cuenta que en la documentación del proceso de su beatificación leyó que un secretario de Pablo VI dijo, comentando aquel axioma agustiniano, que el papa Montini confesaba que él consideraba un gran misterio el hecho de que, siendo mísero, viviera ante la misericordia de Dios58.

      10. La ternura de Jesús alivia nuestra frágil humanidad y llama a tocar «la carne sufriente de los demás» (EG 270). Inspirada en sus palabras acerca del amor a sus hermanos más pequeños (Mt 25,31-46) la religión cristiana fomenta una cultura de la misericordia, que es la forma histórica del amor que se compadece y remedia los sufrimientos ajenos. Los gestos de Francisco encarnan la Iglesia samaritana, compasiva y solidaria, que se acerca a las víctimas de la explotación, el descarte, el tráfico y la trata de seres humanos. Para una Iglesia servidora de la justicia y el amor la misericordia también es una fuerza para cambiar los procesos históricos y sociales59.

      V. LA PIRÁMIDE INVERTIDA: SINODALIDAD DEL PUEBLO DE DIOS EVANGELIZADOR

      1. En conformidad con el Concilio Vaticano II, Francisco privilegia la noción ‘Pueblo de Dios’. Desde 1974, Jorge Bergoglio expresa que la Iglesia es el santo Pueblo fiel de Dios (EG 119).

      La imagen de la Iglesia que más me gusta es la del santo Pueblo fiel de Dios. Es la definición que uso más y está tomada del número 12 de la Lumen gentium. La pertenencia a un pueblo tiene un fuerte valor teológico. Dios, en la historia de la salvación, ha salvado un pueblo. No existe una identidad plena sin pertenencia a un pueblo… El pueblo es sujeto. La Iglesia es el Pueblo de Dios en camino a través de la historia, con alegrías y dolores60.

      2. Esta eclesiología se asocia a una línea de reflexión gestada en la comunidad teológica argentina61. La llamada «teología del pueblo» es un aporte original, aunque no agota nuestra teología. Ese nombre sintético es sugerente, pero puede ser simplificador si solo se emplea la palabra «pueblo» en sentido civil. Nuestra reflexión comprende dos sentidos análogos del término pueblo, uno eclesial y otro civil, con una desemejanza tan fuerte como su semejanza. Prefiero decir que Francisco asume, enriquece y universaliza la teología argentina del Pueblo de Dios, el/los pueblo/s y la pastoral popular, porque incluye una eclesiología del Pueblo de Dios, una teología de la sociedad, la cultura y la historia, y una teología pastoral, que considera la misión de la Iglesia a los pueblos y une la piedad popular con la opción por los pobres62. Sus grandes exponentes fueron Lucio Gera (1924-2012)63, y Rafael Tello (1917-2002), hoy estudiados en relación a Francisco64.

      3. La gran novedad del pontificado de Francisco incluye la pequeña novedad de un primer conocimiento de esta teología. Con el Papa argentino la teología del Pueblo de Dios recupera el lugar central que le dio el Vaticano II y se desdibujó desde 1985 en documentos del magisterio. Francisco tiene una eclesiología del Pueblo de Dios y una teología del pueblo en los dos sentidos mencionados. Ambos aspectos están presentes en la exhortación Evangelii gaudium. El capítulo III se refiere a la Iglesia como el Pueblo de Dios peregrino en la historia y encarnado en las culturas (EG 115). El capítulo IV desarrolla principios que ayudan a construir la vida de los pueblos como comunidades históricas y configuran una cultura del encuentro (EG 217-237). En el Centenario de la Facultad de Teología de Buenos Aires él llamó a los teólogos a ser «hijos de su pueblo»65.

      4. En 2015, en el Discurso en la Conmemoración del 50 Aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, Francisco se refirió a la sinodalidad como una «dimensión constitutiva

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