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      Un día más

      “y añadiré a tus días quince años y te libraré a ti y a esta ciudad de mano del rey de Asiria…”

      (2 Reyes 20:6a)

      En la película la Lista de Schindler, el alemán que salvó vidas en la medida que pudo hacerlo en el tiempo del holocausto nazi, al final se lamentó por no haber podido salvar una vida más, una más. Él tenía un propósito que estaba cumpliendo y dedicaba sus horas y sus días a pensar en el cumplimiento de ese propósito de salvación de muchos seres humanos de la muerte a manos de los alemanes.

      Cada ser humano es importante y cada vida cuenta.

      Una ayuda más, un alma más para Cristo, un joven más rescatado de las drogas, un niño más sacado de la prostitución infantil, una mujer más liberada de la esclavitud de la violencia doméstica, un anciano más acompañado en sus últimos días de vida. Uno más, uno más.

      Una nueva oportunidad para servir, un nuevo día para ayudar a que este mundo sea menos individualista y esclavo del enemigo.

      Sí, un día más pero para servir al que nos lo dio, para levantar nuestra mirada al cielo y exclamar desde el fondo mismo de nuestro ser: Gracias Señor por un día más.

      ¿Si Dios te da más vida cumplirás con esos propósitos?

      Para qué más vidas egoístas que solo piensan en satisfacerse a sí mismas.

      Para qué tanto materialismo y búsqueda desesperada de riquezas que solo ocupan a las personas en cuestiones vacías pero que no cumplen con propósitos divinos.

      ¿Para qué quisieras vivir más años? ¿Solo para vegetar en este mundo? ¿Solo para llenar un espacio o para ir de mes en mes en la misma rutina en una vida que se vuelve quizás aburrida? No creo.

      Si pides más años es porque tienes planes para el futuro. Si pides más tiempo es porque quieres alcanzar nuevas metas, porque quieres lograr muchos de los sueños que pensaste en alguna ocasión, porque quieres terminar tus días como una persona realizada.

      De la misma manera que Dios agregó años a la vida de Ezequías, Él tiene el poder para agregar vida a tus años. Que sean años llenos de bendición, que sean momentos llenos de satisfacciones, de alegrías, de cumplimiento de metas, de nuevas aventuras de la mano de Dios.

      Él puede agregar vida a tus años y también puede agregar años a tu vida. Él es Dios y maneja los tiempos porque Él es El Dios Eterno que no conoce de límites, ni principio ni final, Él es el Dios de cada segundo de tu vida.

      Alaba a Dios por este nuevo día que te ha regalado.

      Oración:

      Reconozco que este nuevo día es un regalo divino. Quiero vivirlo de la mejor manera. Quiero aprovechar cada segundo para honrar a Dios. Quiero seguir las huellas de mi Señor Jesús y hacer su voluntad. Al tomar este día como un regalo divino, entenderé que aún hay propósitos divinos por cumplirse en mi vida y hoy lo tomaré como esa gran oportunidad para lograrlos. Gracias mi Dios por este nuevo día, sin duda es un gran regalo de tu gracia divina. Amén.

      Devolviendo bien por mal

      “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44)

      Sara era una cristiana maravillosa que tuvo una relación profunda con el Señor.

      Pero su hermano George era la oveja negra de la familia. Su vida egoísta era la antítesis de la generosa conducta de su hermana. George tenía un problema severo de alcoholismo.

      Tras largos años de abuso, su cuerpo comenzó a rebelarse a causa del consumo continuo y sus riñones empezaron a fallar. Los doctores le dijeron a Sara que sin un trasplante de riñón George moriría pronto y que por su prolongado historial de abuso de alcohol no calificaría para estar en lista de espera.

      Ella preguntó a los médicos si podía donar uno de sus riñones a su hermano.

      Estos respondieron: “Si tu tipo de sangre es compatible puedes hacerlo. Pero esta es una operación costosa y cuestionamos si es prudente poner tu vida en riesgo por una persona con hábitos tan autodestructivos.”

      Resultó que los tipos de sangre eran compatibles, pero George no tenía seguro, así que Sara hipotecó rápidamente su casa y prometió pagar el resto.

      Con cierta insistencia, pudo finalmente convencer al hospital de efectuar la operación.

      El trasplante fue exitoso para George, pero Sara sufrió algunas complicaciones trágicas. Una severa reacción alérgica a la anestesia la paralizó de la cintura hacia abajo después de la cirugía. Sara pudo tomar con valentía la trágica noticia cuando le dijeron que su hermano se recuperaba muy bien.

      Ella dijo, “Si puedo comprar algunos años más de vida a mi hermano para que encuentre al Salvador, habrá valido la pena, aunque yo no pueda volver a caminar.”

      ¿Cómo crees que Sara se sintió cuando su hermano no fue nunca a agradecerle su costoso sacrificio?

      ¿Y cómo crees que se sintió Sara al enterarse de que lo primero que hizo su hermano al salir del hospital fue irse a celebrar a una barra?

      Si eso te indigna, reflexiona en esto: ¿Cómo piensas tú que Jesús se siente cuando un cristiano profeso se aleja de Su presencia luego de recibir misericordia y vida, y regresa a lo mismo que tanto sufrimiento le costó a Él para salvarlo?

      Cuando vemos y entendemos algo sobre lo que nuestros pecados le costaron a Cristo, nunca más desearemos abrazar al monstruo que destrozó a nuestro Señor.

      Devolver mal por bien es diabólico. Devolver bien por bien es humano. Pero devolver bien por mal eso es divino.

      Mientras el mundo siga aplicando el ojo por ojo y diente por diente, seguirá sumido en la misma muerte que esto sigue produciendo, por eso se necesita romper con estos modelos de vida y entrar en la dinámica del perdón, la reconciliación y la gracia.

      Es tiempo de dejar atrás la amargura que nos produce la falta de perdón y los deseos de venganza. La nueva naturaleza del creyente nos permite hacer lo que antes no podíamos hacer: Devolver bien por mal. ¡Qué tremendo desafío!

      Oración:

      Señor Jesús, reconozco la obra de amor y de misericordia que tú hiciste por mí. Gracias a esa obra hoy puedo vivir en libertad, en el gozo de los redimidos experimentando tu cuidado y tu protección. Por eso te pido que me ayudes a ser igualmente misericordioso y compasivo con los demás. Reconozco que este mundo necesita personas así, y yo quiero ser obediente a este llamado. Amén.

      Casa de oración para todas las naciones

      “y les enseñaba diciendo: ¿no está escrito: mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Marcos 11:17)

      En los dos primeros capítulos de Hechos, los discípulos solo estaban esperando en Dios. Mientras estaban allí sentados, adorando, teniendo comunión con Dios, permitiendo que Dios los moldeara y limpiara sus espíritus y que hiciera esas operaciones del corazón que solo el Espíritu Santo puede hacer, nació la iglesia. El Espíritu Santo fue derramado.

      ¿Qué dice eso acerca de nuestras iglesias de hoy, al haber dado Dios nacimiento a la iglesia en una reunión de oración cuando en realidad hoy en día son pocos los cristianos que en realidad oran?

      Muchos de nosotros nos quejamos porque han quitado la oración de las escuelas y cualquier señal que tenga que ver con Cristo de los lugares públicos o los mandamientos, pero la verdad es que muchos de los que se quejan ni siquiera

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