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similar con Ogazón: Maura Ogazón, su hermana, tenía a orgullo cruzarse una banda roja, símbolo de su liberalismo; de la misma casa de Ogazón resultó un militar distinguido y un organizador magnífico, creador de la industria de Monterrey, el general Bernardo Reyes, que era Ogazón por parte de su madre. En familia, colectivamente se sentía el ambiente de todas esas ideas de carácter renovador, avanzado, reformista, que había de perdurar para nuestro Liceo de Varones, que es el punto al que más concretamente quería llegar.

      Nosotros pretendemos trazar una trayectoria, columna vertebral, cordón umbilical que una a nuestras generaciones recientes con el grupo de liceístas que mencionaba el doctor Córdova. Ese grupo no es sino el heredero, que así como el juvenil de los Ogazón y los Vallarta, tuvo significación y creó lo que pudo crear, abriendo ellos el Liceo de Varones en 61, y los pósteres iniciaron un movimiento intelectual, enérgico, violento, hasta agresivo, que desembocó en nuestra Universidad con Guadalupe Zuno a la cabeza.

      Principalmente quiero insistir en una cosa ya dicha: la aportación de la Escuela Politécnica, esa Escuela Politécnica donde vimos, lo conocí, no me lo contaron, como diría Bernal Díaz, sino que conocí a muchachos a los que se hizo obligatoria, en nuestras Preparatorias, la asistencia a los cursos de Politécnica; cuántos muchachos vimos que cargaban las escaleras, y no lo tenían a deshonra, para ir a hacer una conexión eléctrica; cuántos conocí yo en el taller de imprenta; trabajando cuántos en el taller de encuadernación, cuántos en tantas cosas, en tantas actividades, que les servían de mucho para ayudar a sus familiares y para sostenerse en sus estudios trabajando, y cumplidores con el lema universitario: trabajar, trabajar. Desgraciadamente esto se ha desvirtuado un tanto, y no es por demás señalar que lo que ahora, en la Reforma Educativa, se actualiza como “salidas” para llevar a trabajos a los estudiantes, por si alguno “destripa”, se estableció, con años de anterioridad, en nuestra inicial Universidad.

      Importan, así mismo, la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras, que va a la integración humanística del hombre, porque ante todo la misión universitaria es formar hombres, y los más recientes establecimientos de la Escuela de Agricultura y la de Veterinaria, todas ellas indispensables en Universidad, porque, señores, Universidad es eso: Universitas.

      Perdonen la largura de un aficionado a la historia, que tiene la manía de historiar.

      Ahora, si alguno quiere preguntar, suelten el toro.

      Asistentes a los festejos de la inauguración de la Universidad de Guadalajara el 12 de octubre de 1925, ubicados en la Plaza Universidad.

      Antecedentes históricos

       de la Universidad

       de Guadalajara

      Enero de 1948

      El maestro emérito José Montes de Oca y Silva (1910–1974) presentó una síntesis del devenir histórico universitario de 1700 a 1947, a partir de los Documentos referentes a la fundación, extinción y restablecimiento de la Universidad de Guadalajara, de José Cornejo Franco.

      José Montes de Oca y Silva, “Antecedentes históricos de la Universidad de Guadalajara”, Cuadernos Universitarios, enero–marzo de 1948, año I, volumen I, tomo I, pp. 31–33.

      El primero que concibió la idea de la fundación de la Universidad de Guadalajara fue Fray Felipe Chávez y Pineda, O. P., XXI Obispo de Guadalajara, quien se dirigió al rey Carlos II, solicitándolo. El rey de España, por cédula de fecha 21 de agosto de 1700, pidió dictamen a la Audiencia de la Nueva Galicia. El asunto durmió hasta el año 1750 en que el Ayuntamiento de Guadalajara, insistió en la fundación de la Universidad. La solicitud de la fundación quedó pendiente ocho años, pero en 1758 el Ayuntamiento de la ciudad comisionó a su síndico don Tomás Ortíz de Landázuri para que directamente y en Madrid repitiera las gestiones. Se dio largas al asunto, mas el Ayuntamiento de Guadalajara, tenaz en su gestiones, continuó insistiendo ante la Corte para que se estableciera la Universidad.

      El rey pidió su parecer al Gobernador de la Nueva Galicia, a la Real Audiencia de la misma, a la Real y Pontificia Universidad de México y a Fray Antonio Alcalde O. P., XXX Obispo de Guadalajara, quien rindió dictamen amplísimo exponiendo las razones que había para establecerla sin demora, las cuales demostraban no sólo la utilidad de la fundación sino “la suma necesidad que hay de ella”. El prelado no se limitó a influir para que se fundara la Universidad, sino que también dotó sus cátedras.

      Por fin dieron resultado las gestiones hechas en pro de la fundación de la Universidad. Carlos IV, por cédula expedida en San Lorenzo, el 18 de noviembre de 1791, concedió la fundación de la Universidad de Guadalajara. La Real Cédula llegó a la capital de la Nueva Galicia en el mes de marzo de l792, se reparó el ex–colegio de Santo Tomás (en donde actualmente está ubicado el Edificio Lutecia) y en él se instaló la Universidad. La inauguración tuvo lugar el día 3 de noviembre de 1792, siendo su primer rector el doctor don José María Gómez y Villaseñor.

      Subsistió la Universidad hasta el 18 de enero de 1826, en que don Prisciliano Sánchez, primer Gobernador Constitucional de Jalisco, la extinguió, creando en su lugar el Instituto del Estado. Funcionó el Instituto hasta el día 1 de septiembre de 1834, en que el Gobernador interino del Estado, don José Antonio Romero, lo suprimió reinstalando la Universidad. Esta subsistió durante 25 años; el 25 de septiembre de 1847 fue suprimida por la Legislatura local, supresión momentánea, porque don Joaquín Angulo, Gobernador interino del Estado, nulificó el Decreto del Congreso, disponiendo que subsistiera la Universidad, juntamente con el Instituto. Coexistieron las dos instituciones hasta 1853 en que el General José María Yañez, por decreto de 28 de febrero, dispuso que el Instituto quedara refundido en la Universidad. Siguió subsistiendo ésta hasta el día 15 de septiembre de 1855 en que don J. Santos Degollado, Gobernador y Comandante General del Departamento de Jalisco, decretó nuevamente su clausura y restableció el Instituto.

      El 4 de marzo de 1860 se suprimió el Instituto y se restableció la Universidad y el 2 de diciembre del mismo año, el licenciado Pedro Ogazón, Gobernador Constitucional de Jalisco, decretó definitivamente la clausura de la Universidad.

      Desde entonces, los escolares hacían sus estudios preparatorios en el Seminario Conciliar de Guadalajara o en el Liceo de Varones. Los estudios profesionales se seguían en las Escuelas de Medicina y de Jurisprudencia. La educación superior se confió directamente al Poder Ejecutivo, quien la controlaba por medio de un Departamento especial que cambiaba de nombres: Junta Directiva de Estudios, Dirección de Educación y Departamento de Educación Secundaria y Profesional.

      De 1925 a esta fecha ha subsistido la Universidad, salvo el interregno habido durante la primera parte del período constitucional de don Everardo Topete, en que la Universidad de Guadalajara fue sustituida por la Dirección General de Estudios Superiores.

      A partir de su reinstalación, la Universidad ha ido adquiriendo mayor prestigio y personalidad. Se ha convertido en la Universidad del Occidente de la República, a donde acuden presurosos a estudiar la casi totalidad de los jóvenes de la Baja California, Sonora, Sinaloa, Nayarit, Colima y Jalisco,

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