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pero en el mismo sentido exactamente que forma parte de un manto o de una túnica su borde, orla o franja: limbus en latín o lembo en italiano. Es la zona indolora del reino doloroso. Pertenece al infierno por la exclusión común de la visión beatífica, pero sin otro tormento que el de la tristeza por esta proscripción; sin otro llanto que el de los suspiros: non avea pianto mai che di sospiri”.2

      Este pequeño fragmento de la cosmovisión dantesca de La Divina Comedia, debió excitar significativamente la imaginación del arquitecto Jacobo Gálvez y de su discípulo Gerardo Suárez, para concebir la decoración de la imponente bóveda central del Teatro Degollado de Guadalajara.

      Y así, empezaron frenéticamente a surgir ya no en el borde del infierno, sino en una bóveda dorada que se asemeja más al paraíso: los filósofos griegos y romanos Diógenes, Aristóteles, Cicerón, Séneca; los poetas Homero, Eneas, Lucano, Ovidio Nasón; las heroínas Hera, Camila, Electra, Safo, Julia, Lucrecia. Y entre otros Orfeo, hijo de la ninfa Calíope y del rey tracio Eagro que no deja de tañer su lira regalo de Apolo, estremeciendo la naturaleza con árboles y rocas que cambiaban de lugar para seguir su música y con leones que amansaban su ferocidad por la dulzura de sus notas.

      II

      Esta cátedra plástica de cultura humanista, felizmente el 12 de octubre de 1925 se encontró sensorialmente al alcance de todos los estudiantes, maestros, padres de familia y autoridades, que ese día tuvieron el privilegio de participar en la inauguración de la nueva Universidad de Guadalajara.

      A pesar de la grandeza del acontecimiento, la elección del lugar para realizarse fue un hecho meramente fortuito… Era lunes y se tenía previsto celebrar la solemne ceremonia en el patio de la antigua Real Universidad, pero caía una pertinaz lluvia que la hizo trasladar al recinto del Teatro Degollado.

      En 1925 el Teatro aún no tenía la majestuosidad que hoy le conocemos, tras la reconceptualización e intervención del arquitecto Ignacio Díaz Morales. Era más bien un recinto modesto, con fuertes problemas estructurales que se había reacondicionado para los festejos del centenario de la Independencia.

       Aurelio Aceves Peña. Nacido en Zapotlanejo, Jalisco en 1887. Egresado de la Escuela Libre de Ingenieros de Guadalajara. Fue director de la Facultad de Ingeniería, y construyó los Arcos de la avenida Vallarta y la cúpula del edificio de la Rectoría.

       José María Arreola Mendoza. Nació en Zapotlán el Grande, Jalisco, en 1870. Hizo sus estudios en el Seminario Conciliar de Guadalajara y fue ordenado sacerdote en 1893, distinguiéndose como científico, arqueólogo, paleógrafo y maestro.

       Agustín Basave del Castillo Negrete. Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1886. En la Universidad de Harvard estudió arquitectura y fue un prestigiado profesor de Literatura. Dirigió la Escuela Preparatoria de Jalisco y recibió las Palmas Académicas de Francia.

       José Ignacio Calderón Bonilla. En Guadalajara, Jalisco, nació en 1886. Estudió Comercio en California y destacó en los deportes y en la gimnasia, luego cursó la licenciatura en Derecho. Fue director de la Escuela Preparatoria de Jalisco y de la Facultad de Comercio, y secretario general de la Universidad.

       Juan Campos Kunhardt. Nacido en Guadalajara, Jalisco, en 1878. Estudió en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco y en la Escuela de Medicina de Guadalajara, donde en 1901 recibió su título de médico, cirujano y partero. Fue catedrático y director de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad de Guadalajara de 1929 a 1930.

       Severo Díaz Galindo. Nació en Sayula, Jalisco, en 1876. En el Seminario Conciliar de Guadalajara cursó los estudios eclesiásticos y fue ordenado sacerdote en 1900. Se distinguió como científico y catedrático de Química y Física. Fue el director fundador del Instituto de Meteorología y Astronomía y autor de un gran número de tratados y ensayos.

       Adrián Puga Gómez. Nació en Cocula, Jalisco, en 1858. Sus estudios los realizó en la Escuela de Medicina y Farmacia de Guadalajara. Se significó como científico y profesor de Química y fue el primer director de la Escuela de Farmacia de la Universidad.

       Irene Robledo García. Originaria de Jocotepec, Jalisco, nacida en 1890. Fue profesora normalista, enfermera, homeópata y trabajadora social. Dirigió varias veces la Escuela Normal y la Escuela Preparatoria para Señoritas y fundó la Facultad de Trabajo Social.

       Ignacio Villalobos Jiménez. Nació en Guadalajara, Jalisco, en 1895. Fue estudiante del Instituto San José de los jesuitas y de la Escuela de Jurisprudencia de Guadalajara. De 1924 a 1932 dirigió la Facultad de Derecho, escribió un tratado de derecho penal y pasó a residir a la ciudad de México, donde impartió la cátedra de Derecho Penal en la Universidad Nacional Autónoma de México.

       Catalina Vizcaíno Reyes. Originaria de Tizapán el Alto, Jalisco, donde nació en 1885. Fue profesora normalista y dirigió la Facultad de Comercio de la Universidad de Guadalajara.

      También debió cruzar ese día el pórtico cochera el ingeniero Juan Salvador Agraz Ramírez de Prado, quien el 5 de enero de 1924 presentó, en la feria de la ciudad de Guadalajara, el “Proyecto de fundación de la Universidad Nacional de Guadalajara”, pero al disentir de los criterios políticos del gobernador José Guadalupe Zuno abandonó las sesiones de la Comisión Organizadora y pasó a residir a la ciudad de México, donde fundó la Escuela Nacional de Ciencias Químicas de la UNAM y fue el primer presidente del Instituto Mexicano del Petróleo.

       El ingeniero Agraz nació en Tecolotlán, Jalisco, en 1881. Estudió en el Liceo de Varones, hizo sus estudios profesionales en París, Francia, y se doctoró en Química en la Universidad de Leipzig, Alemania.

      Pero ahora la atención se centra en el arribo al Teatro de los principales protagonistas de la histórica jornada:

       José Guadalupe Zuno Hernández, quien nació en la Hacienda de San Agustín, municipio de La Barca, Jalisco, en 1891. Estudió en el Liceo de Varones y en la Academia de San Carlos, y años más tarde cursó la licenciatura en la Facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, donde en ١٩٣١ recibió su título de abogado. Y en 1925 tomó la trascendental decisión de abrir nuevamente la Universidad de Guadalajara según los postulados de la Revolución Mexicana.

       Enrique Díaz de León. Nació en Cerrito de Dolores, municipio de Pinos, Zacatecas, en 1890. Estudió en el Liceo de Varones del Estado, fue profesor de Literatura, poeta, diputado estatal y federal y en ese momento funge como flamante rector de la Universidad de Guadalajara.

      Ellos acompañan al Secretario de Educación Pública José Manuel Puig Casauranc, quien representa al presidente de la República Plutarco Elías Calles. También se hacen presentes las universidades madrinas de la nueva Universidad, a través de sus delegados: el rector de la Universidad Nacional de México Alfonso Pruneda, el cónsul de Francia Félix Teller por la Universidad Sorbona de París e Idella Purnell por la Universidad de California. Y al no poder enviar oportunamente un representante la Universidad de Salamanca, se le pidió al gobernador Zuno que él mismo asumiera el honor.

      No bien se avizoraron las autoridades en el palco de honor, cuando estalló un fuerte aplauso de los presentes puestos de pie, mientras la Banda de la Gendarmería interpretaba una obertura.

      Y entonces

      En el momento culminante del discurso, emotivamente se dirigió a los estudiantes:

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