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qué tipo de cuestión queremos hacer dialogar entre bioética y filosofía ricœuriana. Es decir, vamos a explicitar en qué estado del desarrollo de la bioética nos insertamos, y cuál es el objetivo que procuramos al leer a un autor que no tuvo un desempeño focalizado en esta problemática.

      No obstante, adelantemos que Ricœur sí dedicó algunos párrafos a la bioética, con una comprensión de la misma propia de su contexto. Nosotros, al situarnos en una realidad bastante distinta, vemos en los textos de este prolífico y amplio pensador del siglo XX, elementos que iluminan de manera radical y novedosa la defensa de cierta comprensión del ser humano, capaz de revitalizar la bioética ante los desafíos que actualmente debe afrontar en nuestro continente. Uno de los temas básicos que nos preocupan es la defensa del carácter personal del sujeto, pero entendido sin prejuicios metafísicos y desde el rescate de su condición esencialmente encarnada, material, y por ello histórica e intersubjetiva.

      2- Nos referimos a Soi-Même comme un autre (SA, 1990), y a los artículos referidos a la ética del juicio y la acción médica, compilados en Le juste 2 (J 2, 2001). En español, Sí mismo como otro (1996), y Lo Justo 2 (2008).

      3- RICŒUR, P. (1986). Du texte à l’action. Essais d’herméneutique II. Paris: Éd. Du Seuil. En español: Del texto a la acción (2006), “¿Qué es un texto?”, pp. 127-148. Bs. As.: Fondo de Cultura Económica.

      4- Entrevista de H. Pavon con François Dosse: “Ricœur: la vida tiene sus sentidos”. Revista Ñ. Sección Ideas. Disponible en http://www.clarin.com/rn/ideas/Paul-Ricœur-biografia-Francois-Dosse_0_955104493.html. Publicado el lunes 15 de julio de 2013. Recuperado el 28 de octubre de 2015.

      5- Al respecto HENRY, M. (1996). La Barbarie. Madrid: Caparrós.

      6- En general, al referirnos a la perspectiva ‘moderna’ estaremos dando por supuesta su versión triunfante al final del siglo XX: el liberalismo capitalista patriarcal. No es que supongamos una síntesis mejor en el comunismo (su hijo no deseado), sino que vemos en él los mismos patrones en relación a cuerpo y naturaleza del modelo liberal-capitalista, aunque sin la fuerza de éste por no ser la versión hegemónica en nuestras tierras.

      7- CHRISTIE, D. (2013). The blue sapphire of the mind. New York: Oxford Univ. Press, pp. 17-24.

      8- En español La naturaleza y la norma: lo que nos hace pensar (2001). México: Fondo de Cultura Económica.

      9- Entendemos esta expresión en el sentido otorgado en Le conflit des interprétations, pág. 17, donde leemos: “le langage de l’aveu qui constitue la symbolique du mal…” (itálicas del original). Alli se propone que tal lenguaje declaratorio o confesional de los valores que motivan y orientan al sujeto, representa una expresión simbólica que manifiesta, al mismo tiempo que oculta, el horizonte de significación que procura representar el hablante. El análisis de estas expresiones simbólicas fueron prontamente focalizadas por Ricœur como eje de su comprensión del sujeto en búsqueda de sentido.

      10- RICŒUR, P. (1940). “L’attention. tude phénomenologique de l’atention et de ses connexions philosophiques” en Bulletin du Cercle philosophique de l’Ouest 4, enero-marzo, pp. 1-28.

      11- Recordemos que para Marcel, por ejemplo, debe distinguirse entre: a) una reflexión primera, que corresponde a la creación de conceptos y juicios de valor que son los que nos dan la representación habitual del mundo; y b) una reflexión segunda que revela nuestras distorsiones del mundo y los límites de nuestras representaciones de la experiencia. Esta segunda instancia genera un saber más auténtico e inmediato, dado que nos impulsa a reconocer lo que estamos siendo.

      12- MARCEL, G. (1927). “Etre et Avoir”. En Journal Métaphysique, pp. 145-146.

      13- VELASCO, R. (2012). “Prólogo” a Hybris. Estudios interdisciplinarios sobre ambiente y producción de alimentos. Córdoba: EDUCC.

      El rol que este espacio transdisciplinario llamado ‘bioética’ ha pasado a desempeñar en los equipos científicos y de gestión sanitaria es sumamente significativo con respecto al planteo expresado renglones arriba. Puede decirse que se trata de un acertado intento de respuesta que, desde sus recientes orígenes, ha generado un sinnúmero de avances en materia de códigos, protocolos y normativas que cooperan a salvaguardar la vida de los maltratos y abusos más aberrantes vividos en el siglo XX. En ese marco, temas como la muerte y la sexualidad han cobrado otra visibilidad. De hecho, hay cuestiones que ya son clásicas en la bioética mundial: eutanasia, eugenesia, investigación y experimentación en humanos y animales, etc. Pero otros apenas comienzan a despuntar como escenarios de producción teórica, como por ejemplo los problemas del modelo de urbanización y desarrollo, las cuestiones de salud vinculadas a la alimentación, y ésta vinculada a su vez a un modelo de producción. Lo mismo ocurre con un sinnúmero de planteos derivados de la vida cotidiana de las mayorías poblacionales y de los grupos más vulnerables en materia sanitaria o social.

      Si consideramos los textos de Van Potter como fundacionales para este espacio (seguidamente ofreceremos un breve desarrollo al respecto), debemos decir que las primeras líneas dedicadas a presentar su preocupación, pusieron de manifiesto el objetivo general de esta empresa teórica:

      Indudablemente, hablar de ‘dos culturas’ parece algo extremado, pero si visualizamos los argumentos desde los cuales hoy se procura esgrimir la defensa y el ataque en torno a los conflictos por los modelos de desarrollo actualmente en pugna, es lamentable que debamos darle a este texto más razón hoy que en los ’70. La bioética procura establecer puntos de diálogo que tengan como clave de verificación la sustentabilidad de un sistema que no puede juzgarse sólo como ecosistema para la vida biológica de las diferentes especies, sino también en tanto ambiente de una especie singularmente constituida por su capacidad de razonar, de poner en palabras la existencia, de simbolizarla. Y es aquí donde el aporte de Ricœur resulta muy pertinente, pues anticipándose a Potter postuló que el carácter de la existencia, incluso el del cuerpo en particular, es simbólico. No es un mero dato biológico. Por ello es tan inalienable su carácter material (carnal) como su carácter personal (un ser que deviene sujeto, para sí mismo y para sus semejantes, con quienes se comprende animal de palabra y, por ende, animal de símbolo). Esta paradoja existencial

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