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preeminencia de ciertos significados presentes en la tesis inicial de Ricœur.

      Todo el trabajo esta precedido por un breve estudio sobre la evolución de la bioética (Capítulo 1) y algunos de los desafíos actuales que le dan sentido a esta investigación, en búsqueda de fundar en bases filosóficas firmes el discernimiento de una bioética ambiental capaz de abrigar las esperanzas de amplios sectores de la población cuyos derechos son vulnerados con frecuencia y de manera sistemática.

      Procuraremos mostrar que el tema del cuerpo y la naturaleza están entrelazados con la preocupación por nuestra forma de conducirnos cotidianamente, en la que en gran medida es posible verificar una desatención a las necesidades elementales y una relación harto instrumental con los medios que las satisfacen y que dan sustento a nuestra existencia. Nuestro presupuesto es que dicha desatención es ideológica y generada intencionalmente por un esquema de pensamiento que proviene del proyecto civilizatorio llamado “Modernidad”. Consideramos que si bien y por un lado ella nos aportó enormes beneficios (avances de la ciencia, la industria, en la calidad de vida de amplios sectores, en comunicación, salud, transporte, etc.), por otro lado ha cooperado a reducir nuestra autocomprensión a una mente que apenas posee un cuerpo a la manera de transporte, y que no ‘es’ parte de este ecosistema planetario sino que ‘está’ ocasionalmente aquí, con permiso para explotar todo cuanto le apetezca a su voracidad de desarrollo infinito.

      El problema es que no todas las personas tienen el mismo grado de autonomía y responsabilidad. Y que por lo tanto hay quienes se benefician de este desarraigo, y quienes se ven profundamente perjudicados. Por ende, consideramos menester comprender el problema de la relación con el cuerpo como correlativo del vínculo conflictivo con la naturaleza. Como también es menester comprender que dicho vínculo está mediado por un sistema educativo que en lo referente a la sensibilidad corporal, lejos de cultivarla y formarla, lo que hace es adormecer la capacidad de identificar la violencia, la malversación y la arrogancia con las que algunos pisotean simultáneamente tanto los derechos de la Madre Tierra como los de los cuerpos sufrientes de las víctimas de tal injusticia ambiental.

      En segundo lugar plantearemos cómo esta problemática debe ser abordada por un esquema epistémico distinto al habitual, en el que el misterio de la vida y el valor de la vocación trascendente del ser humano sean considerados parte de los vectores que guíen tanto a las ciencias sociales como a las naturales, tecnológicas o comunicacionales. Para Ricœur ello representó una profunda valoración de la paradoja en su teoría del conocimiento, aspecto que consideramos básico para la comprensión de su manera de ejercitar la dialéctica entre cuerpo y naturaleza (Capítulo 2).

      Seguidamente analizaremos la comprensión, el uso y las implicancias que presentan ambos conceptos en la tesis doctoral de nuestro autor, realizando un recorrido lineal por dicha obra (Capítulo 3). Encontraremos allí un cúmulo de ideas muy fértiles para entender no sólo la relación entre lo involuntario y lo voluntario (tema de la obra), sino también el vínculo entre una libertad situada en una naturaleza posibilitante, ambas en tensión dialógica. Por ello leemos en perspectiva eco-lógica la dimensión del consentimiento a los límites de nuestra encarnación radical. Y aun a riesgo de presentar un planteamiento algo intrincado, nos aventuramos a fundar en este texto programático de Ricœur las bases de una bioética fundamental de carácter material y personal, siempre atenta a la sabiduría ancestral que la vida en el planeta ha manifestado durante miles de años de evolución.

      Pero como nuestra identidad de especie no es simplemente un esquema orgánico que pueda reducirse a la etología de nuestra singular biología, entendemos que es indispensable darle además a esta bioética un talante personal que no olvide las dimensiones constitutivas de nuestra identidad humana: somos animales de palabra y animales políticos, sistema inteligente y finito; pero animales maravillosamente conscientes de dicha finitud y abiertos por ello a nuestra trascendencia. Queremos entonces enriquecer las ideas extractadas en el Capítulo 3 con el concepto de persona como elemento que exterioriza la síntesis corporal, en diálogo con las dimensiones de la naturaleza y la trascendencia (Capítulo 4). Si bien la obra de Ricœur desarrolló el tema de la identidad personal del sujeto en obras anteriores a 1990, creemos que es recién en SA donde mejor se evidencia la complejidad del carácter personal del sí, tanto por sus consecuencias políticas como por su anclaje en una ontología no metafísica. Lo cual, como no es difícil de comprender, representa todo un desafío para ciertas corrientes de la bioética actual.

      Finalizaremos (Capítulo 5) vinculando algunos de los resultados obtenidos con las posibles repercusiones que estas concepciones ofrecen para un replanteo bioético de la idea de persona, y con otras consideraciones temáticas que hoy parecen forzadas en la bioética clásica: la relación con la naturaleza; una concepción de la vida como archivalor fundante de una ética ambiental; la cuestión económica y la concepción del ser humano desde una antropología esperanzada para con su responsabilidad histórica, tanto a nivel personal como social.

      La explicación es complementada por la interpretación, que consiste en el acto por el cual un sujeto logra apropiarse del texto, es decir, comprenderse mejor a sí mismo, o hacerlo de otra manera; o inclusive, empezar a comprenderse, a la luz del texto propuesto por el autor. Significa que el cortocircuito de la comprensión inmediata de un sujeto, logra enmendarse por la mediación del texto que abre un camino hacia el sentido de una vida signada por la palabra y el símbolo. Palabra y símbolo son ventanas abiertas al sentido, a través de las cuales el sí mismo habrá de asomarse a un sentido trascendente de su vida. En la hermenéutica reflexiva que propone Ricœur, la constitución del sí y la del sentido son absolutamente sincrónicas o contemporáneas (DTA, 2006: 141).

      Por ello, un ‘texto’ es definido como una obra que solo llega a su plenitud cuando su autor ha desaparecido, dado que el mensaje queda liberado de los meros intereses de quien lo ha escrito para abrirse de manera polisémica a las nuevas posibilidades que su lectura ofrece desde otras perspectivas. Pero más precisamente aun, Ricœur establece la tarea interpretativa como la construcción de ese arco o puente dentro de cuya estructura se integran la explicación y la comprensión en una misma y única aventura de “recuperación del sentido”. La complementariedad entre ambas acciones radica en que la explicación ofrece, por vía del análisis estructural, una llegada hacia la semántica profunda, desde la cual la interpretación se encamina hacia la apropiación del sentido del texto, como último pilar del puente, donde el lector funda el arco hermenéutico en el suelo de lo vivido. Ello le permite pasar de la comprensión del texto a la comprensión de sí mismo.

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