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discusión sobre el método. Tras esta primera gran incursión comprobamos cómo el trabajo profundiza en la cuestión antropológica. Una bioética (una ética, una política, etc.) quedaría cercenada sin considerar la dimensión personal (del sujeto), y a la vez, y en estrecha relación con ella, profundizando y prolongando la cuestión bioética, entronca el autor con la dimensión ontológica; la idea de “persona” que fundamenta la (bio)-ética no tiene sentido sin esa referencia a la “naturaleza”. Sólo así queda configurada una bioética fundamental.

      Esta estructura y este conjunto de capítulos marca la pretensión básica de Juan Carlos Stauber: presentarnos el armazón de lo que sería una bioética fundamental. En ella encontraríamos la necesaria dimensión metodológica, y la referencia a la fundamentación antropológica y ontológica. Probablemente sea Paul Ricœur de los pocos que nos permiten semejante articulación bioética.

      Hay muchos modos de hacer bioética, pero no todos son iguales, y no todos tienen los mismos presupuestos, alcance, y, sobre todo, rendimiento. Quisiera dejar planteada una cuestión que sin lugar a dudas abordaremos en otro momento y es la referida al “apellido” que podemos dar a nuestra bioética. No dudamos en apellidar a nuestra bioética “europea”, “mediterránea”, frente a la bioética “americana”, tenida como básica y de referencia, o abogar como Juan Carlos Stauber, y no sin razón, por una bioética “latinoamericana”. Creo que se trata de enfoques o de perspectivas que nuestros mundos diferentes y perspectivas diferentes proyectan a una práctica común definida así entre todos y por todos. Es decir, no creo que se pueda presentar la bioética latinoamericana (o europea, etc.) como un complemento a “la” bioética, o como otra forma de hacer bioética; estas aportaciones definen a la bioética como tal. “Nosotros” (defínase como se considere oportuno) no completamos, no aportamos, sino que configuramos y constituimos. Otra cosa es que tradicionalmente se haya definido la bioética de una cierta manera y que para corregir esa definición utilicemos estas denominaciones. No me parece mal, pero convendría no incidir excesivamente en la reivindicación, pues corremos el riesgo —considero— de ser contraproducente e ir en contra de nuestra intención. En resumen, hay una bioética latinoamericana, es decir, hay un modo latinoamericano de hacer bioética, que no es que sea esencial para Latinoamérica, sino para la bioética. Volveremos a ello en alguna otra ocasión.

      Y tampoco debemos olvidar, como nos recuerdan Ricœur y Juan Carlos Stauber, que la persona o lo personal —por hablar de esta manera— (y de manera análoga cualquier cuestión que planteemos), se mueve necesariamente en una pluralidad de niveles que debemos atender adecuadamente: un nivel mono-lógico (aludo con esta expresión tanto al polo “yo”, mío, casi egoísta, y también a un modo de pensar estratégico, interesado, etc.), un nivel dia-lógico (donde debemos tener en cuenta al otro, otro yo, un tú, otro discurso, y quizás también otra lógica) y, en tercer lugar, eco-lógico (donde nuestro referente va más allá del yo-tu, y pasa a ser el él, incluida en esta referencia la propia naturaleza, de alguna manera incorporada; y también con un modo de racionalidad también distinto). Esta tríada, tan bien analizada y descrita por Ricœur, y tan bien recogida y desarrollada por Juan Carlos Stauber, nos permite pensar con nuevos bríos y nuevas perspectivas nuestro lugar en el mundo, como un lugar no sólo de contemplación sino también de acción y de liberación.

      Siempre un libro es una invitación. ¿A qué nos invita este libro? Nos invita a entrar en la bioética de Ricœur, en un pensamiento que nos ayuda a pensar más (de otra manera) y vivir (quizás también de otra manera). ¿A qué os invita Ricœur, en su filosofía, en su hermenéutica, en su fenomenología? A seguir pensando y trabajando, a seguir leyendo, escribiendo y transformando, a seguir siendo nosotros con los otros; en definitiva, a reconocernos reconociendo, es decir, a agradecer. Tenemos un libro entre manos como acción de gracias, que nos invita a agradecer una acción que busca sentido y orientación. La tarea está abierta y aún queda mucho por pensar y vivir. Gracias por la acción, gracias por la pasión.

      Dr. Tomás Domingo Moratalla

      Madrid, otoño 2017

      El presente trabajo se sitúa en el campo más bien amplio de la bioética, aunque en un contexto particular como es el de nuestro continente latinoamericano. Al acometer la tarea, nos anima no sólo el deseo de encontrar nuevos fundamentos teóricos a los debates clásicos inherentes a la bioética (eutanasia y eugenesia, manipulación genética, investigación en seres vivos, etc.), sino también la intención de fortalecer las reflexiones que desde una perspectiva interdisciplinaria se alzan para proteger, orientar y legitimar el valor inalienable de la persona humana en relación con su medio ambiente. Y esto, desde un enfoque fuertemente encarnado en nuestra dimensión histórica y material.

      El carácter y los desafíos de la bioética en América Latina serán abordados en las conclusiones de este trabajo. Como hipótesis inicial partimos de la perspectiva fenomenológico-hermenéutica de Paul Ricœur, que habrá de servir de suelo fecundo para los seminales discernimientos interdisciplinarios que abriga la reflexión sobre cuestiones de bioética en nuestro continente.

      El gran filósofo francés nos ha estimulado hondamente a pensar nuestro devenir en la historia desde el arraigo vital de la carne y subrayando el carácter personal del sujeto responsable. Pero nos ha estimulado también a entender ese devenir como algo orientado siempre hacia el encuentro con la alteridad, tras la cual resplandece el horizonte huidizo de una utópica reconciliación definitiva.

      A pesar de esta singular perspectiva, llama la atención que la producción esencialmente fenomenológica de este autor no haya sido la preferencia de los estudiosos que en nuestras tierras abrevaron en las aguas de su reflexión. Por lo general, Paul Ricœur es conocido y valorado por sus aportes hermenéuticos y narrativos. En cambio, sus primeros trabajos de claro encuadre fenomenológico, son poco referidos o ni siquiera han sido traducidos al español. He allí una primera dificultad que trataremos de transformar en oportunidad para dar originalidad a nuestra investigación.

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