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      VICTORIA DE BATTEMBERG

      Mujer de fresa y nieve y terciopelo,

       Suave como los besos de las brisas,

       En cuyos ojos el azul del cielo

       Es una flor de luz rota en sonrisas;

       Hada dormida en pálido y sonoro

       Ensueño ideal de amores y sigilos,

       Cuyos cabellos de fragante oro

       perfumaron a un rey entre sus hilos;

       Reina gentil de aroma y maravillas

       A quien un pueblo puesto de rodillas

       Como a custodia de su fé venera.

       No de Isabel la sangre esplendorosa

       Va en tus venas. ¡Pero eres una rosa

       Que lleva España abierta en su bandera!

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      BANDERA ESPAÑOLA

      No hubo rincón en el mundo en que no ondearas,

       Izada por la gloria de una hazaña;

       No hubo ciudad ni yermo en que no hablaras,

       Con tu oro y con tu púrpura, de España.

       Y siempre en lo alto del ideal que enfloras,

       Y del amor divino que sustentas,

       Te besaron sonriendo las auroras,

       Y te escupieron su ira las tormentas.

       Pero aún flameas bajo el sol intacta,

       Y la gloria que aun contigo pacta

       Alza hacia ti su corazón desnudo.

       Te reserva más cumbres y más cielo;

       Cumbres de amor y honor para tu vuelo;

       Cielos de egregia luz para tu escudo!

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      El alma del poeta filipino

       Se detiene en la aurora del camino

       Y llama con sus alas a tu puerta

       ¡Es la hora en que el amor abre sus galas

       Si has oido los golpes de mis alas,

       Señora de mis cánticos, despierta!

       Crisol de veinte estados castellanos,

       Reina que sostuviste con tus manos

       De dos Mundos la esfera estremecida,

       Y rasgaste en pedazos tu bandera

       Porque la enseña de esos pueblos fuera

       Girón de tu alma, soplo de tu vida!

       ¡Vieja y noble leona castellana!

       Tuya será la norma del mañana,

       Como es hoy, por la gloria de tus hechos.

       ¡Te lo rujen unidos los cachorros

       Que se amamantaron con los chorros

       De las divinas fuentes de tus pechos!

       Te lo dice esta fiesta de la Raza,

       Rosal de luz que en rosas se te enlaza;

       Y de onda a onda, en rebrincar mirífico

       Te lo clama vibrando en aureo cántico,

       Cristóforo Colombo en el Atlántico,

       Y Hernán de Magalhaes en el Pacífico.

       Tu eres la amada que jamás se olvida,

       La labradora, de ilusión vestida,

       Que hace de eriales, cármenes fecundos,

       Y si ante el Cid, Castilla no se ensancha,

       En cambio Don Quijote de la Mancha

       Tiene por lanza el cetro de los mundos.

       ¿Qué te importa que en tierras del Oriente

       Coronaran de abrojos la tu frente?

       ¿Qué, el que las Américas en coro

       Se desprendieran todas de tus brazos?

       «Un anillo de oro hecho pedazos,

       Ya no es anillo, pero siempre es oro!»

       Y nos queda el amor. ¡Lo que no muere!

       Lo que es igual cuando nos besa o hiere!

       ¡Rosa inmortal rodeada de espinas!

       El santo amor que te empujó quimérica

       A vender tu corona por América,

       Y a abrirte el corazón por Filipinas.

       Alza la frente que abatió la pena;

       Sacude el huracán de tu melena;

       Llene el viento el clangor de tus rugidos...

       Despierta, hermosa leona castellana,

       Que tus huestes tocando están a diana,

       Con los aceros hacia a tí rendidos.

       Restallan bajo el sol tus estandartes,

       Dice España el amor por todas partes,

       Las almas beben cuanto tú interpretas,

       Y por cumbres, collados y senderos,

       Se une al himno triunfal de los guerreros,

       La divina canción de los poetas.

       Por igual en las pampas argentinas

       Que en nuestras sementeras filipinas,

       La espiga de oro que en el sol se baña

       Y la flor que perfuma estremecida,

       Flor que es el alma, espiga que es la vida,

       Son vida y alma tuyas, madre España...

       ¡Madre, sí, más que reina, más que dueña,

       Madre de Guatemoc cuando te sueña,

       Y de Kalipulako si te hiere!

       ¡Madre que todo lo ama y lo perdona!

       ¿Qué labio ruin tu gloria no pregona?

       ¿Qué pecho es el traidor que no te quiere?

       ¡Oh, España! ¡Porque en tu alma nos enlazas,

       Que te troven su amor todas las razas!

       ¡Y pues sus grandes gestas altaneras

       Creó el mundo al calor de tus leones,

       Que te echen flores todas las naciones,

       Y que te besen todas las banderas!

       El eco de tu mágico renombre

       Que de hemisferio en hemisferio vuela,

       Es el atril divino de tu Historia....

       ¡Llenas están las tierras de tu nombre!

       ¡Llenos están los mares de tu estela!

       ¡Llenos están los cielos de tu gloria!

      Octubre, 1921.

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