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de apertura.

      §

      Como dos serpientes atadas, así es el signo de párrafo, que antes se usaba muchísimo en los libros impresos para indicar el número de un capítulo o de un párrafo. Se ponía este signo, un punto, espacio y número, así: §. XX. Ahora lo usamos poco, solo para remitir dentro de un escrito a un subapartado (por ejemplo, véase § 2), pero ¿por qué no resucitarlo en nuestro sistema gráfico personal?

      ¶

      ¿Le suena al lector este signo? Se llama calderón y se empleaba en los manuscritos medievales para indicar pausa larga, normalmente tintándose en color diferente al resto del texto. Hoy nos es familiar gracias a que, como dice la RAE, «se ha recuperado su figura en las aplicaciones informáticas de procesamiento de texto más habituales». Pero eso lo dejamos para la historia de la informática, ámbito en el que verdaderamente se me traba la lengua.

      Las abreviaturas y el origen de la ñ

      La pregunta es: ¿Abreviar al scribir? ¿Y q el txto rsultnt qde + o – así? ¿Q os parece leer 1 capítlo d st libro n q s pierdan unas quâtas letras? Algunos dirían:

       ¡No se puede!

       ¡Abreviar palabras es el enemigo!

       ¡En mis tiempos esto no pasaba!

       ¡Pido antorchas!

      Pero lo cierto es que en la escritura antigua se abreviaba muchísimo: formas de tratamiento (vuestra merced abreviado en V.M.), nasales (con un signo abreviativo sobre la vocal: cātaba era cantaba) o palabras como que, para, señor, perdido, tierra, cristiano, persona, iglesia... Todas eran comunes en su versión pequeña, llenas de curvas superiores que significaban que faltaba algo, que había que restituir letras.

      Precisamente de esa tendencia a abreviar salió la letra ñ, que hoy se tiene por símbolo de la lengua española. El sonido de la ñ no existe en latín, se creó en los romances desde secuencias que tenían en latín NN, NI, o GN; ese sonido también se creó en catalán, que lo escribe con ny, en portugués nh o gn en francés. Como hemos dicho antes, con una lineta sobre una letra se añadía una consonante n. De esta forma, las abundantes palabras del latín que tenían NN se abreviaban en los manuscritos medievales como ñ. Por ejemplo, la CANNA latina se escribía como caña en castellano.

      Observe el lector en la imagen que abre este capítulo una placa antigua de la «CALLE DEL LABADERO DE LA CHARIDAD»; en ella hay algunas vocales que faltan, y eso aun siendo un signo público hecho para ser leído y entendido por todos los que supiesen leer. Antes, en documentación manuscrita muy cuidada, en impresos, tanto en los de ámbito privado como también en aquellos destinados a circular, se daban estos fenómenos, y no solo por la carestía de la tinta, el menor esfuerzo al escribir o el deseo de que una palabra cupiese en la línea. Existía una rutina gráfica y lectora habituada al uso de abreviaturas; es más, incluso había marcas de abreviación que no significaban abreviatura alguna, eran meros exornos gráficos asociados a una palabra.

      Esto de las abreviaturas técnicamente es conocido como braquigrafía y había tradiciones de escritura que insistían en prácticas braquigráficas que otras tradiciones solían escribir como desarrolladas. Por eso, quienes trabajan con textos antiguos y se ocupan de transcribirlos para que el lector actual los conozca deben enfrentarse al problema de cómo desarrollar las abreviaturas de su fuente.

      ¿Podemos abreviar hoy? Sí en el móvil o al escribir rápidamente los apuntes. Pero no se puede (o no se debe) en los trabajos escritos ni en el correo formal, porque la rutina gráfica actual asocia la abreviatura a un registro escrito de inmediatez y poca elaboración. Escribir para otro abreviando no es hoy señal de escritura cuidada.

      Lo curioso es que en un país donde nos castigamos continuamente por ser derrochadores, hemos construido el icono de la marca España a partir, justamente, de una abreviatura, la de la ñ.

      Pon tilde, que es gratis

      La costumbre de usar tildes para marcar el acento despegó para el español en el siglo XVI. El latín no usaba tales signos pero el griego sí, al menos desde el siglo III a.C. Por eso se cree que fue la entrada de nuevos textos griegos en el siglo XV, sobre todo en Italia, la que puso de nuevo en circulación en Europa este hábito ortográfico. Primero en Italia, luego en Francia y después en España se extendieron por impresos y manuscritos esas rayas sobre las palabras.

      En los siglos XVI y XVII encontramos tildes en la escritura, pero no de forma sistemática ni usadas como hoy. Ese pequeño signo (que los clásicos llamaban apex, Valdés en el XVI rayuela, y muchos de nosotros simplemente acento) fue regulado en España por la Academia a partir del siglo XVIII.

      Antes se usaban los acentos circunflejos (^), graves (`) y agudos (´) pero en el XVIII se perdieron o cambiaron sus formas de uso poco a poco. Eche un vistazo el lector a nuestro particular examen histórico del acento...

      EL ACÉNTO

      El acento se extiende en español sobre todo a partir del siglo XVIII con las obras de la Real Academia Española, y desde entonces se ha ido regulando su empleo. Si en sus primeras épocas de uso se aplica a la sílaba tónica de cualquier palabra (accénto, tenór están en el primer diccionario de la RAE), posteriormente la clave de las normas que lo regularán estará en tratar de usar este signo distintivo el menor número posible de veces. Por eso, las palabras llanas acabadas en vocal, n o s, que son las más comunes del español, no lo llevan. Y sí, en cambio, las esdrújulas, que son más infrecuentes.

      À

      El acento grave, que hoy no existe en español, pero sí en francés, fue en los siglos XVI y XVII muy empleado, incluso más que el agudo, porque por su orientación de izquierda a derecha no corría el riesgo de confundirse con las abundantes marcas de abreviaturas (en forma de linetas o comas similares a la tilde) que se usaban en los manuscritos. La RAE lo usó en su primera obra, el Diccionario de Autoridades, para monosílabos con una sola vocal (à, ò, ù) pero en 1741 lo eliminó.

      EXÂMEN

      El acento circunflejo es la mar de exótico y los impresores lo llamaban capucha. La RAE lo recomendó en el siglo XVIII y hasta 1815 para separar valores fonéticos de una misma letra. O sea, se escribía exâmen con circunflejo para separar ese sonido /ks/ del que tenía la x en dixo (que sonaba entonces igual que nuestro dijo). También se aplicó para la ch, que podía ser el sonido palatal actual de noche o también podía equivaler a /k/ en châridad.

      Letras de cambio

      La ortografía cambia: nuestros antepasados escribían bever, passar, quanto, dixo, fué y alguna vez tuvieron que ver cómo sus conocimientos ortográficos se quedaban atrás ante las reformas que paulatinamente proponía la Real Academia y que se extienden mediante libros de textos escolares. Observe el lector...

      

La regulación de la escritura de b y v se dio en la primera obra que publicó la Academia, el Diccionario de Autoridades (1726-1739); en general se tendió a escribir b y v según el reparto del latín, aunque en castellano se pronunciaran de la misma forma ambas letras. De esta forma BIBERE> beber, ya lo explicamos en el capítulo titulado Be-ben...

      

Desde 1763 se eliminó la grafía de doble s (ss) en español. Esta grafía en la Edad Media indicaba un sonido distinto al de s simple, pero desde el siglo XVI la s y la ss sonaban igual. La Academia en sus obras primeras

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