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De mujeres y partos. Mª José Alemany Anchel
Читать онлайн.Название De mujeres y partos
Год выпуска 0
isbn 9788437099705
Автор произведения Mª José Alemany Anchel
Жанр Медицина
Издательство Bookwire
De todo lo dicho hasta ahora, es fácil concluir que se ha producido dentro de la teoría feminista una división en dos grandes bloques: uno es el feminismo de la diferencia, que defiende la idea de que existe una esencia femenina incuestionable e irreductible que hace diferentes a las mujeres. A este bloque se adscriben el feminismo cultural, y los ecofeminismos –clásico y ecologista–. También hay un feminismo psicoanalítico que ofrece fundamentos para que se busque una esencia femenina temprana, que existiría antes de la posterior construcción cultural de la identidad femenina. El segundo gran bloque es el feminismo de la igualdad, que se muestra convencido de que la feminidad y la masculinidad son construcciones culturales, por tanto no puede existir ninguna esencia ligada al cuerpo biológico, sino que ambos sexos pueden ser iguales en todos los aspectos de la vida que son socialmente construidos. En este segundo bloque se inscribe el feminismo psicoanalítico constructivista, que está convencido de que la identidad femenina se construye a partir de la experiencia vivida y a partir de los ideales y los mandatos culturales y sociales, que se inscriben en la subjetividad de cada mujer y de cada hombre.
Como venimos repitiendo a lo largo de esta exposición, las distintas corrientes filosóficas del siglo XX impactaron en todas las áreas de conocimiento. Bajo la influencia del estructuralismo y el postestructuralismo, antropólogas, psicoanalistas y filósofas feministas, a lo largo de los años setenta del pasado siglo, continúan su búsqueda de las razones de la opresión de las mujeres y el modo de desprenderse de ella. Para ello, analizan la estructura de las relaciones entre hombres y mujeres, utilizando el concepto de género a partir de la definición de identidad de género que se conocía a partir de las contribuciones de John Money, psicólogo sexólogo, y de Robert Stoller, psiquiatra y psicoanalista. Ambos trabajan en la clínica con personas hermafroditas, inter-sexos y transexuales y observan las discrepancias que pueden existir entre el sexo biológico y la identidad sexual. Money define la identidad de género, que puede ser diferente del sexo biológico y que la niña o el niño adquieren en edades tempranas a partir de la experiencia vivida en relación con su madre y su padre. Stoller define el género como todos los aspectos psicológicos, sociales y culturales de la feminidad y la masculinidad. Ambos utilizaron el marco psicoanalítico para el estudio de la construcción subjetiva de la identidad psicosexual, siguiendo la formación del inconsciente, diferente y separada de la biología (Velasco, 2009, p. 77).
Con la influencia del clima de revolución cultural en 1968 se estaba produciendo un fuerte debate entre dos posturas antagónicas por lo que respecta a la situación de las mujeres. Por un lado, el determinismo biológico del sexo, que afirmaba que la identidad sexual se asociaba de manera directa con la anatomía. Esta posición, respaldada fuertemente por las posiciones teóricas de la biomedicina, apoyaba la asociación tradicional entre determinadas características emocionales y los demás componentes de la identidad femenina, con la dedicación a las funciones maternales que, invariablemente, la excluían socialmente. En el otro lado del debate estaba el constructivismo que afirmaba que la identidad femenina o masculina se construye a partir de la experiencia vivida que permite incorporar a nuestra subjetividad determinados mandatos e ideales sociales que provienen de la cultura.
Así llegamos al feminismo estructuralista que desarrolla la antropóloga feminista Gayle Rubin, tras su relectura del marxismo y del psicoanálisis. Analizó el concepto de género desde una óptica feminista superando los planteamientos de Stoller e incorporando la relación de poder que subyace a la jerarquía que se establece en cuanto a los atributos que cada cultura asigna a una mujer, que solo por ello son desvalorizados, con respecto a los del varón. Rubin (1986, pp. 95-145) propone el sistema sexo-género donde aporta una explicación del porqué las mujeres quedan subordinadas en las relaciones entre los sexos. Entiende que el sistema patriarcal no justifica suficientemente la realidad, porque las relaciones de poder y la opresión hacia las mujeres se mantienen también en estructuras socioeconómicas ajenas a la familia, incluso en sociedades no capitalistas. Afirma que es el sistema sexo-género el que articula las relaciones entre los sexos, de manera que el sexo biológico es confundido con el género. Según la autora este sistema consta de tres elementos: el primero es la existencia de sexos biológicamente diferentes, el segundo elemento lo conforman las atribuciones y normas que cada cultura u organización social aplica a cada sexo y, el tercer elemento, lo explica a partir del paralelismo que encuentra entre los sistemas de parentesco postulados por Lévi Strauss y la estructura que establece la relación en el sistema entre los sexos y el género. Al atribuirle a la mujer papeles infravalorados, pasivos y dependientes, se da pie a que se articulen las relaciones de poder. Además considera que esas atribuciones y las normas de comportamiento que cada sociedad adscribe a mujeres y hombres son interiorizadas por las personas durante la construcción de la subjetividad, apoyándose en la teoría psicoanalítica. Destaca también por su argumentación de que la sexualidad es también un producto cultural, ya que la identidad de género de cualquier individuo se conforma durante la crianza y lleva implícita los deseos y las fantasías sexuales prescritos por la sociedad a cada persona según sea mujer o varón. En cuanto a sus aportaciones a las teorías y los conceptos de la salud, será la precursora del análisis de género como determinante psicosocial de la salud. Propone la utilización de la escucha para recabar el análisis de género que se desprende del discurso de pacientes, sean mujeres u hombres. Introduce el análisis de las continuas manifestaciones de las relaciones de poder médico, que discurren bajo los mismos parámetros que las relaciones de poder de género.
Dentro del feminismo comienzan a cuestionar la existencia de identidades fijas. Se hace evidente que no hay una sola identidad femenina que represente a la mujer universal. Con esta premisa empieza a trabajar el feminismo postestructuralista, reivindicando la salida de planteamientos binarios mujer/hombre, femenino/masculino, en la construcción de las identidades de cada persona, ya que hay que tener en cuenta muchos otros factores como la clase social, la etnia, el nivel cultural, la vivencia subjetiva o las distintas opciones sexuales. En esa línea se trabaja con el concepto de la deconstrucción que significa denostar cualquier generalización que impida reconocer la singularidad de cada individuo. Foucault se ocupó de investigar sobre los mecanismos de poder ejercidos por la sociedad que obligan a los sujetos a adscribirse a identidades fijas para no verse marginados o excluidos (Foucault, 2007)5. Dentro del feminismo postestructuralista o postmoderno destacan varias autoras por sus aportaciones. Desde la perspectiva esencialista tenemos a Hélène Cixous que utiliza en sus textos conceptos de feminidad que llevan a pensar en la inestabilidad de la identidad femenina. Los textos de esta escritora francesa han sido estudiados por Villar (2006), de la Universidad de Granada y concluye que uno de sus objetivos principales es desafiar el pensamiento androcéntrico y por extensión, su visión dualista y jerárquica de los géneros. Utiliza conceptos para visualizar la emancipación de la mujer, por ejemplo, sus estrategias sobre la bisexualidad, identidades lésbicas o mujeres “negras” y/o “pobres”, que son muy parecidas al sincretismo cultural que han defendido los pensadores más reputados de la teoría postcolonial. También coincide con esta teoría en interceder por un hibridismo y una fluidez que sobrepasan con frecuencia la hegemonía binaria/heterosexual establecida por las ideologías dominantes.
La segunda autora es una psicoanalista postlacaniana, Luce Irigaray, que aporta un pensamiento contributivo a la argumentación del feminismo de la diferencia. Reinterpreta las categorías fundamentales del psicoanálisis y de la filosofía tomando en consideración el inconsciente y el cuerpo femenino, así como el lazo de la mujer con la madre. En su obra Espéculo (Irigaray, 2007), propone la fundación de una teoría de la diferencia sexual a partir de una crítica a las tesis de Freud, afirmando que si la mujer se mira en un espéculo en vez de en un espejo, se dará cuenta de que no tiene un vacío, sino todo un interior por descubrir, una sexualidad rica y múltiple. Discrepa