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De mujeres y partos. Mª José Alemany Anchel
Читать онлайн.Название De mujeres y partos
Год выпуска 0
isbn 9788437099705
Автор произведения Mª José Alemany Anchel
Жанр Медицина
Издательство Bookwire
Como hemos comentado anteriormente, durante los años 70 del siglo XX aparecieron y se consolidaron varias de las corrientes feministas que en la actualidad siguen con plena vigencia. La siguiente tendencia de la que vamos a hablar es el Ecofeminismo que, manteniendo la clasificación aportada por (Puleo, 2002, pp. 36-39) en un artículo publicado en el 2002, a su vez, tiene tres vertientes. El Ecofeminismo clásico, donde feministas con conciencia ecológica retoman la identificación de las mujeres con la naturaleza procedente del patriarcado y también algunas ideas del esencialismo femenino de la corriente cultural, para afirmar que las mujeres, en función de su biología, poseen cualidades maternales para la conservación de la vida y para ejercitar la ética del cuidado, es decir, le darán la vuelta a los planteamientos, para reafirmar estas cualidades de las mujeres como garantes de la continuidad de la vida, en contra de la tendencia destructiva hacia el planeta propia de la cultura masculina que nos ha llevado a las guerras y a la contaminación de la Tierra. En cuanto a las aportaciones a la salud, de esta corriente deriva la tendencia del parto natural, donde la mujer debe seguir sus propios instintos, lejos de la intervención del sistema médico que con frecuencia dirige –sin necesidad– la normal evolución del nacimiento. También la lactancia materna prolongada se adscribe a estas posiciones. No obstante, tenemos que añadir que tanto la lactancia materna como la evolución natural del parto han sido refrendadas por la evidencia científica, de manera que se alejan del esencialismo originario para situarse en perfecta sintonía con las recomendaciones de los organismos internacionales que trabajan por la salud. El problema reside en que estos aspectos relacionados con la maternidad y la crianza siguen estando infravalorados desde el androcentrismo, que continúa siendo el que rige el valor que tienen las actividades que realizan varones y mujeres.
La segunda vertiente es el Ecofeminismo espiritualista que surge de la pobreza y la marginación en los países del denominado Tercer Mundo. Está liderado por Vandana Shiva y persigue que sean las mujeres las que tengan el control de los alimentos y del medio ambiente, ya que en sus países son ellas las que están vinculadas a los cultivos y se responsabilizan de la alimentación de sus hijos. Del mismo modo que los movimientos marxistas buscan el acceso a la producción y el control de los bienes por las clases sociales oprimidas, esta tendencia del ecofeminismo trabaja para que las mujeres dejen de ser explotadas, para que se deje de destruir el medio ambiente y para que ellas puedan controlar los bienes. Vandana Shiva realiza una seria crítica del desarrollo técnico occidental que ha colonizado el mundo entero:
Lo que recibe el nombre de desarrollo, es un proceso de mal desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y la naturaleza en todo el mundo (...) tiene sus raíces en los postulados patriarcales de homogeneidad, dominación y centralización que constituyen el fundamento de los modelos de pensamiento y estrategias de desarrollo dominantes (Shiva, 1995) (Puleo, 2002, p. 38).
La tercera vertiente es el Feminismo ecologista o constructivista. Sus planteamientos comparten algunas posiciones anteriores como el antirracismo o el antielitismo, pero no están de acuerdo con el esencialismo de las clásicas ni con el espiritualismo que hemos comentado anteriormente. Está liderado por Bina Agarwal y se muestra crítica hacia el ecofeminismo espiritualista porque hace extensiva la explotación patriarcal y la relación de las mujeres con la naturaleza a todas las mujeres del Tercer Mundo, sin tener en cuenta que éstas pertenecen a distintas clases sociales, a distintas castas y a distintas razas. Está de acuerdo en que la destrucción del medio ambiente afecta en mayor medida a las mujeres y al conjunto de las poblaciones de los países menos desarrollados, pero atribuye la responsabilidad a los grupos dominantes que monopolizan el poder y no solo al sistema patriarcal que, evidentemente, no es homogéneo para todas las mujeres. En cuanto a las aportaciones en el ámbito de la salud de estos dos últimos planteamientos ecofeministas, podemos destacar la puesta en marcha de acciones comunitarias y colectivas de empoderamiento de las mujeres en el Tercer Mundo, promoviendo acciones solidarias entre ellas para los cuidados relacionados con la maternidad y la crianza de hijas/os y el control de la producción de alimentos.
Influenciadas por cada una de las corrientes de pensamiento crítico que surgieron en el transcurso del siglo XX como marxismo, psicoanálisis, estructuralismo y postestructuralismo, las corrientes feministas se fueron nutriendo de cada una de ellas. Así llegamos al Feminismo Psicoanalítico en el que, a lo largo del siglo XX y comienzos del XXI, las complejas, fructíferas y en ocasiones polémicas relaciones entre el psicoanálisis y los feminismos teóricos, buscarán explicaciones a la creación y la perpetuación de los principios patriarcales. Estas relaciones, en ocasiones enfrentadas, otras veces difíciles y otras de convergencia, no pueden ser resumidas en unos párrafos porque sería un recorrido demasiado simplista y se dejarían de lado determinados matices y algunas ambigüedades, que han ido enriqueciendo con los sucesivos debates las teorías feministas (Flax, 1995, pp. 68-108) y que en la actualidad continúan vigentes. Por tanto, recogemos aquí lo que nos parece más importante de esta corriente para el objetivo de nuestro trabajo: su contribución a los marcos teóricos sobre la salud teniendo en cuenta el enfoque de género. Esto es posible gracias a que se toma en cuenta la subjetividad en las distintas formas de enfermar.
Las psicoanalistas discípulas de Freud4 fueron las primeras que se acercaron a planteamientos feministas, buscando encontrar un modelo de feminidad no androcéntrico, es decir, que no se definiera a partir de sus diferencias y oposiciones con la masculinidad. Esta esencia de la feminidad predispone a un deseo y a un ejercicio instintivo de la maternidad y sugiere la figura de la madre, que de manera temprana será la que imprima su huella en etapas arcaicas del desarrollo infantil. En El segundo sexo, Beauvoir (1949) realizó una crítica a la teoría freudiana porque no cuestionaba la desvalorización y la desventaja social de la mujer, sino que parecía justificar una cierta inferioridad, considerando que era natural y que formaba parte del psiquismo. Sin embargo, sus críticas fueron puntuales y respetó el psicoanálisis, porque alejaba las explicaciones unicausales sobre problemas psicológicos basadas en razones biológicas y daba cabida a la significación que para cada persona tiene la vivencia de determinadas situaciones. A este planteamiento se adscribe veinticinco años después Mitchell (1974), explicando que Freud no indica cómo han de ser la mujer o el hombre para que respondan al modelo patriarcal, sino que estudia cómo son los individuos dentro de ese mismo sistema. Según la autora, las feministas hasta ese momento solo habían dado importancia a las cuestiones sociales ignorando lo que ocurría en el inconsciente, es decir, en la subjetividad. Mitchell desarrolla por primera vez la principal aportación del psicoanálisis al feminismo: una teoría sobre la subjetividad. Esta permitirá comprender como se perpetúa la subordinación de las mujeres, gracias a que los mecanismos por los que se produce llegan a ser internalizados y reproducidos subjetivamente y es en el inconsciente donde la sociedad patriarcal reprime la feminidad.
Su contribución a los conceptos de salud y enfermedad procederán del psicoanálisis. Incorpora la atención a la subjetividad en salud y el análisis de las identidades femenina y masculina. De este modo, la enfermedad es una expresión del sufrimiento subjetivo que se produce por conflictos vividos entre lo social y lo psíquico y tiene una íntima relación con el desempeño de los roles y la vivencia de la identidad femenina o masculina. En cuanto