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De mujeres y partos. Mª José Alemany Anchel
Читать онлайн.Название De mujeres y partos
Год выпуска 0
isbn 9788437099705
Автор произведения Mª José Alemany Anchel
Жанр Медицина
Издательство Bookwire
La tercera posición es el postmodernismo feminista que incorpora nuevos conceptos sobre los que es necesario investigar: la construcción social de la subjetividad, las relaciones de género y poder, la división sexual del trabajo, las estructuras familiares y la crianza de las hijas e hijos, las distintas identidades sexuales y de género entre otros. Y todos ellos según la clase social, la cultura o la orientación sexual. Los métodos a utilizar en estas investigaciones vienen determinados por un enfoque cualitativo y por ello son cuestionados desde el paradigma biomédico y el positivismo, aunque en la última década están siendo mejor aceptadas desde el enfoque de género en salud. No obstante, en la actualidad son necesarias las tres posiciones porque es imprescindible obtener información de todos los campos y porque no podemos olvidar que cada persona que investiga se sitúa en un marco teórico y pertenece a una institución con unas características determinadas.
1.4. LA UTILIZACIÓN DE FUENTES ORALES EN LA HISTORIA DE LAS MUJERES
Como sabemos el individuo había sido una variable a ignorar desde los planteamientos de la cultura hegemónica hasta los años sesenta del pasado siglo. Los sociólogos primero y los historiadores algo más tarde, se han preocupado por rescatar y restituir al individuo como actor principal de sus investigaciones. El desarrollo de una metodología que ponga las bases para hacer un uso adecuado y provechoso de las fuentes orales, es un paso importante en el largo camino de la renovación epistemológica necesaria en la investigación histórica. Cuando se investiga sobre un período de la historia reciente el papel de las fuentes orales es fundamental, y más importante todavía cuando el grupo estudiado, siguiendo la formulación gramsciana, forma parte de las clases subalternas. Utilizar los testimonios de las informantes supone en nuestro caso retomar la pregunta de Spivak (1994, pp. 1475-1490) y afirmar que la relación entre el subalterno y la hegemonía es suplementaria y nos permitirá contribuir a la democratización de la historia.
La devaluación de los trabajos realizados por mujeres no ha sido, claro, una singularidad absoluta. Ya el auge de la historia social producido en el último tercio del siglo XX evidenció ejemplos equiparables. Distintos centros federados a la American Oral History Association crean en 1973 la revista Oral History Review, donde se articula una postura crítica hacia el privilegio que se concede al estudio de las élites y se comprometen con los movimientos radicales de las minorías, bajo la influencia que ejerce la proximidad de la explosión cultural del Mayo del 68 (Dosse, 2007, p. 245). Los campesinos o los obreros no habían generado suficiente documentación tradicional, por lo que el recurso a las fuentes orales se hizo una necesidad evidente. Lo mismo ocurrió con la historia de las mujeres. Hacer visibles las experiencias vividas por determinadas mujeres, sean estas mujeres notables o no, pero dándoles la categoría de sujetos significantes y expresivos de un conjunto más amplio, nos permite un intento de reinterpretación o de relectura de la historia desde el punto de vista de Derrida (1971, pp. 11-13).
Para poder introducir la visión de las mujeres en el análisis de los distintos momentos históricos, es importante resaltar la importancia de las fuentes orales, sobre todo cuando nos proponemos abordar la historia contemporánea (Folguera, 1990, pp. 177-211). La utilización de metodologías cualitativas, por ejemplo con el método biográfico, ha permitido situar en el centro de la investigación las vidas particulares de las mujeres y de este modo, se ha hecho necesario volver a cuestionar las dicotomías clásicas: producción/reproducción, público/privado o familia/trabajo, a partir de experiencias concretas. Los relatos de las mujeres también nos han hecho re-evaluar determinadas posturas consideradas de aceptación o de sumisión y re-considerarlas como estrategias de adaptación o de mejora social (Borderías, Bertaux y Pesce, 1990) tanto para ellas mismas como para sus hijos.
La biografía nos permite observar cómo las mujeres se constituyen en sujetos de su propia historia cuando comprobamos que en circunstancias económicas y sociales parecidas, no todas las personas actúan de la misma manera. En este sentido, compartimos con el sociólogo italiano Franco Ferraroti la idea de que las biografías “no hablan solas... La fecundidad heurística de las biografías está profundamente condicionada. Las declaraciones personales escapan al subjetivismo... en la medida en que se ligan y quedan unidas a las condiciones objetivas, a los datos de las condiciones concretas en las que el entrevistado vive” (Ferraroti, 1980, p. 238). También facilita la comprensión comparar la evolución social dentro de una misma familia, ya que podemos analizar la relación entre mujeres de una generación con las de la generación precedente y con las de la posterior. Pero sin duda, una de las principales aportaciones del método biográfico y de las historias de vida es la posibilidad de integrar en el discurso, es decir, en el tiempo biográfico, los acontecimientos históricos para así contextualizar la legislación, las normas sociales o los discursos elaborados desde la ciencia o la religión y valorar su repercusión en los diferentes momentos vitales de las personas (Borderías, Bertaux-Wiame, 1997, p. 186).
La lectura del itinerario vital en cada una de las entrevistadas, que se inscribe en el destino común de las mujeres de ese grupo socioprofesional –las matronas–, introducirá nuevos elementos para ampliar nuestro conocimiento de un determinado período histórico. Se trabaja con una aproximación a la prosopografía, un género muy antiguo que tiene como objetivo reproducir las características de un grupo desplegando las informaciones sobre todos sus miembros. Es un método que aborda tres dimensiones: el tiempo, el espacio y el rol social (Dosse, 2007, pp. 222-226). Significa la elaboración y la yuxtaposición de informaciones individuales, pero revestirá con su ordenación de datos un tipo de explicación útil para la historia política y social. En definitiva, nos permite descubrir las relaciones existentes entre el individuo y las estructuras, ponderando los datos cuantitativos con consideraciones más cualitativas y subjetivas.
Debemos ser, no obstante, muy cuidadosas con este recurso a la utilización de informantes que preconizamos. Hacer entrevistas no es sólo un problema de convicción y voluntad, sino que trabajar con fuentes orales implica asumir la fidelidad a las normas básicas del rigor científico y metodológico. La investigación que utiliza el documento oral no puede limitarse a la incorporación de citas ad hoc que no son sino fragmentos de los testimonios grabados.
El uso de fuentes orales requiere, como hacemos con las fuentes primarias tradicionales, una aproximación crítica. Lo que una informante nos dice no tiene porqué aceptarse, necesariamente, como aquello que podríamos llamar la realidad histórica (si es que hay una única realidad histórica), y no por una voluntad dolosa o simplemente de engaño por parte del testigo, sino porque sabemos que la memoria humana es frágil, sabemos que es selectiva y, por ello, parcial e interesada (Alcàzar, 1994, pp. 234-235).
Cierto es, como afirmara Paul Thompson en su obra más reconocida (Thompson, 1998), que la duda respecto a la fiabilidad de la fuente también puede extenderse a las fuentes escritas que encontramos en el archivo clásico, especialmente en cuanto hace a aquello de la parcialidad o al interés inconfesable. También, como sabemos, las fuentes gráficas, por ejemplo, han podido ser manipuladas, pero esto no ha de servirnos de consuelo o de coartada a quienes somos partidarias de la fuente oral. Lo bien cierto es que el trabajo con este tipo de fuentes permite democratizar la propia historia haciendo participar