ТОП просматриваемых книг сайта:
La corona de luz 2. Eduardo Ferreyra
Читать онлайн.Название La corona de luz 2
Год выпуска 0
isbn 9789878712338
Автор произведения Eduardo Ferreyra
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
Algunos minang, aun en su tierra natal, preferían las viviendas individuales, pero por lo general éstas mantenían muchos detalles arquitectónicos propios de las rumah gadang. Las migraciones, dentro de su mismo país o hacia el extranjero, eran habituales entre los minang; pero yo no sabría decir qué tipo de vivienda elegían en sus respectivos destinos, y sólo sé que la de Bambang no era muy diferente en aspecto de cualquier otra vivienda humilde de Tipûmbue, salvo por su mayor tamaño. Decían algunos que era imposible asemejarla a una rumah gadang porque en Largen no había materiales adecuados; pero creo que incluso aunque así fuera en parte, Bambang y Cahaya deben haber querido que externamente no se diferenciara mucho de otras tantas del país que los había acogido.
El caso es que la mayoría de las viviendas pobres de Tipûmbue, por influencia aymara20, tenían paredes de adobe sujetas por madera y techos a dos aguas construidos en paja o coirón21; pero había cerramientos en las aberturas, y sólo en esto se diferenciaban de la típica vivienda aymara. Así era también el hogar de Bambang aunque, como se ha dicho, superior en tamaño a la mayoría de las casas de los alrededores.
Aquel mismo día, durante el almuerzo, Ifis había contado a Azrabul, Gurlok y Amsil muchas cosas relacionadas con aquella vivienda y sus habitantes. Nadie, jamás, había sido recibido allí, excepto ocasionales forasteros recién llegados a la ciudad que, aunque luego hablaron encantados del dueño de casa y de sus hijos, siempre se negaron rotundamente a revelar detalles del interior. Se habían enojado mucho al ser interrogados sobre la intimidad de un hogar donde se les había recibido tan hospitalariamente. Pero las historias se deforman al ir pasando de boca en boca; y el enojo de los interrogados, en descripciones posteriores, se había convertido en temor por las consecuencias de hablar sobre un tema vedado. La conclusión popular sobre el asunto era tétrica: aquellos huéspedes habían visto u oído algo horrible, de lo que no querían hablar.
La irrupción a la vivienda e inmediata fuga de tres ladrones en cierta noche particularmente oscura había reforzado esta versión. De todas las víctimas posibles, los malhechores habían elegido a Bambang y su familia porque al ser más grande la casa tenían esperanzas de alzar más botín, y también porque al verlos a pleno día les habían parecido demasiado bonachones y, por lo tanto, inermes. Pero habían huido aterrados y a gritos tras ser atacados –dijeron– por una especie de enorme monstruo o demonio. Ningún vecino fue testigo del ataque y a la vez todos lo fueron, sobre todo a medida que pasaba el tiempo y personas que vivían a varias cuadras empezaban diciendo que habían visto algo extraño desde lejos y, tras mucho repetir sus respectivas versiones, terminaban presenciando la huida de los delincuentes en primera fila. Lo cierto fue que al menos algunos reportaron haber oído ruidos inexplicables y horribles al momento del suceso, por lo que se había abierto una investigación.
—Pero Crictio estuvo a cargo de ella–había explicado Ifis–. Quién otro: los demás no tienen pelotas para investigar historias de monstruos o demonios, y menos los que más alto dicen no creer en esas cosas. Crictio debe haber tenido miedo también, pero su orgullo guerrero y su sentido del deber pudieron más. Dijo haber encontrado todo en orden; pero ya saben, dulces, cómo es ese tipo: si creyera que no debe hablar, no hablaría ni bajo tortura. Y sé que aprecia sinceramente a Bambang y su familia, así que no los comprometería salvo que encontrara algo demasiado grave. Pero ¿qué podría ser tan grave, después de todo, si se trataba de unos ladrones que encima sólo pagaron su fechoría con un susto de muerte y varios meses de cárcel?... De todos modos, yo no creo que el monstruo o demonio sea real, pero algo raro hay en esa casa. De la puerta para afuera, tanto Bambang como su esposa Cahaya y sus cuatro hijos son más o menos como nosotros: de vez en cuando toman mate, coquean22, comen asado y empanadas. Lo único: por motivos religiosos no toman vino, chicha23, cerveza ni ninguna otra bebida alcohólica. Puertas adentro, es un misterio cómo viven. No compran yerba, ni coca, ni nada que haga suponer que se comportan como en público. Parece que son muy estrictos en cuanto a las observancias impuestas por el Profeta, pero lo que hacen en público no va contra esas observancias, porque si no, no lo harían; así que vaya a saber por qué son de una manera afuera y de otra adentro, y de qué otra manera exactamente son distintos; ya me contarán ustedes. Hallarán muy misterioso, también, al propio Bambang: ese hombre tiene una mirada única.
Ahora, el recuerdo de las palabras de Ifis hacía que la puerta de la casa de Bambang ejerciera enigmática fascinación sobre Azrabul y Gurlok. Este último se preguntaba si Kuwat no habría salido al enciuentro de los tres famosos ladrones, y si sus misteriosas artes de combate no habrían dado pie a una leyenda urbana de bestias y monstruos. En cuanto a Amsil, no pensaba mucho en el asunto, porque acababa de recordar que había olvidado comprar yerba. Sus Tatas con ganas de tomar mate y sin poder hacerlo eran la más aterradora de las leyendass urbanas imaginables.
No tuvo tiempo de avisarles, sin embargo, porque apenas aparcada la carreta, y mientras sus hermanos empezaban a descargarla, Cinta se apeó y les hizo señas, a él y a sus Tatas, de que la siguieran; y así, bajo su guía, los tres ingresaron al fin, con mucha curiosidad, a aquella casa que tanto daba que hablar en el vecindario y en la ciudad en general. El interior –sabemos ahora– era efectivamente otro mundo, con muebles intrincadamente tallados en madera de jati 24y abundancia de tapicería y tejidos batik. Había cortinados de bambú en las ventanas y ornamentación exótica; y entre otras cosas, una rara y quizás algo siniestra muñeca de madera en una repisita, que llamó la atención de Azrabul y Gurlok mientras Cinta iba en busca de sus padres, fuera de la vista en ese momento.
—Tatas–dijo de repente Amsil, empalideciendo de horror–: me parece que metimos la pata.
—¿Por qué, chango?–preguntó Gurlok, volviéndose hacia él muy intrigado.
—Cinta se descalzó antes de entrar–contestó Amsil.
—Pero es que nosotros no traemos botas de repuesto–respondió Gurlok, confuso.
—Qué botas de repuesto ni qué botas de repuesto, Tata... Me parece que aquí adentro hay que ir descalzos. Mire lo que tenemos bajo nuestros pies.
Gurlok bajó la mirada, y sus ojos se encontraron con una primorosa, inmaculada alfombra, y recordó haber visto a la entrada, en efecto, algunos pares de zapatos. Al instante, pareció enloquecer.
—¡Carajo!–exclamó–. ¿En qué mierda pensaban los dioses cuando nos crearon? ¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora? Todavía podemos corregir la pifia antes de que vengan los dueños de casa; pero si nos quitamos las botas, cómo les digo, muchachos, que aromaremos el ambiente de una forma muy poco grata para Bambang y su familia. ¡Te dije, Azrabul, te dije que mejor nos bañábamos! Al abogado no le importó porque ya está acostumbrado a oler cosas aún más podridas, pero aquí nosot... ¿Me estás escuchando, Azrabul?
—¿Eh?...–preguntó Azrabul, dejando de mirar la muñeca del anaquel para atender a su compañero, que hizo una mueca de contrariedad al darse cuenta de que había hablado de balde.
—Tatas–intervino Amsil–: respecto al tema del olor, Ifis dijo...
—Selamat siang, tuan–tuan...–interrumpió una voz de mujer, la de Cahaya, la esposa de Bambang, que venía escoltada por su hija–. Bagaimana menurutmu?...– preguntó a Cinta; antes de que ésta respondiera, añadió sonriente y satisfecha:– ¡Ah!: Buenos días, señoras.
¿Señoras?... Azrabul y Gurlok se sintieron consternados. Ellos presumiendo de lo machos que eran, y en un dos por tres se les cambiaba el sexo.
—Eh, sí, buenas tardes, señores–corrigió Cinta–. Ia mengatakan buenas tardes, señores, bu ...–explicó a su madre, con expresión incómoda.
Era difícil